tag:blogger.com,1999:blog-330308932024-03-27T02:38:22.644-04:00El FogoneroCamilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.comBlogger2183125tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-85585379381301082572024-03-15T08:08:00.004-04:002024-03-15T14:06:58.831-04:00Zaldívar me regala la 1844<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS3pJS5vQmq2QGXvYWR-fUacjNEtSFrYNii48ab8wW5LgBoo4kKNqosNfCiJY9Okdg-zX6tyHrau3upTz-SAi43VaQHi8Q731XlvJy6J3s_n_Qg0jSvGMBHkTXZnht9POQCQ4U96KMjMsgnOKyKxm3vWHIAPvYsTSjsXPy_IjGRr3OVm-lzVxb/s835/432277612_10160124063073230_7709871195186701296_n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="607" data-original-width="835" height="291" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS3pJS5vQmq2QGXvYWR-fUacjNEtSFrYNii48ab8wW5LgBoo4kKNqosNfCiJY9Okdg-zX6tyHrau3upTz-SAi43VaQHi8Q731XlvJy6J3s_n_Qg0jSvGMBHkTXZnht9POQCQ4U96KMjMsgnOKyKxm3vWHIAPvYsTSjsXPy_IjGRr3OVm-lzVxb/w400-h291/432277612_10160124063073230_7709871195186701296_n.jpg" width="400" /></a></div><br />Alfredo Zaldívar me envió una locomotora de regalo. Es una Baldwin 2-8-0 de 55 toneladas, fabricada por BLW en Filadelfia, en 1926. Su número de serie eran el 59220. Fue propiedad del central El Pilar (luego Eduardo García Lavandero) hasta principios de los años 70.</span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">Ya con el número 1844, se la llevaron para las llanuras camagüeyanas, donde hizo zafra por al menos tres décadas. Sus potentes resoplidos (era una de las máquinas más grandes de Cuba) le pusieron música al paisaje agramontino. Como la Banda Gigante del Beny, pasó por Vertientes, Camagüey, Florida y Morón. </div><div style="text-align: justify;">En la portada de <i>La venta de miel </i>(1990), la primera plaquette que publiqué en Ediciones Vigía, usamos varios sellos de correos de Cuba con imágenes de locomotoras de vapor. En uno de ellos, podía apreciarse una Baldwin muy parecida a la 1844.</div><div style="text-align: justify;">Le agradezco a Zaldívar, uno de los cubanos que más he querido, el regalo y los recuerdos que trajo consigo. Aquella experiencia, la de aprender a hacer libros a mano, fue una de esas cosas que uno vive, como diría Calamaro, sólo para tener que recordarlas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjP3bK4_yi4dVwAy2rKiIbpZESeOTP0gInAKoNN9mjZgXlFU2zMpNy14Jsb3cEyJokbtQ1Zvu7OjU8l5DWR6gyKulGkBAtprxtGO3cEUsPc6zBrPgaPLCits_IS9Iru8Xb-Fr33wBXHcfjaZ0TSdmdtkvj39BVumn4jsp-tD-f1zps7bWAlIOiy/s1466/Captura%20de%20pantalla%202024-03-15%20a%20las%207.38.07%E2%80%AFa.%C2%A0m..png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1466" data-original-width="1192" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjP3bK4_yi4dVwAy2rKiIbpZESeOTP0gInAKoNN9mjZgXlFU2zMpNy14Jsb3cEyJokbtQ1Zvu7OjU8l5DWR6gyKulGkBAtprxtGO3cEUsPc6zBrPgaPLCits_IS9Iru8Xb-Fr33wBXHcfjaZ0TSdmdtkvj39BVumn4jsp-tD-f1zps7bWAlIOiy/s320/Captura%20de%20pantalla%202024-03-15%20a%20las%207.38.07%E2%80%AFa.%C2%A0m..png" width="260" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-78438402243650856382024-03-14T21:12:00.004-04:002024-03-14T21:18:06.599-04:00El gusto de equivocarse<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>A propósito del post </i>Martí también se equivocó,<i> Norberto Fuentes me envió esta crónica que comparto en El Fogonero, para reciprocar la publicación en </i>Libreta de apuntes<i> del texto mío y como agradecimiento, otra vez, por la sopa de cebollas y el chuletón.</i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i><br /></i></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0amRy8_KGyh4tlWjx8iu4BSYVFBi7zljqCDlQKRvJ7AgS1YZp2N_Q9epX0HKE_LOa4O9Bx191MqKA5-4dwI7r2wgaKNmQ91UlfuzvOC3sp-GaSyqcxPBjxasihk_HXxvtTSdpS0ZqnkcnlfasuV-f-xq9LisD6G_K0rqZav0ZAhotmZ53I-oR/s4032/IMG_2394.jpeg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0amRy8_KGyh4tlWjx8iu4BSYVFBi7zljqCDlQKRvJ7AgS1YZp2N_Q9epX0HKE_LOa4O9Bx191MqKA5-4dwI7r2wgaKNmQ91UlfuzvOC3sp-GaSyqcxPBjxasihk_HXxvtTSdpS0ZqnkcnlfasuV-f-xq9LisD6G_K0rqZav0ZAhotmZ53I-oR/w400-h300/IMG_2394.jpeg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Diana Sarlabous y yo en el estudio del escritor.</td></tr></tbody></table><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>En la foto, Camilo Venegas con su mujer Diana (que él, curiosamente, llama «mi pareja») en mi casa la noche del 3 de febrero hasta la madrugada del 4 mientras ignoraban los zumbidos de sus celulares emitidos no se de qué otra parte de la Florida donde, creo, habían dejado encerrada en un closet a una tía y que, a Camilo, finalmente un elitista, le pareció inoportuno incluir en la comitiva matrimonial que visitaban al augusto autor cubano, que es el que queda a la derecha de la imagen, la que ha sido captada con otro celular por la que vendría a ser «mi pareja»: la doctora Niurka. Acabamos de llegar de un restaurante que nosotros llamamos «Los Tarros», uno de los establecimientos de la cadena de Longhorn, donde adiestré al discípulo Camilo en el jamado de unos sólidos chuletones de ternera adelantados por bullentes sopas de cebolla y echados a rodar hacia el fondo del estómago con sendas pintas del glorioso laguer bostoniano de Samuel Adams escanciados desde las espitas. Las damas, no. No se cual de ellas imitó a la otra, pero se fueron ambas por unas suaves y —aseguraron ellas— muy saludables ensaladas de las hierbas habituales de la ocasión, lechuga, tomate, berro, brócoli, amén de aderezadas con blue cheese y nueces y uvas y hollejos de mandarina y trocitos de manzana. Vaya, una especie de coctel de frutas sobre gajos picoteados. En fin, que Camilito y yo nos hartamos de carne y del espeso caldo de cebollas y la espumeante laguer bostoniana hasta el cuello (el cuello, pero por dentro). Tanto, que cuando llegamos a mi casa, para el café y las descargas finales de la noche, a mí me había crecido la panza de tal manera que solo puede ser descrita con el lugar común de que parecía un tambor. Días después, cuando recibo de Santo Domingo —donde residen los visitantes— las dos fotos de la velada, en una de ellas el panzón se revela yo diría que de formaobscena. La otra foto es más bonita y estamos los tres sonrientes y felices. Mi advertencia a Camilo, de que si publicaba la foto de la panza iba a matarlo, fue desobedecida de manera rampante. Y a la hora publicar en su blog <i>El Fogonero</i> —bajo el título de «Martí se equivocó»— el gracioso texto que encabeza esta nota y que yo reproduzco en su integridad no tuvo reparos en emplear la imagen prohibida como ilustración. Y ahora yo me veo en esta situación de reservar pasaje en American y en la disyuntiva de decidirme por la Glock o por el machete Gurkha con hoja de 20 pulgadas. Aunque no está mala la idea de encerrarlo en el closet con la tía, si aún la infeliz se encuentra allí, aunque despojado de su celular.