Ayer Diana y yo tuvimos una larga discusión. Francamente, ya no recuerdo por dónde empezó todo. Solo sé que convertimos a nuestra pequeña habitación en una larguísima tendedera donde empezamos a colgar, de un lado y del otro, pequeños trapitos sucios. Al final dije una animalada.
De la misma manera que el doctor Jekyll no podía evitar los desastres del señor Hyde, el guajiro que llevo dentro a veces acaba dominándome. Mientras dormíamos, alguien recogió todo lo que había en la tendedera. Despertamos con una sonrisa, nos dimos un beso y hablamos de la nueva tormenta que se avecina.
Como cada lunes, me tocaba ir al supermercado y... ¡a la librería Cuesta! A Diana le compré un libro sobre la cocina portuguesa y para mí elegí Otra vida por vivir, un librito de Theodor Kallifatides. Ayer en la tarde, no tenía ni la más mínima idea de este escritor griego radicado en Suecia.
24 horas después, no logro separarme de su libro. Está escrito por un hombre de 77 años (ahora tiene 82), que sigue buscando un sentido para su existencia y la manera de reconciliarse con la vejez. Por eso empieza como acabé yo anoche, con una discusión con su esposa.
Apenas he soltado el libro dos veces y ha sido para hacer apuntes que prefiero no reproducir aquí. Por mi propia experiencia, creo que lo mejor es enfrentarlo totalmente desprevenido. Solo me atrevo a asegurar que ya no soy el mismo Camilo que discutió con Diana anoche.
Aunque sigo teniendo a un guajiro adentro, que a veces me obliga a decir idioteces, he descubierto que yo también tengo otra vida por vivir. Theodor Kallifatides me estaba esperando en la librería para demostrármelo. Ese es el verdadero lujo de escribir o leer, que el tiempo que le dedicas vale a eso por dos.
Ahora solo espero que Diana me haga una de las recetas de bacalao del libro sobre la cocina portuguesa. Cuando eso suceda, el día de hoy acabará siendo perfecto.
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