25 enero 2014

El corazón de Mario Dávalos es un cazador solitario

(Escrito para la columna Como si fuera sábado, de la revista Estilos)
Mario Dávalos y yo nacimos y nos criamos en mundos muy diferentes, la educación que recibimos también fue diametralmente opuesta. Por eso a veces me resulta inexplicable que coincidamos tanto en cosas tan esenciales. Muy poco después del día en que Fernando Ferrán nos presentó, entendimos que no podíamos ser amigos. Desde entonces nos comportamos como hermanos.
Las redes sociales nos han regalado la oportunidad de mantenernos al tanto el uno del otro, por más distantes que permanezcamos físicamente. Es así que compartimos ideas, inquietudes, indignaciones, batallas, victorias y, por supuesto, derrotas. No recuerdo una sola vez que estuviéramos en bandos opuestos en esas incontables interacciones.
La última de ellas tuvo un final frustrante. Antes debo advertir que Mario ha sido muchas cosas. Primero fue un rebelde sin causa, luego artista plástico, más tarde publicista y gestor cultural. Ahora persigue aves por todo el mundo para darle caza con su lente.
Por eso salió indignado de una tienda donde mantenían en cautiverio a varios pericos de la Hispaniola (Aratinga chloroptera), una especie endémica, amenazada y protegida. Gracias a sus tenaces denuncias en Twitter, los propietarios del lugar se vieron forzados a retirarlos de la jaula. Aún cuando las aves se perdieron de su vista, trató de seguir averiguando sobre su suerte.
He participado junto a Mario en varias de sus expediciones por las cordilleras dominicanas. En una de ellas dimos con un ejemplar de trogón de la Hispaniola. El papagayo, dificilísimo de encontrar, desplegaba su belleza en lo más alto de un pino. Un campesino que nos acompañaba nos pidió que le dejáramos matarlo una vez que conseguida la fotografía.
Después darle una hermosa lección de por qué era importante para todos que ese animal viviera, Mario bajó hasta la casa de la familia y, mientras compartía un café acabado de hacer, volvió a repetir su lección. Los convenció, no creo que ninguno de ellos volviera a matar un ave nunca.
En el camino de regreso a la Capital, Mario bajó el volumen de un rock and roll al mínimo y me dijo una frase que no olvido: “Matar al trogón era su única manera de retratarlo”. Entonces empezó a trazar en el aire mil ideas para lograr que los campesinos aprendieran a “retratar” las aves con solo observarlas.
Recientemente, se publicó un libro con un resumen de las tantas y tantas fotografías que ha hecho durante sus expediciones. En “Wildscapes”, además de su fascinación por las aves y la naturaleza dominicana, aparecen los resultados de sus viajes por Alaska, Yellowstone, Nuevo México, Colorado, Arizona, Costa Rica y Finlandia.
En esas páginas puede comprobarse que el corazón de Mario Dávalos es un cazador solitario. Cada disparo suyo le da aún más vida a sus presas, porque nos enseña la importancia de respetar su entorno y defender su derecho a la subsistencia.
Cuando enumeré los oficios de Mario olvidé el más importante de todos: revolucionario. No me refiero a esos que van por el mundo rumiando consignas y agitándole pañuelos “a la tropa solar”. Hablo de alguien que cree en lo que cambia y esta vivo, en lo que puede ser mejor de lo que es.
Búsquenlo en Twitter, compartan sus luchas. A mí, librar algunas de sus batallas me ha hecho un chin mejor de lo que era antes de saber que tenía un hermano.