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"> <b> Norberto Fuentes</b></span></div>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-8978799412395058882024-03-12T20:47:00.006-04:002024-03-13T05:21:07.694-04:00Martí se equivocó<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgohU0VeIGoP6ye-_VyKh4b1HyLIFBvKDwBx1ipjMHzEDUhdZvyGDVCLfY7BHwbCq7lWN2w5wkbAHimAYLinaeAj1GJ7DTVSyPgFiAg6_p6io7uEhzcPime_ZQdmAsoFstEMcxo6HNAPT21ugi7jkU6h-Tx882zRUnzwWPPnG9RYaJc2HmWOFF6/s4032/IMG_2387.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgohU0VeIGoP6ye-_VyKh4b1HyLIFBvKDwBx1ipjMHzEDUhdZvyGDVCLfY7BHwbCq7lWN2w5wkbAHimAYLinaeAj1GJ7DTVSyPgFiAg6_p6io7uEhzcPime_ZQdmAsoFstEMcxo6HNAPT21ugi7jkU6h-Tx882zRUnzwWPPnG9RYaJc2HmWOFF6/w400-h300/IMG_2387.jpeg" width="400" /></a></div><br />Los amigos no se esconden ni se pasan con ficha, tampoco se convierten en forros (sigo hablando de dominó). Yo, por ejemplo, le tengo un profundo cariño a Norberto Fuentes. Pueden decirme lo que quieran, menos cuestionar el respeto que siento por él y por su obra. </div><div style="text-align: justify;">La lectura en mi adolescencia de un libro suyo, <i>Condenados del Condado </i>(1968)<i>, </i>fue decisiva para que yo intentara escribir. Eso se agradece de por vida. Tirando de ese hilo llegué a sus reportajes periodísticos (de los mejores escritos en la Cuba de los 60) y a <i>Hemingway en Cuba </i>(1984)<i>,</i> obra monumental e irremplazable.</div><div style="text-align: justify;">Conozco a muy pocos cubanos que escriban tan bien como Norberto. Pero aun si fuera mal escritor, defendiera mi derecho a ser su amigo y a admirarlo. Antonio José Ponte también es uno de los cubanos que más quiero y admiro. Es tan buen escritor como Norberto. Los dos se saben queridos por mí y tienen conocimiento de mi cariño por el otro.</div><div style="text-align: justify;">Estoy convencido de que la base de todo no es el limón sino la honestidad. Nunca le he ocultado Norberto a Ponte ni Ponte a Norberto. Todo esto no es más que un ejemplo. No hay necesidad de mentir para querer lograr algo, basta con ser transparente. </div><div style="text-align: justify;">La inmensa mayoría de las cosas que nos han ocultado a los cubanos, no se han logrado. En eso Martí se equivocó, como nos hemos equivocado todos sin necesidad de ser apóstoles.</div>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-4120709270826036012024-03-12T18:56:00.003-04:002024-03-13T14:16:45.531-04:00La intuición de Diana<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY8J3bhEI_UeTfbtgOEqKigAbMKQ-d3ZrxF2tHApKKTAdELSBdaJD-lE-iOyfdS_DnleEmYguj6szLmA6ssC8hYyivy1Sm7JAiIqBLph3m_WJ8rSzM7KDWFuByVbpruM9IxR_nEgO9NS6cwNueq-Ysz2FJhz0c-cpAkzRm17JTAtj_5jbDvnJe/s1200/HenryDavidThoreau_2.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="798" data-original-width="1200" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY8J3bhEI_UeTfbtgOEqKigAbMKQ-d3ZrxF2tHApKKTAdELSBdaJD-lE-iOyfdS_DnleEmYguj6szLmA6ssC8hYyivy1Sm7JAiIqBLph3m_WJ8rSzM7KDWFuByVbpruM9IxR_nEgO9NS6cwNueq-Ysz2FJhz0c-cpAkzRm17JTAtj_5jbDvnJe/w400-h266/HenryDavidThoreau_2.jpg" width="400" /></a></div><br />La intuición de Diana Sarlabous no deja de sorprenderme, por eso siempre acabo haciéndole caso. La semana pasada teníamos comprados dos boletos de avión y habíamos reservado una habitación con vistas a una ciudad en la que sólo hemos estado de paso. Pero a última hora, cuando ya casi salíamos para el aeropuerto, me pidió que nos quedáramos en casa. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;">Lo hizo después de leer cuidadosamente mis intercambios con quienes habían palabreado la invitación. Fui a poner la palabra "cursado" pero, en honor a la verdad, nunca llegó nada formalmente. "</span><span style="font-family: georgia;">Aprovechemos esos boletos para hacer un viaje que siempre has querido", me propuso.</span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">A pesar de que el nuevo destino nos queda mucho más lejos, los pasajes salieron más baratos. Es decir, que el arrepentimiento acabó produciendo dividendos. La intuición de mi Cucha, insisto, me ha salvado de muchas y esta vez, además, me llevará hasta dos lugares esenciales para el Camilo que soy, el que quisiera seguir siendo.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-76500873157830012452024-03-11T08:28:00.004-04:002024-03-11T08:28:56.992-04:00Los últimos días de la cigüita azul en la Loma de Thoreau<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipdzL7KszTg7ocmoOoWdFifmX0JgVV6m-sIM2EamsCg3j5bqAh6tWBVKEt1lLo67CdIsuiOcjg8G18QCK-zeqCAil0uY_NtOY_A7SKFm3alpqjFdQOT2eUTX9fYHfqPphECnIjG7PYE8fIB9H9-jRlx3rEG8e-S41H3cbjdiZgnM0CnSaxp_Lo/s2048/419596368_10160041574503230_7037317313157245668_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="2048" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipdzL7KszTg7ocmoOoWdFifmX0JgVV6m-sIM2EamsCg3j5bqAh6tWBVKEt1lLo67CdIsuiOcjg8G18QCK-zeqCAil0uY_NtOY_A7SKFm3alpqjFdQOT2eUTX9fYHfqPphECnIjG7PYE8fIB9H9-jRlx3rEG8e-S41H3cbjdiZgnM0CnSaxp_Lo/w400-h300/419596368_10160041574503230_7037317313157245668_n.jpg" width="400" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;">Seguimos disfrutando de los últimos días de la cigüita azul (Setophaga caerulescens) en la Loma de Thoreau. Cada vez está más cerca la fecha de su regreso al lugar de América del Norte donde anidará. Esperamos que vuelva en otoño. Nunca faltará el agua en su bañera de girasol para que, en cuanto llegue, se dé uno de esos baños que tanto le gustan.</div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyjN4tZ3mQPQGdeJPlRlDKgPn5D89U7EmslFMBLjVsavp5-LYUzuOPhneDQM5pSjI5EG9X-V24FrQJCu6TA0E0O4IyX8aLsp5AJd6TKYGgGoIBt37oRoyTJSQMex3_A2aQQs6XxROOxBZTMxiFnXORcYTe-odx6b_yYHE81jlem2upMsPUnbBf/s1920/Dendroica_caerulescens_map2.svg.