31 marzo 2011

El descubrimiento del canistel

Ayer fuimos a una reunión de trabajo en Santiago. En el viaje de regreso por la autopista Duarte, pedí que nos saliéramos del camino por un rato (“Sigue recto; hay un desvío. Tómalo hasta el final”, había advertido ya Nacho Vegas). Entramos por un sendero de bambúes a un vivero inmenso.
Un muchacho amabilísimo nos dio la bienvenida y no se separó de nosotros en el largo recorrido por los canteros. Árboles de todo tipo y de la más increíble procedencia, plantas que han llegado del frío Canadá o del corazón ardiente de Australia, inmensos helechos arborescentes, orquídeas, palmas y, al final de todo, las frutas.
Me llamó la atención una tupida hilera de posturas que me resultaron poco familiares. “¿Qué fruta es esa?”, le pregunté a nuestro guía. “Canistel”, respondió con naturalidad cibaeña. Entonces me vino a la cabeza el recuerdo de mis abuelos, balanceándose al unísono, tomados de la mano.
—Vieja, ¿te acuerdas del canistel?
—Claro, viejo. ¡Caramba, hasta el canistel se perdió!
Todavía no sé a qué sabe, pero ya descubrí al canistel. Dejó de ser una de las tantas cosas inaccesibles que mis abuelos enumeraban en mi presencia. En una pequeña extensión de 3.500 metros cuadrados seguiré sembrando ese inventario con sabor a buena memoria. La Cuba que ellos perdieron, la que yo no alcancé a conocer.

30 marzo 2011

El inexplicable caso del cambio de identidad de Tricom


(Escrito para el blog de Campo de Texto)
Por más que trato de explicármelo, sigo sin entender el cambio de identidad de Tricom, la empresa dominicana de comunicaciones. El logo anterior estaba perfecto. Si acaso, solo había que “asesinar” al perro. Ya la era de que las marcas tuvieran una mascota quedó atrás y, en honor a la verdad, Tico se prestaba más para vender comida o  productos de limpieza.
Cuando leí la noticia de que Tricom había cambiado su imagen entré de inmediato a la página. Su logo y su slogan me parecían de los mejores del mercado. Supuse que habían sido sustituidos por una idea aún mejor. Por eso me decepcionó tanto lo que encontré.
Hay marcas que piden a gritos un cambio de imagen. Todos los días, por ejemplo, miro hacia el Supermercados Nacional con la esperanza de que por fin tengan un logo mejor que el actual, tan primario y envejecido. Hay otras que han ganado muchísimo con un cambio radical. Ese es el caso de otros dos supermercados: el Bravo y el Amigo.
Una de las reglas de oro de la comunicación actual, donde la publicidad se juega la faja día a día en las redes sociales, es no hacer promesas que luego no se puedan cumplir. Cualquier cliente de Tricom, incluso el más humilde, sería capaz de hacer una lista con incontables experiencias que puede vivir mejor fuera de los servicios que ofrece la empresa. Más que un slogan, parece un callejón sin salida.
“TRICOM conecta tu mundo” era casi inmejorable y lo inmejorable no se trata de enmendar. Para colmo de males, la foto de la niña ¡¡¡dormida frente al televisor!!! es una pifia de antología. Si de mí dependiera, toda esa campaña, sin salvar siquiera una pieza, fuera a parar al zafacón y volviera a la posición anterior.
Gracias al compromiso de su equipo y a la apropiación que han hecho los dominicanos de Tricom, la empresa ha logrado superar momentos realmente difíciles y consolidarse como una marca admirada. Por eso, por encima de muchas otras cosas, nadie se merecía que dejara de conectar tantos mundos.