19 enero 2014

El nido del águila en... Birán

(Publicado originalmente en Diario de Cuba)
Las casas de los dictadores llaman tanto la atención como las de los patricios y apóstoles. Kehlsteinhaus es, quizás, el mejor ejemplo. En la casa de campo que el partido nazi le regaló a Adolfo Hitler por su 50 cumpleaños, ahora hay un exitoso restaurante. Todos los años, miles de turistas suben hasta lo más alto de los Alpes bávaros, cerca de Berchtesgaden, para conocer El Nido del Águila.
Las habitaciones inferiores de la casa tienen grandes ventanales que dan al abismal paisaje. Toda la propiedad puede ser visitada en compañía de un guía. Incluso el pequeño estudio de Hitler, que es ahora una bodega. El gobierno de Berlín prohibió durante mucho tiempo las visitas guiadas en idioma alemán, quería evitar conflictos con los simpatizantes del fascismo.
El "nido" de Fidel y Raúl Castro también ha sido convertido en una atracción turística. El periódico dominicano Diario Libre anunció el tour "En ruta con Fidel… en contacto con el pueblo". La noticia apareció en una sección que, curiosamente, se llama "Turismo libre" y es escrita por la periodista cubana Annet Cárdenas.
El paquete es ofrecido por la Casa de Cultura Latinoamericana y Caribeña, que preside Pedro Creach, y Paradiso, una agencia cubana de turismo cultural. El viaje dura 7 días y alcanza para recorrer "lugares históricos y turísticos de las provincias Santiago de Cuba, Granma, Holguín, Camagüey, Villa Clara y La Habana".
Según detalla la periodista, los recorridos de "En ruta con Fidel…" harán un especial énfasis en aquellos lugares que "atesoran huellas del líder histórico de la Revolución Cubana". La agencia, que debe su nombre a una novela de José Lezama Lima y se dedica al turismo cultural, se ha concentrado en el personaje por el que el autor de Paradiso fue condenado al ostracismo. 
En el "complejo monumental" donde nacieron el comandante y el general, en Birán, se conservan las casas de la familia, algunas chozas (donde vivían los trabajadores haitianos del latifundista Ángel Castro), el bar La Paloma y el panteón familiar (el cual fue ampliado recientemente). 
Aunque la propiedad de Ángel Castro está totalmente restaurada, todo el paisaje a su alrededor ha cambiado mucho. Cañaverales abandonados y campos baldíos es todo lo que queda del productivo dominio del emigrante gallego. 
Según el organizador del tour, que cuesta 1.500 dólares, "es un paquete turístico único, novedoso, dirigido a dominicanas y dominicanos deseosos de conocer en vivo y directo, desde una perspectiva diferente, la realidad y la cultura cubana, y los caminos que el pueblo de Cuba recorre en su diaria lucha por el desarrollo", dice Pedro Creach. 
Es cierto. En la carretera que pasa cerca de Birán, se pueden apreciar a muchos cubanos que, debido a la falta de transporte, se ven obligados a hacer largos recorridos a pie. Sí, son largos los caminos que "el pueblo cubano recorre en su diaria lucha". 
Pero ninguno conduce al desarrollo; todos, por más largos y tortuosos que sean, solo llegan hasta la subsistencia más indignante. La dictadura que los dos hijos de don Ángel han mantenido por medio siglo, nunca les ha permitido ir más allá. 
Si los dominicanos que harán el tour logran escaparse de sus guías y sostienen un diálogo franco con la gente del pueblo, es probable que conozcan la realidad. Tienen una ventaja: el idioma. En los alrededores de Birán todavía no hay ninguna restricción al respecto, como acabó sucediendo en Kehlsteinhaus.

16 enero 2014

Inundaciones

El río Damují es un círculo de hierba encima del agua,
un rastro sobre el que no se puede nadar.
Debajo están las casas con sus portales intactos,
tendidos a la sombra de las flores que flotan.
El río Damují es un camino de piedra
que ahora no conduce a ninguna parte;
una mujer que se arrodilla para lavar su pasado
y tenderlo en el fondo de la tarde.

Un barco da vueltas sobre sí mismo
hasta llegar al antiguo puente de vía estrecha.
Allí los meses también se acaban,
los animales de agua dulce dejan de respirar
y se mueren frente a la paz sin nombre del día.

El río Damují es el humo de fin de zafra,
un viejo retrato de familia del que nadie ha vuelto a saber.
Ahora la gente se amontona frente a los espejos
sin ninguna razón aparente,
las libélulas entran en las casas y nunca más vuelven a salir;
ahora la luz es un círculo de hierba
y las palabras han quedado al descubierto, mientras todo lo demás se hunde.

03 enero 2014

El último adiós a Perla Negra

Perla Negra, en el momento de la despedida.
Escribí un réquiem el mismo día en que le entregué sus llaves a Alejandro Aguilar. Pero entonces lo hice con la certeza de que volvería a verle. Aunque nunca más tomé su timón, navegué en ella muchas veces más por las calles de Gazcue, ayudando a mi hermano en sus mudanzas.
Hace una semana Alejandro anda en su nuevo Chevrolet. Tuvo la delicadeza de pedir mi consentimiento para deshacerse de Perla Negra, quien acabó siendo parte de la transacción. Como yo aún era su propietario legal, me tocó ocuparme del último trámite. Tuve que ir hasta el dealer a entregar la matrícula original y la carta de liberación.
Quiso el azar que tuviera que parquear a Marcello (el Fiat 500 de Diana) justo al lado de mi antigua embarcación. Un mecánico acababa de retirarle la placa de la Florida que Alejandro le había puesto. Ahí estaba la nave que siempre me llevó a salvo por las peores tempestades que he pasado en República Dominicana.
Recogí la placa de Alejandro para devolvérsela (debió olvidarla en medio de la euforia) y di una última vuelta alrededor de mi nave filibustera. Repasé todas sus heridas en combate y cada una de las marcas por las que le reconocía. Ahora sí creo que no le veré nunca más.
Alejandro y yo bautizamos a los nuevos jeeps con el nombre de nuestros padres: Nano y Serafín. Me despedí de Perla Negra pensando en ese hermoso homenaje a los respectivos viejos. Puse un tango de Paquito D’Rivera y no la volví a mirar. Ahí la dejé, fondeada en el recuerdo de tantas batallas.
Ojalá que le queden muchos años de vida útil. Sea quien sea su próximo capitán, le deseo la misma suerte que yo tuve junto a ella.