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1861" data-original-width="1920" height="310" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyjN4tZ3mQPQGdeJPlRlDKgPn5D89U7EmslFMBLjVsavp5-LYUzuOPhneDQM5pSjI5EG9X-V24FrQJCu6TA0E0O4IyX8aLsp5AJd6TKYGgGoIBt37oRoyTJSQMex3_A2aQQs6XxROOxBZTMxiFnXORcYTe-odx6b_yYHE81jlem2upMsPUnbBf/s320/Dendroica_caerulescens_map2.svg.png" width="320" /></a></div><span style="font-family: georgia;"><br /><div style="text-align: justify;">En azul, la zona de cría en los bosques caducifolios de Norteamérica, que va desde la región de los Grandes Lagos hasta Nueva Escocia, y de Nuevo Brunswick a Georgia, a lo largo de los Apalaches. En amarillo, la zona donde pasa el invierno en las Antillas, desde Bahamas hasta las islas de Sotavento y en las costas caribeñas de Yucatán, Belice, Guatemala y Honduras.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-19537670270119181692024-03-11T07:43:00.003-04:002024-03-11T08:32:42.893-04:00Kilómetro 101<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgluvVYqWaOOsQcOuS9EWDlnjAc1M_EY1fdQrBO_hC4YhVdNmweP0T1fwDGCJaw-d0m4OnHyj-L-A2f8N6NnnnQt6cLN49VFSdFDSbYd9mhF5QQWuqfbuwt47ogazhbBMGru3_YgOxke4pBgD9DUflrYXh8njjv0uz6DA7Vp-PwyIxQIFhMFcxi/s1200/20231218044439.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="762" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgluvVYqWaOOsQcOuS9EWDlnjAc1M_EY1fdQrBO_hC4YhVdNmweP0T1fwDGCJaw-d0m4OnHyj-L-A2f8N6NnnnQt6cLN49VFSdFDSbYd9mhF5QQWuqfbuwt47ogazhbBMGru3_YgOxke4pBgD9DUflrYXh8njjv0uz6DA7Vp-PwyIxQIFhMFcxi/w254-h400/20231218044439.jpg" width="254" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia, serif;">Leyendo <i>Kilómetro 101</i> compruebo que el socialismo deja los mismos traumas en todas partes y hace que un ruso sienta exactamente lo mismo que un cubano. La angustia de tener que sobrevivir las interminables 24 horas de cada día, les anestesia el más mínimo interés en el futuro.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia, serif;">"Los sentimientos más habituales son dos: el miedo a la muerte y el poco amor a la vida. No quieren pararse a pensar en su futuro: que todo siga como está. No es vida, sino un fin de vida. Celebran las fiestas, beben y cantan, pero si miras a los ojos, si miras a los ojos no ves ninguna alegría", escribe Maxim Ósipov.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia, serif;">Él se refiere a la pequeña ciudad de N., una capital de distrito que está muy cerca de Moscú. Puedo decir lo mismo de Unión de Reyes, Cabaiguán, Jatibonico, Sibanicú o cualquier otro pueblo de Cuba, sin importar en qué kilómetro de la Carretera Central está, cuán lejos o cuán cerca de La Habana queda.<o:p></o:p></span></p></span></div>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-75564848317919052542024-03-08T09:39:00.004-04:002024-03-09T05:16:13.992-04:00Roundabout<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7tX15yWN27gU_b0T3Oq1zBLaMFtRiXEN9Uf2rg3A0366XTbgPmhfjboYC-SV6LEBrMLIqOaW3ttNQAv9IOVgk2NBGLuxlLoZ2f-N9C8BktvLz2_vopktZ626mUV6XlwZ0Saf3aQTn5XwMl57YA5DPfFCQu-lVIebB2zgahADC2fAsVX5y_1wq/s3130/37990023.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2075" data-original-width="3130" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7tX15yWN27gU_b0T3Oq1zBLaMFtRiXEN9Uf2rg3A0366XTbgPmhfjboYC-SV6LEBrMLIqOaW3ttNQAv9IOVgk2NBGLuxlLoZ2f-N9C8BktvLz2_vopktZ626mUV6XlwZ0Saf3aQTn5XwMl57YA5DPfFCQu-lVIebB2zgahADC2fAsVX5y_1wq/w400-h265/37990023.png" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Bladimir y yo en Barcelona, 1993.</td></tr></tbody></table><br /><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES-TRAD">Siempre he reconocido mi gran deuda con Bladimir Zamora. Aunque en casa se escuchaba música cubana a todas horas, fue a la sombra del Bladi que de verdad entendí a María Teresa Vera, el Trío Matamoros, Arsenio Rodríguez, Beny Moré y la Orquesta Aragón, por solo mencionar a los que más oíamos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES-TRAD">En 1992, el año de las Olimpiadas de Barcelona, Bladi estuvo una larga temporada en España. Durante todo ese tiempo, me hice cargo de un programa que él tenía en Radio Ciudad de La Habana. Recuerdo que la tarde en que estábamos coordinando el “traspaso de poderes”, le hice una pregunta incómoda.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES-TRAD">Fue respecto al tema del espacio. Siempre me había llamado la atención que, siendo tan celoso como él era con nuestra tradición musical, escogiera para comenzar su programa el solo de guitarra de “<a href="https://www.youtube.com/watch?v=cPCLFtxpadE">Roundabout</a>”, la descomunal pieza con la que comienza el disco <i>Fragile</i> (1971) de Yes.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES-TRAD">—Para presumir de guajiro, sabes demasiado de rock —me dijo con su voz más ronca y arqueando una ceja. Después de una pausa y ya en tono de complicidad, agregó—: Parece música cubana, ¿verdad?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES-TRAD">A la semana siguiente, cuando fui a grabar el programa, le pedí Chelala, el técnico, que dejara correr el tema un poco más allá del solo de guitarra. Empezó a reírse mientras cortaba la música y le hacía señas a Robert Martin, el locutor, para que comenzara a leer mi guión, que estaba dedicado por entero al cienfueguero Eusebio Delfín.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES-TRAD">—Bladi me advirtió que me pedirías eso —aclaró Chelala—. Y me hizo prometerle que bajo ningún concepto te hiciera caso.<span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></p></span></div>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-58100083136357221142024-03-08T05:07:00.006-04:002024-03-08T08:34:27.988-04:00Mi mujer mundial<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqeHz8xV15Y-oY23JFnIMFkN2IArPaMpHE3SSZ90gIW05JIN0OT9yDbMj7UP4xX_8vdqea4-chPeCVllB8H6j0pJVAFIenWGarmHEBjNl3o3OTF2GOD44ZgkAZ67HTwEB_mBWwjor7VGrgEQiFkNLt8q49BF9vYp5ZmTRAjMy8OrBUJG43kDx-/s4032/IMG_2825.