29 marzo 2011

Transportes Escolares

Los domingos en la tarde, cuando llega la hora de regresar a Santo Domingo, siempre me viene a la cabeza la guagua Girón de Transportes Escolares. Para los que no son cubanos ni vivieron aquella realidad, es muy difícil de explicar ese raro sentimiento.
Volver de la casa en la montaña al hogar en la ciudad no se parece en nada al acto que ese hecho me recuerda (ser forzado a despedirte de tu familia para pasarte una semana lejos de ellos, estudiando y trabajando en el campo). Quizás es la hora en que se produce y el silencio de los domingos, que es invariable en casi todos los sitios del mundo.
Hace unas semanas, establecí contacto otra vez con José Manuel Falcón, un querido compañero de viaje en el trayecto del Paradero de Camarones al IPUEC Eusebio Sánchez, en Yaguaramas. Días después, apareció Tania Chinea en Facebook, con quien hice incontables veces la travesía hasta El Nicho, en lo alto del Escambray.
Han pasado más de veinte años, pero entre nosotros persiste un rarísimo vínculo: el zumbido de aquel ómnibus chirriante que pasaba a buscarnos sin falta para separarnos de nuestras familias por cinco días. En el camino compartíamos latas de leche condensada o arroces del día anterior y cantábamos las más indescriptibles canciones.
Era los domingos en la tarde. Aún a los 43 años me resulta muy difícil de explicar ese raro sentimiento.

28 marzo 2011

Juraguá, las ruinas del futuro

Cienfuegos, la ciudad que más me gusta a mí, está a solo 24 kilómetros del Paradero de Camarones. En la entrada de su bahía, una de las más grandes y hermosas de la región, la Unión Soviética comenzó a construir un reactor nuclear a principios de los años ochenta.
Poco a poco, desde el malecón de la Perla del Sur, vimos crecer el cascarón de concreto de Juraguá. Como consecuencia de ese monstruoso plan, el pueblito del Castillo del Jagua se convirtió en la Ciudad Nuclear. Un semillero de horribles edificios yugoeslavos borró su original apariencia.
A todos nos aterraba la idea de que un día la luna cienfueguera llegara a quemarse como el cielo de Chernóbil. Afortunadamente, cuando se derrumbó el Muro de Berlín y se desintegró la Unión Soviética, al régimen le fue insostenible seguir hacia adelante con el proyecto.
Ahora en Juraguá las reses pastan sobres las ruinas de un futuro que nunca llegó a suceder. Una reciente galería de imágenes de la agencia Reuters nos recuerda la década en que estuvimos en peligro. Es la primera vez que un fracaso de mi país me produce alivio.
El Castillo del Jagua ya no puede volver a ser aquel pueblito pintoresco que reproducían las post card de principios del siglo XX. Desafortunadamente, tendrá que exhibir por siempre su queloide de cemento. Pero al menos sabemos que es una herida cerrada para siempre.
Ese será uno de los tantos monumentos a lo que ha sido este medio siglo.

Mi única salida es abrir fuego

Un entrañable amigo, con las más nobles intenciones y casi sin quererlo, sirvió de emisario. Alguien que me quiere como un padre está preocupado por mis recientes escritos sobre Cuba. Siente que me he radicalizado. Que de un tiempo a esta parte rebasé ese punto crítico que en las películas de astronautas se señala con drástica gravedad: el no retorno.
Sí, lo admito, cada vez estoy más convencido de lo que digo. Creo que la dictadura de los hermanos Castro ya no tiene nada que ofrecerle a mi país. Después de medio siglo en el poder, la revolución ha mutado en un régimen involutivo que está arrastrando a Cuba siglos atrás. En ese afán, ha convertido a generaciones de cubanos en parias.
Otro querido amigo, que está de acuerdo en casi todo lo que digo, me llamó la atención por haberle dicho a Silvio Rodríguez que su caso cada vez me da más pena. “Fue un poeta, no se merece que seamos tan severos con él por sus achaques de vejez”, me dijo. Yo soy como soy por las cosas que me inculcaron, entre muchas otras cosas, las canciones de Silvio.
Verle defender con adulación y de la manera más patética posible las atrocidades de Fidel, Raúl y hasta Gadafi solo me produce rabia. Lo siento, tengo que repetirlo una y otra vez, donde quiera que pueda. Los cubanos se merecen ya el futuro que tantas veces les prometieron. Por eso estoy en el deber moral de luchar por ello.
Como no sabría qué hacer con una pistola, mi única salida es sentarme frente a la pantalla de la computadora y abrir fuego.

25 marzo 2011

En Santo Domingo la corrupción tiene más prisa que nosotros

Cuando en Santo Domingo las cosas funcionan mínimamente bien, apenas mínimamente bien, uno descubre la belleza casi siempre oculta de esta ciudad. Pocos sitios son tan auténticos como este. Pocos también son capaces de soportar tanta indolencia y de asimilar tanto desorden sin caer en el caos total.
Todo iba bien en el semáforo hasta que llegó el senador. La gente hasta se miraba con amabilidad a través de los vidrios. Era temprano en la mañana y, aunque ya los nudos se comenzaban a trabar en las intersecciones, aún el tráfico fluía. Pero uno de los flanqueadores ocupó el centro de la avenida y desacató las órdenes del semáforo.
Ajeno a todo, el senador leía en el asiento del fondo de su lujoso vehículo. Se dice que es uno de los hombres más cercanos al Presidente y un corrupto irremediable. Algunos juran haberlo visto en un video donde danza y goza entre mafiosos. Otros dicen tener pruebas de sus espeluznantes operaciones clandestinas.
Quizás por eso le hicieron senador, para asegurarle seis años de impunidad en un país donde el olvido se alcanza en apenas unos meses. Cuando los flanqueadores se marcharon, detrás del lujoso vehículo del legislador, el semáforo ya no tuvo autoridad moral para restablecer el orden. De ahí en adelante todo fue caos.
Es una pena que en Santo Domingo la corrupción tenga más prisa que nosotros, los que pagamos los impuestos para que ella, algún día, revele su belleza y sea la ciudad que nos merecemos.

22 marzo 2011

Más vale tarde que nunca, Joaquín

Ahora ya sabemos que Joaquín Sabina siempre estuvo al tanto del horror en que se había convertido la revolución cubana. Gracias a él mismo, por fin pudimos enterarnos de que estaba consciente de todo y, cuando aterrizaba en La Habana, era tratado como “un turista privilegiado y no como un cubano que sufriera y soportara la dictadura”.
En una entrevista con el El Nuevo Herald, el cantautor español acaba de admitir que el régimen de los hermanos Castro es “un tremendo fracaso histórico”. Hace apenas un año, cuando cientos de intelectuales y artistas españoles firmaron un manifiesto contra la dictadura de la Isla, Sabina se abstuvo de hacerlo: “Yo no firmaría nada contra Cuba”, afirmó entonces.
Al parecer los últimos actos represivos del régimen y su obtusa negativa a respetar los más elementales derechos humanos, rebosaron el límite de tolerancia del autor de “Postal de La Habana”, quien ha decidido salir del closet político: “Hace mucho que no voy a Cuba porque me sentiría muy triste. Leo los periódicos, hablo con gente y sé lo que está pasando y sé que el país está en bancarrota”, confesó.
Con estas declaraciones, Sabina se suma al bando de Pedro Almodóvar, Ana Belén, Victor Manuel y muchos otros españoles que en algún momento confesaron su admiración por la revolución cubana y ahora la adversan abiertamente. “Esto me ha traído problemas en el pasado y me los va a traer con lo que te estoy diciendo ahora”, admitió.
Más vale tarde que nunca, Joaquín. La verdad es que los cubanos que te quieren, esos que tú mismo describiste como “flaquitos, flaquitos y sin libertad”, han sobrevivido momentos muy amargos gracias a la inspiración de tus canciones. Ellos, incluso más que tú, se merecían esto hace mucho tiempo.

21 marzo 2011

Una mancha en el expediente que me llena de orgullo

Soy adicto a Guamá, el cacique de la blogosfera cubana. Uno de los mejores remedios que tengo contra el gorrión (ese raro estado del alma que solo padecemos los cubanos), es recorrer sus publicaciones de manera aleatoria. Por más malo que tenga el día, siempre que entro en su página salgo al menos con una sonrisa.
Aún cuando estoy muy ocupado, pasó por allí dos veces al día y me llevo las manos llenas de links que luego voy colgando en Facebook y en Twitter o reenvío por email a todos los contactos de mi libreta de direcciones. Me he robado muchísimas cosas suyas para ilustrar mis post. Todas, sin excepción, me parecen muy superiores a mis textos.
El humor cubano suele alcanzar su definición mejor cuando se mete en política. Desde Liborio hasta el Hombre Siniestro, desde el Bobo hasta Guamá, nuestros personajes más simpáticos resultan ser tipos profundamente politizados que tienen el tino de tomar partido por el bando de los buenos (aunque luego acaben siendo traicionados).
Ya no es posible escribir la historia de nuestra nación satirizada sin blogs como el de Enrisco, La Rusa de Baracoa, Habana Memorias  y Guamá. Los he recomendado en innumerables ocasiones. El que no los conozca, que deje de leerme ahora mismo y haga clic en ellos  para que compruebe lo que digo. 
Hoy descubrí que el cacique replicó mi post Mensaje urgente a Silvio Rodríguez. Tema: la vergüenza, y lo incluyó en la edición 367 de su parodia al Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba. Esa es una mancha en el expediente que me llena de orgullo. Tengo muchas otras, pero con toda seguridad esta es la que más risa me da de todas.