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqeHz8xV15Y-oY23JFnIMFkN2IArPaMpHE3SSZ90gIW05JIN0OT9yDbMj7UP4xX_8vdqea4-chPeCVllB8H6j0pJVAFIenWGarmHEBjNl3o3OTF2GOD44ZgkAZ67HTwEB_mBWwjor7VGrgEQiFkNLt8q49BF9vYp5ZmTRAjMy8OrBUJG43kDx-/w400-h300/IMG_2825.jpeg" width="400" /></a></div><br />El machismo clásico asegura que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Soy la prueba de que eso es totalmente falso. Además de que soy mucho más pequeño, ella es la que está delante... y en cada costado. No me imagino un ángulo de mi vida sin ella. Para mí es impensable no saberla a mi lado, queriéndome o regañándome, aprobándome o exigiéndome cada vez más.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;">Hace 12 años soy el hombre más feliz del mundo, pero sólo me doy cuenta de eso cuando no la tengo a mi lado. Porque hace 12 años que no sé estar solo. A veces, por razones ajenas a nuestra voluntad, nos hemos tenido que separar y los dos (es justo reconocer que a ella también le pasa lo mismo) nos extrañamos tanto que acortamos lo más rápido que podemos la distancia que nos separa. </span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">Hoy celebro a mi mujer mundial. Con música de Calamaro, pero por razones que son sólo mías. Diana Sarlabous es la razón más contundente por la que escribo, siembro y bebo, los tres placeres que más disfruto después de amarla.</div><div style="text-align: justify;">Tú eres, Cucha, mi montaña y mis nubes.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-82002754190316542332024-02-16T08:36:00.002-04:002024-02-16T08:37:57.080-04:00El Fogonero en La Yola Borracha<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/g9b4l8hVl3Q" width="320" youtube-src-id="g9b4l8hVl3Q"></iframe></div><br />Rubén Lamarche es uno de los dominicanos más lúcidos que he conocido. Es un gran conocedor del cine, la literatura y el béisbol. Y alguien que hable sin parar y apasionadamente sobre esos tres temas, puede contar siempre con mi amistad y admiración.</span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">Hace unos días, en los estudios de Bao Radio, nos pusimos a conversar sobre <i>Atlántida. </i>Aquí tienen el video, por si quieren darse una vueltecita.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-70906152608556888042024-02-14T06:16:00.005-04:002024-02-14T06:16:53.392-04:00Un día como ayer<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCag_SI47Z-dhZRIKGyxAtoqYoOQPycM83LTuFa3es1IVBSwX8d_TedN1IreM8GnCYEL3uOgt7DRaNewEOSGxNdCaasgB5hkut7ZXiGjv_BCny5X3Yq3QRA22E4TF1X8It-mZmIOJYFj3lSXkUFO1XYNHKD3eOs5GLEPcYnuAFyvtJzzuJs2SM/s1360/61vzkJ9FGHL._SL1360_.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1360" data-original-width="907" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCag_SI47Z-dhZRIKGyxAtoqYoOQPycM83LTuFa3es1IVBSwX8d_TedN1IreM8GnCYEL3uOgt7DRaNewEOSGxNdCaasgB5hkut7ZXiGjv_BCny5X3Yq3QRA22E4TF1X8It-mZmIOJYFj3lSXkUFO1XYNHKD3eOs5GLEPcYnuAFyvtJzzuJs2SM/w266-h400/61vzkJ9FGHL._SL1360_.jpg" width="266" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i><a href="https://www.amazon.com/-/es/Fernando-Rodriguez-Alvarez/dp/1481990853/ref=sr_1_1?__mk_es_US=ÅMÅŽÕÑ&crid=VM745DE1NPPD&keywords=fernando+rodriguez+alvarez&qid=1707905631&sprefix=fernando+rodriguez+alvare%2Caps%2C135&sr=8-1">Pase usted Señor Jonrón</a>,</i> la conmovedora biografía de Pedro José<br />escrita por Fernando Rodríguez Álvarez.</td></tr></tbody></table><br />Un día como ayer, hace tres años, perdí al más grande héroe de mi infancia. Nadie como Pedro José Rodríguez me hizo aplaudir hasta que me dolieran las manos y saltar con la mayor de las alegrías. Sus hazañas para mí sólo eran comparables con las de Sandokán, el temible tigre de la Malasia. </span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">En 1978 yo también fui campeón. Igual que los argentinos, mi provincia se coronó como reina de la isla, al vencer a Pinar del Río en un juego que se celebró en La Habana y que vimos a través de las pantallas de los televisores soviéticos. Un sólo swing de Cheíto bastó para decidir. Luego él mismo comenzó la jugada del punto final.</div></span><div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;">Mi sentido de pertenencia por Las Villas, mi irrenunciable territorialidad villareña, se deben en gran medida al orgullo que me hacían sentir sus descomunales batazos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;">¡Gloria eterna al Señor Jonrón!</span></div></div>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-78246814351013788152024-02-13T10:01:00.009-04:002024-02-13T10:40:56.321-04:00Un camino de regreso<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; font-size: x-large; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3iZ_KdPod_PzKpulhpKy6IDpVXZGnU5tR1Esz7-zW9ncoy0YfOkMa2iX1-f-1M54nRhzBIBvM4sAHmk5bKq8s4Djtmw3rJ60vtEciOgZwnDqbEOpr0I4XjnTykrpzWEzwZlZhZ5hZ6gQiklcTHEdmc3_gvG_M4qUnXJvYb6KkFkdXSSdqvtAg/s4032/IMG_2592.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3iZ_KdPod_PzKpulhpKy6IDpVXZGnU5tR1Esz7-zW9ncoy0YfOkMa2iX1-f-1M54nRhzBIBvM4sAHmk5bKq8s4Djtmw3rJ60vtEciOgZwnDqbEOpr0I4XjnTykrpzWEzwZlZhZ5hZ6gQiklcTHEdmc3_gvG_M4qUnXJvYb6KkFkdXSSdqvtAg/w400-h300/IMG_2592.jpeg" width="400" /></a></div><br /><div dir="auto" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; text-align: justify; white-space: pre-wrap;">Gracias a un amigo supe de la existencia de <i>Flowering Plants from Cuba Gardens,</i> publicado por The Woman's Club of Havana en 1951. Afortunadamente, di con un ejemplar en Amazon y lo he recorrido de principio a fin, como si anduviera por los senderos de un jardín (esos que siempre se bifurcan). </div><div dir="auto" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; text-align: justify; white-space: pre-wrap;">Es una auténtica joya, no sólo botánica sino también antropológica. Me ha hecho muy feliz descubrir que en la Loma de Thoreau atesoramos las plantas esenciales del follaje cubano y varias de las que formaban parte de los impresionantes jardines del central Soledad (actual Jardín Botánico de Cienfuegos). </div><div dir="auto" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; text-align: justify; white-space: pre-wrap;">Compruebo una vez más que sembrar para mí es también un camino de regreso.</div></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3g1uSoUtUSfA8YZuvJ3im2Yyj44BjHHGSpJHIXtyE8JVJy1-ntcJkTpoQJ0_I0kFRZOWSd9hk1tfxY6FxMoLaUSOFOiR41EjTPF5PGLpy4r2XTZcUxYbqsigtJ7f81Xep4SpM_c2VJXsSvEMqDj_iEqI-28QSVjjauUj3odHnBZBycVm3JORz/s2048/428344979_10160082641633230_855644228891410042_n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1536" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3g1uSoUtUSfA8YZuvJ3im2Yyj44BjHHGSpJHIXtyE8JVJy1-ntcJkTpoQJ0_I0kFRZOWSd9hk1tfxY6FxMoLaUSOFOiR41EjTPF5PGLpy4r2XTZcUxYbqsigtJ7f81Xep4SpM_c2VJXsSvEMqDj_iEqI-28QSVjjauUj3odHnBZBycVm3JORz/w300-h400/428344979_10160082641633230_855644228891410042_n.jpg" width="300" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghUYvkOSAQrdjfiLtm_OszghdO8xImn-h-SFuB-jzMQ7kRDlgq1iCFTn_Tk0uHnm62tv66HN8maPlynSoHc4DUt-QIbmcjMVf-O39blySFfRJM5_6Ln54t8b5Hbl0MXQU6hhiqPi8CtOrPrUPMeE6SIeekM3ZBD1ENtebzicFIVfW26fodoKwU/s4032/IMG_2593.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghUYvkOSAQrdjfiLtm_OszghdO8xImn-h-SFuB-jzMQ7kRDlgq1iCFTn_Tk0uHnm62tv66HN8maPlynSoHc4DUt-QIbmcjMVf-O39blySFfRJM5_6Ln54t8b5Hbl0MXQU6hhiqPi8CtOrPrUPMeE6SIeekM3ZBD1ENtebzicFIVfW26fodoKwU/w400-h300/IMG_2593.jpeg" width="400" /></a></div></div>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-72861798795406746182024-02-01T20:34:00.011-04:002024-02-01T22:41:43.723-04:00La guasabita<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK5dPeeYEzDXlk7xRs_lWyAjdMs-tk5XxUf9P2ub_k4w4ViZfCNbW_2dIDxkkptgBl6mNrFLYKmHfiCryT6eMyoIrrDbhuV4TejjFcrMH73iL3hfh0t2hKgo905Z0IlE9XwDz4RLdK_4sZ0OhvvXB05VuIRz3q5I2NLoNHZKIgCk7SYLmVZn0o/s1500/71ymaCDeQ4L._AC_SL1500_.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1068" data-original-width="1500" height="285" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK5dPeeYEzDXlk7xRs_lWyAjdMs-tk5XxUf9P2ub_k4w4ViZfCNbW_2dIDxkkptgBl6mNrFLYKmHfiCryT6eMyoIrrDbhuV4TejjFcrMH73iL3hfh0t2hKgo905Z0IlE9XwDz4RLdK_4sZ0OhvvXB05VuIRz3q5I2NLoNHZKIgCk7SYLmVZn0o/w400-h285/71ymaCDeQ4L._AC_SL1500_.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los cubanos tradujeron UAZ en guaz, de ahí el apodo de guasabita.</td></tr></tbody></table><br />Desde muy pequeño disfruto coleccionar. Atesoré clavos de línea, boletos de trenes, sellos de correos, fotos de escritores y hasta botellas vacías. Ya en la vejez, me ha dado por acumular "carritos", para complacer al niño que tuvo que ceñirse a los juguetes básicos, no básicos y dirigidos.</span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">Uno de los momentos más felices de mi vida ocurrió en 1981. Estaba becado en la Escuela Secundaria Básica de El Nicho y me dieron unas fiebres tan altas que acabé interno en el hospital del pueblo (la doctora que me cuidó es uno de los personajes de la novela en la que trabajo ahora).</div><div style="text-align: justify;">La mañana del miércoles apareció mi abuela Atlántida en la puerta de la sala. Había hecho el camino a pie desde Crucecitas y no aceptó ninguna de las promesas que le hicieron el director y la doctora. "¡El niño se va conmigo!", sentenció. Después de darse por vencido, Nivaldo (así se llamaba aquel buen hombre) le ordenó al chofer de la guasabita que nos bajara hasta Cumanayagua.</div><div style="text-align: justify;">Cuando abrieron la puerta de aquella cápsula soviética, estábamos junto al tren que nos llevaría de regreso a casa. <span style="text-align: left; white-space: pre-wrap;">A menudo recuerdo su olor, era semejante al de un pasaje de <i>Apocalipsis Now. </i></span>La he encontrado desarmada, pero cuidaré de cada detalle para que me quede perfecta. Como les dije al principio, soy un coleccionista.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKfVGL071cvN7DSMOel4OrIr0u5Fp-5Tidci-LsO7EhwSm0BlsoA_6POiBNxcXOTCgPqq9anXpL9lfxrb7x3IA1XtN9DGao7bF6kGcCpfnksfFCyiy28V9BGGDbVk5l3p_BO9XTV9nYAkSjw73-x0FIxuVGYTfrBhpOw4HKwcTP4mo7dRLEtaL/s1500/51sJ++8XkkL._AC_SL1500_.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="929" data-original-width="1500" height="248" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKfVGL071cvN7DSMOel4OrIr0u5Fp-5Tidci-LsO7EhwSm0BlsoA_6POiBNxcXOTCgPqq9anXpL9lfxrb7x3IA1XtN9DGao7bF6kGcCpfnksfFCyiy28V9BGGDbVk5l3p_BO9XTV9nYAkSjw73-x0FIxuVGYTfrBhpOw4HKwcTP4mo7dRLEtaL/w400-h248/51sJ++8XkkL._AC_SL1500_.jpg" width="400" /></a></div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-89131400641287837842024-02-01T17:53:00.006-04:002024-02-01T17:53:48.315-04:00La hiedra<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjk4E83bxY5rU5q0UhY4BJAQ4Ijfrpx9SZX3wocYuuLVtYM2v2WTsOWk-lYsM07hP0temf73jsdhWjUoqd78dPw1_BAOFpHfXxhq2zFJV8gTZI1Kn1p-AjVsK6GLZ_c_gtPdQ6A8rt00HWf2YFrBRYv0PSgtLVjh5dJq06DHX7CeSzq0ajsDw23/s4032/IMG_2238.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjk4E83bxY5rU5q0UhY4BJAQ4Ijfrpx9SZX3wocYuuLVtYM2v2WTsOWk-lYsM07hP0temf73jsdhWjUoqd78dPw1_BAOFpHfXxhq2zFJV8gTZI1Kn1p-AjVsK6GLZ_c_gtPdQ6A8rt00HWf2YFrBRYv0PSgtLVjh5dJq06DHX7CeSzq0ajsDw23/w300-h400/IMG_2238.jpeg" width="300" /></a></div><br />En una de nuestras caminatas por el madrileño Paseo de los Melancólicos, Diana cortó una pequeña rama de hiedra para ponerla en una jarra con agua. Su intención era adornar una salón que, en aquel momento, estaba totalmente desnudo. </span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">Cuando llegó el día de volver a Santo Domingo, nos dimos cuenta de que había empezado a echar raíces. No nos atrevimos a abandonar. La envolvimos en plástico y la echamos en una de las maletas.</div><div style="text-align: justify;">Ya se comenzado a escalar por uno de los encaches de la Loma de Thoreau. Todas esas piedras serán suyas en un futuro y, parafraseando la canción, sus raíces de nuestros sueños no podrán separarse jamás.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-87762611236447385422024-01-28T09:49:00.002-04:002024-01-28T09:49:11.954-04:00Feliz cumpleaños, Pepe<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzRWRkq_CEsrrVfpJY7KBSOsKYxNUG6PJkbUzkBjBDkY082YM0evREA756ATCHpWHAWw7eBLVMQRsHgL0GolsveyZJPip5KPvDGrSoerCY608U5VFiKWLcuNbNxHS0iNvqmejQqT9XnuWrpL4yMeD_tK57S-NB3Clt3pQjhtyj-5c35oDQP_4W/s3456/DSC03487.