Del rojo al rosa

Hoy, cuando el despertador del BB sonó, encontré un chat de Mario Dávalos: “PING!!! Asere, ahí tengo un pleito con Vitico en Twitter”. El “duelo” había sido tarde en la noche y comenzó por una reacción de Mario ante un tweet de un “revolucionario” donde se hablaba de “señores de la guerra” y “muerte”.
“¡Pensé que ya esta retórica la habían quitado! ¿Será culpa del cadáver de Silvio que andaba por aquí?”, se preguntó Mario en público, pero con tres destinatarios específicos: @MariadelMar_M @LaRevueltaRD @viticovictor. Eso provocó una respuesta rápida del bachatautor, quien le propuso a Mario que intentara asesinar a Silvio, aprovechando su estancia en Santo Domingo.
A partir de ahí se rompió el diálogo y se pasó al insulto y las descalificaciones, que es el arma preferida de esa izquierda anciana y retrógrada que, como el propio Víctor Víctor demostró en un álbum suyo, pasa del rojo al rosa con una velocidad escalofriante. Este incidente, parece la saga de una conversación que he tenido con Mario muchas veces.
A propósito de eso, él mismo puso un comentario en mi antepenúltimo post: “Silvio es el Darth Vader de la música, la poesía y la resistencia… El ejemplo de lo que nos puede pasar si nos descuidamos. Puede decirnos a todos ‘Im your father’, y quizás en cierta forma lo es... lo fue… Si uno se descuida se convierte en caricatura”.
Lo que quería comentar sobre esto ya lo puse en Twitter, donde uno se puede dar el lujo de ser más preciso con las palabras justas. Pero en el camino tropecé con este Darth Vader y ya me fue incontrolable.
Sí, Mario, ellos son el ejemplo de lo que nos puede pasar si nos descuidamos.

20 marzo 2011

Estoy con los que combaten a Gadafi

Hay pacifistas auténticos, que rechazan con vehemencia cualquier tipo de violencia contra quien sea. Respeto ese sentimiento, aunque hay situaciones en las que no lo comparto. Pero hay pacifistas hipócritas, que se escudan en el “no a la guerra” para amparar a sátrapas del calibre de Muamar el Gadafi. Esos son unos despreciables.
Estoy con los que combaten a Gadafi. Solo así el pueblo libio será libre. Los últimos días son una prueba de ello. Mientras el mundo se entretuvo con la catástrofe de Japón y perdió tiempo en interminables deliberaciones en las Naciones Unidas, el sanguinario coronel se abalanzó con fuerzas mercenarias, aviones y tanques sobre las ciudades rebeldes.
Los pacifistas auténticos tienen que entender que los ataques que comenzaron ayer, si se siguen llevando a cabo en los términos que se aprobaron, son la única manera de devolverle la paz al pueblo libio y, de paso, un país libre, sin la bota de un dictador que la ha sometido por cuatro décadas.
Los pacifistas hipócritas, esos que se enrolaron en invasiones por África y se retrataron disfrazados de camuflaje, con una ametralladora en la espalda y un monito en el hombro, deberían callarse por pudor. La verdad no se puede picar en dos tajadas ni pronunciar a media lengua, como si fuera una confusa metáfora en medio de una canción que tiene doble lectura (y moral).
La verdad es verdad o es mentira.