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2592" data-original-width="3456" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzRWRkq_CEsrrVfpJY7KBSOsKYxNUG6PJkbUzkBjBDkY082YM0evREA756ATCHpWHAWw7eBLVMQRsHgL0GolsveyZJPip5KPvDGrSoerCY608U5VFiKWLcuNbNxHS0iNvqmejQqT9XnuWrpL4yMeD_tK57S-NB3Clt3pQjhtyj-5c35oDQP_4W/w400-h300/DSC03487.jpeg" width="400" /></a></div><br />En Montecristi, donde José y Máximo firmaron el Manifiesto que nos haría libres. Ese día, Alejandro, Marianera, Diana y yo recorrimos la casa en silencio, como si quisiéramos escuchar a Manana trajinando en la cocina y a Panchito cojear por el largo pasillo donde su padre se metía a caballo.</span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">A pesar de que Cuba sigue con un grillete en el tobillo, feliz cumpleaños, Pepe. Hoy, cerca del punto del mediodía, me beberé un gin tonic a la salud de tu buena estrella y de todos los que, de una manera o de otra, hemos sido alumbrados por ella.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-91092426152276513772024-01-26T20:39:00.001-04:002024-01-26T20:47:00.682-04:00Vida de un viajante<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIj5dJ5yyp2QM-EVb42XyNPktDjwOXw-KIzOMdNCQGU9bt8Zxxns4A5ZN1qQfQYgaojA2RIcmHc9e6oTDDG4hybAo0uUc1kWWVylAazP9QP4TIpDA6_PxtRSCwl8Tukxm1cdB7VbETfeZ07Q7l0p-lQuP5ulYSjyBsiSqBV5BBvVXSnMC0vRJn/s1020/422802128_10160057680378230_6934659730036366346_n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1020" data-original-width="574" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIj5dJ5yyp2QM-EVb42XyNPktDjwOXw-KIzOMdNCQGU9bt8Zxxns4A5ZN1qQfQYgaojA2RIcmHc9e6oTDDG4hybAo0uUc1kWWVylAazP9QP4TIpDA6_PxtRSCwl8Tukxm1cdB7VbETfeZ07Q7l0p-lQuP5ulYSjyBsiSqBV5BBvVXSnMC0vRJn/w225-h400/422802128_10160057680378230_6934659730036366346_n.jpg" width="225" /></a></div><br />Estos dos tomos con obras maestras del teatro norteamericano me cambiaron la vida. Nunca tuve ejemplares propios, porque los compré junto con Alexis Díaz de Villegas y siempre asumimos que eran de los dos. También los leí con el Majá. Íbamos comentando obra a obra mientras O'Neill, Williams, Miller, Odets y Albee nos trocaban las cabezas. </span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">Otro condiscípulo, mi querido Raúl Martín, acaba de conseguirme ambos volúmenes en La Habana. Uno ya perdió la cubierta, el otro también está bastante deteriorado. Pero lo que me importa de esos libros son sus tripas. Ese gran aporte a nuestra cultura que hizo Felipe Cunill al traducir a esos gigantes al idioma que hablábamos en aquella Cuba.</div><div style="text-align: justify;">A veces lo único que necesitamos es un libro. Ya precisaba esos dos y Raúl logró conseguirlos. Acabo de contraer una deuda impagable e incobrable.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-1623362406825654862024-01-25T15:29:00.004-04:002024-01-25T20:10:35.302-04:00Ocujes para la Loma de Thoreau<span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQvIGP_mOfkpq7uI0M2Lk2-mrYdZRwdEqhxuP-SycWMbFcCj65_xcj2gBbJK9njVntnZhjfokHUpUfWwu49UkgcFwwu7DqTnSCkB1dy_2C57yJOExjimOV4jqO4KBBlXLfesawDrz8706WoLQmXFst3eff9FMi0_FVmmo5dGxJn1L3iv-8oQKf/s4032/IMG_2267.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQvIGP_mOfkpq7uI0M2Lk2-mrYdZRwdEqhxuP-SycWMbFcCj65_xcj2gBbJK9njVntnZhjfokHUpUfWwu49UkgcFwwu7DqTnSCkB1dy_2C57yJOExjimOV4jqO4KBBlXLfesawDrz8706WoLQmXFst3eff9FMi0_FVmmo5dGxJn1L3iv-8oQKf/w400-h300/IMG_2267.jpeg" width="400" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: justify;"><div dir="auto" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; text-align: justify; white-space: pre-wrap;">El ocuje (Calophyllum calabamara, mara para los dominicanos) es uno de los árboles preferidos de Diana y, tampoco voy a negarlo, un frondoso recuerdo del paisaje de Cienfuegos, la ciudad que más me gusta a mí. Sus brillantes hojas y su generosa sombra siempre me conducen a la calle Casales, donde mi tía Caridad Yero vivió a finales de los 70 y principios de los 80.</div><div dir="auto" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; text-align: justify; white-space: pre-wrap;">Como necesito reforestar un lindero en la Loma de Thoreau, fui con una carretilla <a style="color: #385898; cursor: pointer;" tabindex="-1"></a>hasta el vivero más cercano de casa. Conseguí ocho, de manera que serán tres viajes (aproveché y compré una eugenia, que es el dormitorio preferido de las aves migratorias. </div><div dir="auto" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; text-align: justify; white-space: pre-wrap;">Pocas cosas me producen más felicidad que ver a esas matas creciendo, a través de los años, en la Cordillera más alta del Caribe.</div></div></div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-65909235963622477652024-01-24T19:27:00.004-04:002024-01-25T05:27:25.122-04:00Una receta de fray Ángel<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivgWMebGcTlmd5cKN_lSQI1ek7Ov3FFJB6S1fQNmjIeOp0HmaMXEK0u3NRLjfEIa2AYibWpCWvegAa2Oamaetlxd3tykO-zea7mBSIz5lex2kkNr2BWLFwIHag1r3XUOSG1ydX9UXir9GduLlrHGTkk5dJpNRht7o2crH-7gd0le5mz1ZU8u9G/s4032/IMG_2263.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivgWMebGcTlmd5cKN_lSQI1ek7Ov3FFJB6S1fQNmjIeOp0HmaMXEK0u3NRLjfEIa2AYibWpCWvegAa2Oamaetlxd3tykO-zea7mBSIz5lex2kkNr2BWLFwIHag1r3XUOSG1ydX9UXir9GduLlrHGTkk5dJpNRht7o2crH-7gd0le5mz1ZU8u9G/w400-h300/IMG_2263.jpg" width="400" /></a></div><br />Fray Ángel Ramón Serrano García es el cocinero del Monasterio Santo Espíritu, en Gilet, Valencia. Además de seguirle en YouTube, donde es toda una celebridad, he comprado su libro de recetas. Todas son tradicionales y muy simples, con apenas los ingredientes básicos. Ayer en casa hicimos sus patas de cerdo con garbanzos. Quedaron tan ricas, que hoy las repetí.</span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">Antes, a fray Ángel le llamaban el cocinero del monasterio. Ahora a Santo Espíritu le llaman el monasterio del cocinero. Diana y yo nos hemos prometido ir a conocerle y a probar sus platos cocinados por él. Les recomiendo sus videos en YouTube. Mientras cocina, da deliciosas lecciones sobre el arte del buen vivir, algo que es mucho más sencillo de lo que creemos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9uO35qJ0KMhg_xGMybK0hBkgbvvHD4puG9r6F-CAGSw2dqJjxtbPnz33vL1KsZdguK0bP7jxB5P8XhxwMiUQPvkY8yddvc6bL7dT5meTOd73paUSvgW7J8RhxgKM_gs0VnNChDKst4uzQXJyXDiZ6Ju8YPXLfPld39binB0u6_Etu2SLVhfS2/s4032/IMG_2251.