19 marzo 2011

Cuando pasa el tren de J.J. Cale

Me enteré de la existencia de J.J. Cale demasiado tarde. Corría el año 1993 y era mi primer viaje fuera de esa muralla de decadencia que era la sociedad cubana. En el barrio de Malasaña, en el corazón de un Madrid que no se atrevía a dormir, Perico Calvo me sirvió un whisky on the rocks y me puso uno de sus discos.
Yo no sabía lo que decían las canciones. Apenas escuchaba su voz (ese alarido a punto de perder el aire y ahogarse) y los estrictos instrumentos que le acompañaban. Desde entonces no me separo de J.J. Cale. Poco después supe que una de mis canciones preferidas, “Cocaine”, era inspiración suya y una de las tantas que Eric Clapton le cantaba.
Hoy ha sido un sábado donde se me han juntado muchas resacas. He vivido una de las semanas más complicadas de las que tenga recuerdo. El cansancio avanzaba por todos los flancos y, en honor a la verdad, estaba a punto de rendirme. Era demasiado temprano para oír nada, nada que no fuera J.J. Cale.
Comencé por The road to Escondido, donde Cale y Clapton se embarcan en un increíble viaje que dura 14 canciones. Pero acabé yéndome mucho más atrás, hasta 1974. En la carátula de Okie, su disco de ese año, pasa un tren de mercancías. Apenas se ve la puerta abierta de una casilla, donde un trovador lleva los pies en alto y permanece lejos de su guitarra.
No quisiera volver a pasar otra semana tan difícil como esta. Pero si al final llega hasta mí el tren de J.J. Cale, todo podría volver otra vez a una normalidad manejable. Cosas como esas son las que nosotros, los mortales, siempre tendremos que agradecerles a los grandes artistas.

18 marzo 2011

Mensaje urgente a Silvio Rodríguez. Tema: la vergüenza

En estos momentos Silvio Rodríguez permanece a unos pocos metros del lugar donde yo vivo. La Habana que me prohíben vino hasta mí (y que conste que jamás he creído en dios alguno, ni en Mahoma ni en nadie). Por eso me gustaría decirle en su cara, sin intermediarios ni malas interpretaciones, lo que pienso.
Silvio estuvo (junto a William Faulkner, Juan Rulfo, Rene Magritte, Benny Moré, Paquito D’Rivera y muchos otros) entre los tipos que más influyeron en la conformación del individuo que soy hoy. Mi credo estético y ético, de una manera o de otra, fue signado por lo que él decía y hacía. Una larga conversación que tuvimos, allá por los lejanos años ochenta, me marcó en muchos sentidos.
Por eso me duele tanto verlo consumirse en una absurda caricatura, en un viejo que nadie toma en cuenta y que cada vez más desprecian. Por no dar su brazo a torcer, Silvio entero se ha torcido. Todo ha llegado al extremo de un amasijo indescifrable e intrascendente.  No puede ser que aquel tipo que movilizaba a mi generación cada vez que abría la boca, sea ese anciano insípido que se dedique a desandar La Habana profiriendo boberías.
El jueves, en cuanto Silvio tocó suelo dominicano, se pronunció a favor de la tiranía de Muamar el Gadafi. Como una marioneta, vomitó sobre los micrófonos de las agencias, con puntos y comas, las reflexiones dictadas. No contento con apoyar todos los horrores y vilipendios que se cometen en contra de sus compatriotas, hizo gala de su cada vez más recalcitrante espíritu reaccionario.
Todos sus discos permanecen intactos en mi iTunes. Es cierto que hace mucho no me atrevo a oírlos, pero aún la decepción no me alcanza para darle delete a algo que es parte esencial de mi identidad. Antes Silvio era una de mis más grandes fuentes de inspiración. Ahora solo me provoca vergüenza. Esa es la razón de este mensaje urgente. A qué más.

17 marzo 2011

Cuba ya no va

En uno de los discos de Silvio Rodríguez hay un coro que entona “Entre el espanto y la ternura”. Más de veinte años después, en el país donde al trovador antiguo se le ocurrió esa metáfora, el espanto se ha multiplicado y la ternura ha quedado reducida a ruinas. Cuba ya no va a ninguna parte. Ni siquiera las desesperadas medidas neoliberales de su dictadura han logrado mover al país “ni un tantito así”.
Algunas noches, cual disciplinado masoquista, me asomo a Cubavisión para ver el Noticiero Nacional. Muchas veces, con una extrañas caras de incredulidad, me ha preguntado si eso que ve está ocurriendo es una transmisión en vivo o son imágenes diferidas desde un pasado remoto.
Al principio creí que lo decían para molestarme, como protesta por mi obcecada insistencia. Pero luego advertí que el mostacho del locutor, el tono de su voz, la escenografía y la redacción de las noticias remiten a una época imprecisa del siglo pasado. “Yo no puedo creer que eso esté ocurriendo ahora mismo”, suelen decirme.
La mayoría de las veces el hastío y la indignación me vencen. Casi nunca logro llegar hasta el final de la emisión estelar. Pero siempre que me largo a otro canal me quedo por un rato pensando en las últimas imágenes del naufragio de mi país. En la canción de Silvio, desde hora temprana “trabaja el hombre/ entre locura/ para mañana, para mañana”. Pero en la dictadura que él apuntala, solo hay ayer y antes de ayer.
Entre el espanto y las ruinas.