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9uO35qJ0KMhg_xGMybK0hBkgbvvHD4puG9r6F-CAGSw2dqJjxtbPnz33vL1KsZdguK0bP7jxB5P8XhxwMiUQPvkY8yddvc6bL7dT5meTOd73paUSvgW7J8RhxgKM_gs0VnNChDKst4uzQXJyXDiZ6Ju8YPXLfPld39binB0u6_Etu2SLVhfS2/w300-h400/IMG_2251.jpeg" width="300" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiex9YOu1UA_N3SDuaBhvnzk6qgg0P9Efv8ctBAVQvEuDibxNtCVd6YnXKdGIlaNhExKSZZ5r9TzxWqaxayEnnwJS7DSBK9Z8RD7v6NgeworZvlUGSavG6BXufEJouT8IY1PwW3GrfGddfmRWKhcEl2dq_tzJne_2cuJbicMDhrm_kQUMZYlibn/s4032/IMG_2252.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiex9YOu1UA_N3SDuaBhvnzk6qgg0P9Efv8ctBAVQvEuDibxNtCVd6YnXKdGIlaNhExKSZZ5r9TzxWqaxayEnnwJS7DSBK9Z8RD7v6NgeworZvlUGSavG6BXufEJouT8IY1PwW3GrfGddfmRWKhcEl2dq_tzJne_2cuJbicMDhrm_kQUMZYlibn/w400-h300/IMG_2252.jpeg" width="400" /></a></div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-11109895654573189432024-01-23T16:21:00.005-04:002024-01-24T16:23:39.645-04:00A Carlos Pérez Peña<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdEvM6WBjMwgWz6JPCxPB-S4tgOo1bSiSwXvhNx3Y49qW2eAGgQdyTn-_2P6xQMmwgJmxLkaF-6KQWG_35TwI1hsrKFmHZKXI5nxVjZ-AKdwHL7dDRbh411MjP5des30QzOEDavHpASWiTURKSHP3i4oNvRhT3scvGHGkU_nhcbAwTDw8uz8fg/s1080/WhatsApp%20Image%202024-01-23%20at%203.34.19%E2%80%AFp.%C2%A0m..jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="810" data-original-width="1080" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdEvM6WBjMwgWz6JPCxPB-S4tgOo1bSiSwXvhNx3Y49qW2eAGgQdyTn-_2P6xQMmwgJmxLkaF-6KQWG_35TwI1hsrKFmHZKXI5nxVjZ-AKdwHL7dDRbh411MjP5des30QzOEDavHpASWiTURKSHP3i4oNvRhT3scvGHGkU_nhcbAwTDw8uz8fg/w400-h300/WhatsApp%20Image%202024-01-23%20at%203.34.19%E2%80%AFp.%C2%A0m..jpeg" width="400" /></a></div><br />Nunca se lo he dicho, pero estudié teatro por su culpa. A mediados de los años 70, en una de las vacaciones que me tocaban con mi padre, conocí La Macagua. Él vivía en Manicaragua y se había hecho amigo de Sergio Corrieri, con quien solía irse de pesquerías al puerto de Casilda y al lago Hanabanilla.</span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">Un día, como no tenía con quien dejarme, me llevó hasta el campamento del Grupo de Teatro Escambray. Tota, la madre de Sergio (muchos años después supe que se llamaba Gilda Hernández), se encargó de cuidarme. Me hizo un enorme bistec empanizado y se sentó a fumar frente a mí hasta que lo terminé.</div><div style="text-align: justify;">Era un fin de semana y no había casi nadie en el campamento. Desde una nave que estaba en el centro de todo, se escucharon unos gritos. Me asomé por una de las persianas. Un hombre se movía en círculos y decía cosas incompresibles. No entendía nada, pero tampoco podía dejar de mirar.</div><div style="text-align: justify;">Tiempo después, cuando el Grupo se presentó en mi escuela, supe su nombre completo: Carlos Pérez Peña. Al bajar del escenario me reconoció. Cuando me llamó por mi nombre delante de todos y me abrazó, me sentí el estudiante más importante de toda la enseñanza media en Cuba.</div><div style="text-align: justify;">De pequeño quería ser ferroviario. Pero después de ver a aquel hombre moviéndose en círculos y diciendo cosas incompresibles, algo me cambió para siempre. Desde entonces vivo en dos mundos: el real y otro en el que doy vueltas dentro de mí hasta dar con lo que quiero decir.</div><div style="text-align: justify;">Hoy Raúl Martín puso en sus manos un ejemplar de <i>Atlántida</i> que le envié. Es la mejor manera que tengo de agradecerle lo que hizo por mí. Puedo reconstruir la escena detalle a detalle, a pesar de que la única luz que la alumbraba era la que entraba por las ranuras de las persianas. </div><div style="text-align: justify;">En una de ellas estaba yo. Con pantalones cortos y parado de puntillas, lleno de asombro, con una rara emoción que me dura hasta hoy. Gracias otra vez, Carlos Pérez Peña, por haberme iniciado en el misterio de la creación.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-30573489736195706852023-12-15T05:59:00.002-04:002023-12-15T05:59:11.257-04:00Mal Tiempo<span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV9YaAhN98K2gMZcfCmXuXVkurfY8FOviFRlIskG0yKFz7tlDcCqae9m4w8rmOJtdRqgAPim0nv9dRxnrUmLIQcANytIW0L1PvXW9tdmcZnnhBUnqBSDVC7olWTfHcYHOXXtqsR5trdi_fskUasGMe4ZsvBK-3g4XIfS4J3U32lTDD9HzdwDBa/s834/full-BatallaMalTiempo-750x494.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="469" data-original-width="834" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV9YaAhN98K2gMZcfCmXuXVkurfY8FOviFRlIskG0yKFz7tlDcCqae9m4w8rmOJtdRqgAPim0nv9dRxnrUmLIQcANytIW0L1PvXW9tdmcZnnhBUnqBSDVC7olWTfHcYHOXXtqsR5trdi_fskUasGMe4ZsvBK-3g4XIfS4J3U32lTDD9HzdwDBa/w400-h225/full-BatallaMalTiempo-750x494.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>(fragmento de la novela <i>Atlántida)</i><br /><br /><div style="text-align: justify;">La maestra Mary y Claudio Yero, mi bisabuelo, contaban la batalla de Mal Tiempo de maneras muy diferentes. Sólo coincidían en que ese día cambió el curso de la Guerra de Independencia. Como las películas sobre los mambises siempre son en blanco y negro, me imagino todo sin colores.</div><div style="text-align: justify;">Claudio ya estaba ciego, pero abría bien los ojos cuando recordaba el 15 de diciembre de 1895. “Los trenes andaban como locos para arriba y para abajo —decía siempre—. Oír aquellos pitazos de alarma y ver tantos cañaverales ardiendo le ponían a uno los pelos de puntas”.</div><div style="text-align: justify;">La maestra decía que, a pesar de que los soldados españoles superaban ampliamente en número a los mambises, la capacidad estratégica de Máximo Gómez y el gran valor de Antonio Maceo en el campo de batalla fueron decisivos para la victoria de los cubanos. </div><div style="text-align: justify;">Claudio Yero, sin embargo, creía que los libros exageraban o mentían y aseguraba que todo no fue más que un crimen. “Ahí lo que había era un batallón de quintos que acababan de traer de Canarias —insistía—. Eran niños que lo soltaron todo y se mandaron a correr muertos de miedo. Los mambises los tasajearon”. </div><div style="text-align: justify;">Mi abuelo tenía un marcador en la página 207 del primer tomo de <i>Crónicas de la guerra, </i>el libro de José Miró Argenter. Con lápiz de tinta subrayó “¡entró la nave en alta mar!”, la frase que dijo Maceo poco antes de que el corneta tocara a degüello. Había leído tanto esa parte que se desencuadernó. </div><div style="text-align: justify;">“Todo el terraplén está empedrado de cadáveres. En un reducido espacio yacen más de un centenar de hombres mutilados y la tendalera sigue por todo el camino de Mal Tiempo”, leo. Busqué tendalera en el diccionario: “desorden de las cosas que se dejan tendidas por el suelo”.