12 marzo 2011

Hay hombres que resisten toda la vida

La palabra héroe, al menos en país, ha sido vilipendiada. En los últimos cincuenta años se le ha indilgado a individuos de toda calaña. Desde infelices caídos por accidente o por cuenta propia, hasta chivatos irredimibles. Todos y cada uno de ellos han sido elevados por el patrioterismo más barato hasta los panteones que mantiene el musgo municipal.
Pero llegará el día en que nos veremos en la obligación de corregir el significado de la palabra héroe. A partir de ese momento la tendremos que poner donde quiera que ahora dice “mercenario”, “gusano” o “vendepatria”. Tanto se ha manipulado la verdad, que tendremos que construir lo más cierto a partir de las “mentiras”.
Esta noche, después de haber pasado once años en el presidio, el doctor Oscar Elías Biscet por fin dormirá en su cama, junto a su mujer. La dictadura de Fidel Castro lo privó de más de 4.000 días de vida en familia. El hambre de la celda y el hedor de sus carceleros no lograron vencerlo. Apenas salió con un diente de menos.
La inmensa mayoría de los cubanos que viven en Cuba no tienen una idea precisa de lo que significa el nombre del doctor Oscar Elías Biscet. Muchos de ellos ni siquiera le conocen. Pero el día en que se les explique con entera libertad, aprenderán a decir la palabra héroe sin retortijones de estómago.
Hay hombres que resisten toda la vida, por eso Oscar Elías Biscet es de los imprescindibles.

Mi primera ventana

Mi primera mentira es el lugar de nacimiento. Tantas cosas le debo al Paradero de Camarones, tan feliz me hizo aquella pobreza esplendente, que me he convencido a mí mismo de que nací allí, en una estación de trenes que aún permanece rodeada de cañaverales por todas partes.
Pero lo cierto es que vine al mundo en la Clínica del Maestro, en Santa Clara, el Día del Carmen de 1967. Mientras mi madre me daba a luz, mi padre celebraba en Manicaragua, donde la fiesta de la patrona llenaba el cielo del Escambray de fuegos artificiales.
En ese pueblo, en esa casa de la calle Oriente 142 (ahora es el 38), aprendí a caminar. Desde lo alto de su estrecha acera me caí por primera vez. En esa ventana aprendí a mirar hacia afuera. Mi cuna estaba del otro lado y durante todo el día veía pasar a las pequeñas guaguas Robur hacia los destinos en las montañas: Jibacoa, Picos Blancos, La Felicidad, Topes de Collantes, Trinidad…
Hay gente que necesita mucho espacio en este mundo. A mi padre le bastaron esos pocos metros cuadrados para pasar el resto de su vida. Cuando en 1974 me llevaron a vivir con mis abuelos, comencé a descubrir quién era realmente. Cada vez que los trenes volvían me alcanzaban un pedazo de todas las cosas que soy hoy.
Pero eso pasó después. Antes que todo, esa fue mi primera ventana.

El tambor de “Let it Be”

El tambor de “Let it Be” se afinó
algunos días más tardes.
Ringo nunca estuvo
en el mismo lugar que las voces.
18 violines,
4 violas,
4 violonchelos,
1 arpa,
3 trompetas,
3 trombones,
2 guitarras
y 14 voces femeninas
eran demasiado ruido
para una canción
que siempre
oímos desnudos,
debajo de un piano de cola.

Eso dijiste para no decir nada.
Pero lo que en verdad
querías dejar por sentado
se perdió mucho antes,
en los silbidos
de “Two of Us”.
Debe ser por eso
que nunca más volvimos
a entenderlos.

Como el tambor de “Let it Be”,
siempre acudimos
algunos días más tarde,
cuando ya casi no había remedio.

10 marzo 2011

El hombre de Gadafi en La Habana

Fidel Castro se está quedando sin argumentos y eso nos facilita las cosas a todos los cubanos que le adversamos. Antes me era un poco más complicado explicar las razones por las que yo aseguraba que en mi país había una tiranía. La percepción de la revolución idílica que el régimen había conseguido, era muy difícil de cambiar o contradecir en muchos de los convencidos.
De un tiempo a esta parte, me basta con poner un link de las Reflexiones del Comandante en Jefe en mi muro de Facebook o en Twitter. Las propias palabras del dictador son la mejor prueba que tengo de la naturaleza decadente y miserable de su gobierno. Las noticias y los editoriales del Granma explican mejor que nadie la dimensión de la catástrofe cubana.
Hoy, mientras crece el repudio mundial contra Muamar el Gadafi, el Comandante en Jefe se ha dado el lujo de ponerse a contar, con un estilo bucólico, la infancia y adolescencia del criminal coronel. No escatima detalles hasta que llega al punto donde el líder militar se convirtió en un sanguinario represor. Esa etapa, según Fidel, no tiene sentido que se analice ahora.
Supongo que una de las líneas más inconcebibles de la reflexión de hoy está destinada únicamente al pueblo de Cuba. Solo en un país que no tiene libre acceso a la información se puede asegurar que Estados Unidos necesita “golpear la ola revolucionaria desatada en el mundo árabe”. Es obvio que hasta los oídos de los cubanos no han llegado los pronunciamientos que ha hecho Barack Obama en las últimas semanas.
La extensa y sinuosa reflexión de hoy concluye con una declaración: “Compartimos plenamente la valiente posición del líder bolivariano Hugo Chávez y el ALBA”. Es decir, que la dictadura de mi país, junto a los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, son los únicos en el mundo que apoyan la masacre de Muamar el Gadafi contra el pueblo Libio.
Ojalá que eso no se olvide ni se excuse tan pronto.

09 marzo 2011

Cándido Bidó, un solidario sin vergüenza

Al día siguiente de llegar a Santo Domingo, comencé a trabajar en la página cultural de El Caribe. Asustado por el “aterrizaje forzoso”, le pedí Freddy Ginebra que me resumiera la cultura dominicana en una pocas claves. Entre las cosas que mencionó estaba la pintura de Cándido Bidó.
Hace poco más de un año tuve una larga conversación con Cándido. Fue en su pueblo, donde él construyó una Plaza de la Cultura para que “ningún niño de Bonao que pueda llegar a ser un artista, deje de serlo por no haber tenido la oportunidad de que le enseñaran lo que es un pincel o una metáfora”.
Mi viaje fue a propósito del Premio Brugal Cree en su Gente. Debía escribir un reportaje sobre los sueños que se llevarían a cabo con los recursos que aportaría la Fundación Brugal. Cándido estaba feliz, orondo. Enumeraba una y otra vez todas las cosas que haría. Trazaba aulas, talleres y salas de exposiciones el aire.
Ese día parecía un hombre al que la muerte no le podía dar alcance. Solo se quejó una vez: “Para ser solidario hay que perder la vergüenza. Yo solo puedo vivir de mis cuadros, de lo que pinto. Pero para ayudar a los demás tengo que pedir ayuda y muchos me han tirado muchas puertas en la cara. Por eso digo que perdí la vergüenza, porque sigo tocando y sigo tocando hasta que reaccionan y me dan una contribución”, dijo.
Por eso la mejor manera de conservar la obra del maestro Bidó no es exhibiendo sus cuadros en los museos, sino garantizando que la Plaza de la Cultura de Bonao no desaparezca. Ese sería el mejor compromiso que los dominicanos podrían hacer con la memoria de Cándido, aquel hombrecito que estaba dispuesto a perder la vergüenza por tal de seguir siendo solidario.

07 marzo 2011

El Che ya es un carnaval

Cuando se padre se tuvo que marchar para las selvas de Bolivia, ella era demasiado pequeña. Los recuerdos que tiene de su voz son los mismos que puedo tener yo, al verlo repetir dos o tres frases hasta el cansancio, en la pantalla en blanco y negro de un televisor ruso. Pero ella quiso imitarlo tanto, que acabó teniendo acento argentino antes de salir de Cuba por primera vez.
Gracias a su condición filial, Aleida Guevara goza de un ventajoso empleo en ese parque temático mundial que es el culto casi morboso a Ernesto Guevara. Habla como él, pestañea como él y se mueve como él. Aún no me explico cómo no ha echado mano a un aparatico de salbutamol para redondear la parodia.
Cuando pensábamos que ya lo habíamos visto todo acerca de ella, la hija del Che decidió sorprendernos y se encaramó en una carroza del carnaval de Brasil. Envuelta como un tamal en una bandera cubana, Aleida se subió a un tanque de guerra de atrezzo y movió sus masas al lado de un bailarín disfrazado de su padre.
“No tengo palabras, es muy emocionante participar en un festival popular típico de Brasil y al mismo tiempo honrar a Cuba y la historia de mi padre”, dijo conmovida, cuando finalizó el desfile de la escuela de samba “União da Ilha da Magia”, de la ciudad de Florianópolis, en el sur de Brasil.
Cuando éramos niños, todas las mañanas nos obligaban a repetir una frase: ¡Pioneros por el comunismo, seremos como el Che! Aunque Aleida tiene otro tipo de lazos con el guerrillero, en su afán por ser como él se le ha ido la mano.

05 marzo 2011

Doña María Ugarte

Conocí a María Ugarte en la sala de su casa. Fui por unos minutos, a pedirle una colaboración para Pasiones (la revista cultural de El Caribe), pero acabamos teniendo una larga conversación. “¡Caramba, si se hizo de noche!”, dijo ella cuando advirtió que la tarde de Santo Domingo ya no estaba entre nosotros.
Me envió su texto con un amigo común. Dentro del sobre encontré  una pequeña nota: “Gracias, Camilo, por permitirme seguir diciendo las cosas que hay que decir”. A los pocos días de comenzar a trabajar en El Caribe, en diciembre del 2000, alguien me comentó que para poder contratarme la empresa había cancelado a “la doña que hacía el suplemento cultural”.
Aunque luego supe que aquel enemigo rumor no era cierto, llevé un incómodo cargo de conciencia hasta el día en que la conocí. Cuando nos presentamos nos dimos la mano. En la despedida, un abrazo y un beso. A partir de ese momento, doña María me hacía constantes llamadas para comentarme el último número de la revista, sugerirme temas, darme consejos o revelarme claves de la vida cultural del país.
Nunca le di las gracias, creo que a ella tampoco le hubiera gustado que lo hiciera. Antes que intelectual o periodista, era maestra. Para ejercer ese oficio fuera de un aula, se necesita el mayor acopio de desinterés posible. La labor que realizó María Ugarte desde su llegada a República Dominicana es de esas que nunca se recompensan lo suficiente.
Pero ahora ha llegado el momento de sus discípulos. El deber de todos los que aprendieron algo de María Ugarte es continuar defendiendo y difundiendo las identidades dominicanas. Mientras eso suceda, ella permanecerá entre nosotros.

01 marzo 2011

Cortinas rompe ideas

En los años setenta del siglo pasado, Cuba entera fue sembrada de cortinas rompe vientos. Interminables filas de casuarinas (un empinado árbol de origen australiano) se entrometieron en el paisaje de la isla, impidiendo la circulación libre de los vientos y cerrando la vista al horizonte.
Una década antes, el régimen ya se había asegurado de sembrar cortinas rompe ideas. Paradójicamente, el último espacio de libertad clausurado por Fidel Castro fue un periódico que se llamaba Revolución (cuyo suplemento cultural, Lunes, era dirigido por Guillermo Cabrera Infante). A partir de ese momento, no hubo ni un medio libre más.
El 15 de septiembre del año pasado, el órgano más radical de la dictadura, CubaDebate, publicó las “10 estrategias de manipulación” que ha descrito Sylvain Timsit. Acostumbrados como están en ese portal a aprovecharse de todo lo que tenga el más mínimo tufo anticapitalista, no repararon en echarle mano al dichoso “top ten”. Ni siquiera repararon en que los define mejor a ellos que a nadie.
Los contenidos producidos por el gobierno cubano sobre la rebelión popular en Libia (desde los textos noticiosos hasta las Reflexiones… del Comandante en Jefe), prueban punto por punto la tesis de Timsit. Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia no tuvieron el más mínimo pudor al mostrarse solidarios con el dictador libio y apoyar su masacre.
De una manera gradual, ese vergonzoso respaldo del principio se ha ido convirtiendo en un silencio igual de cómplice. Mientras tanto, al menos en Cuba, los medios de comunicación se encargan de manipular los acontecimientos. A su favor tienen una cortina rompe ideas. En Cuba, como dije al principio, se impide la circulación libre de los vientos y la vista al horizonte está cerrada.