</div><div style="text-align: justify;">“¡Entró la nave en alta mar!”, dije empuñando el libro. Al tratar de dar el primer machetazo con él, se me fue de la mano y las hojas que se le habían soltado salieron volando. Las recuperé todas, pero no me dio tiempo a organizarlas. Dejé algunas al derecho y otras al revés.</div><div style="text-align: justify;">La maestra Mary dio un punterazo en el centro del mapa de Cuba, muy cerca de Cruces, más o menos por donde deben de estar Mal Tiempo, la loma de La Rioja, el Paradero de Camarones y los Mangos de La Flora. A ella le encantaba andar con el puntero en la mano, incluso cuando no lo necesitaba. </div><div style="text-align: justify;">—El combate de Mal Tiempo, que como ustedes saben ocurrió muy cerca de aquí —nos dijo—, tuvo un alto costo para los españoles, quienes perdieron a ciento cuarenta y siete hombres contra sólo cuatro de los cubanos. Gracias a esa aplastante victoria de los mambises contra el ejército colonial, la guerra se extendió al occidente.</div><div style="text-align: justify;">Claudio Yero decía que ese día la historia pasó por la puerta de su casa. Él y Pequeña, mi bisabuela, vieron a la columna de hombres acercarse por el camino de la loma de La Rioja y salieron a esperarla. Máximo Gómez inclinó la cabeza y se tocó el ala del sombrero para saludarlos. Maceo miraba para otra parte.</div><div style="text-align: justify;">“Después de los hombres uniformados, empezaron a pasar harapientos y al final negros desnudos —contaba Claudio—. Yo le dije a Pequeña que entrara para la casa, pero esa mujer era muy rebencuda. Iban con los machetes embarrados de sangre. Así mismo pelaban las cañas y se las comían. Un negro llevaba el brazo que le habían cortado y la cabeza del que se lo cortó”. </div><div style="text-align: justify;">Cerca de la casa de Claudio y Pequeña había un corte de caña del ingenio Hormiguero y un ferrocarril portátil llegaba hasta él. Después de coger todas las cañas que quisieron, los negros que iban al final de la columna volcaron los pequeños vagones y les prendieron fuego. </div><div style="text-align: justify;">—Luego quemaron la locomotora —recordaba siempre mi bisabuelo—. Era una Koppel, aquella maquinita llegaba a donde fuera.</div><div style="text-align: justify;">Un oficial ordenó que no tocaran la casa y se quedó mirando a Pequeña, esperando a que ella le diera las gracias. Pero mi bisabuela no lo hizo. Con las manos entrelazadas en la espalda, temblando de frío y envuelta en una nube de polvo, se mantuvo parada hasta que pasó el último hombre. </div><div style="text-align: justify;">“Yo no me fijé en el caballo de Maceo, pero supongo que era el famoso caballo blanco —decía Claudio—. El de Gómez era inmenso y mantenía el paso con una elegancia que jamás he vuelto a ver en una bestia. A la legua se veía que aquel era el mejor caballo de la tropa”. </div><div style="text-align: justify;">Como ya estaba ciego, dibujaba en el aire las cosas que iba diciendo. Con sus brazos fue describiendo al caballo. Por eso supe que tenía una cola larguísima. Según contaba, a la mañana siguiente fue al pueblo a dar el parte de los vagones quemados. Entonces se enteró que habían acampado en La Flora y que la zafra, que aún estaba por empezar, ya se había acabado. </div><div style="text-align: justify;">“Ese día ardieron muchas fortunas por aquí —repetía—. La mayoría de los ingenios desmontaron sus máquinas y lo dieron todo por perdido. No molieron ni Hormiguero, ni Andreíta, ni San Agustín, ni San Francisco, ni Dos Hermanos, ni Santa Catalina, ni Parque Alto, ni San Lino… Aquello fue el fin del mundo”.</div><div style="text-align: justify;">Durante la clase sobre Mal Tiempo, la maestra Mary nos prometió que haríamos una visita al Monumento. Caminaba por toda el aula, blandía el puntero como si fuera un machete. Ella trataba de que nos imagináramos a la caballería mambisa, pero muchos estábamos más pendientes de su cara y de sus senos que del ataque del ejército libertador.</div><div style="text-align: justify;">Claudio Yero, además de quedarse ciego, tuvo gangrena en una pierna y se la amputaron. Ya no se levantaba de la cama, pero todavía tenía a mano las botas y el machete. Cada vez que le hacíamos la visita, se enderezaba y pedía que le alcanzaran el sombrero para inclinar la cabeza y tocarle el ala.</div><div style="text-align: justify;">Como tenía más de cien años, la memoria le había empezado a fallar. A veces olvidaba el nombre de algunos de sus hijos y no reconocía que se había quedado ciego. “Ahorita, cuando me despierte —decía con los ojos apretados—, voy a ir al patio a tumbar unas guayabas para que Atlántida te haga una mermelada”.</div><div style="text-align: justify;">Después tanteaba el aire en busca del machete y las botas. Le ponía de muy mal humor verse desvalido. “¿Yo te he contado que tuve delante de mí a Máximo Gómez y a Antonio Maceo? —me volvía a preguntar—. Ese día la historia pasó por la puerta de mi casa”. </div><div style="text-align: justify;">Igual que las páginas desencuadernadas del libro, algunos recuerdos le salían al derecho y otros al revés. No siempre lograba terminar los cuentos. Poco a poco se iba hundiendo en el bastidor hasta que empezaba a roncar. Entonces Aurelio y yo salíamos de su cuarto tratando de no hacer ruido.</div><div style="text-align: justify;">—Aquello fue el fin del mundo —le oímos decir un día, entre ronquido y ronquido.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-13941534808145361882023-12-07T11:43:00.002-04:002023-12-07T11:47:50.766-04:00Adiós, maestro Gustavo<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihjow9-5g_dgcv_RWsHq5MjwyA2Kj7J4ai7REt1T4trtJcRD3ZmtNL4w1DTUVrp4fNpDkWExrc9rLYHCXcEHSGDNqs9CaziTFxRUSRjAmOQdDNZt8i5RMRglSZxHDEDW-ldK91TfGxCkECaChlSA3w2TlmANuTZ8FQtUIZJfK5kziAG6h-CRZI/s1600/DSC00476.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihjow9-5g_dgcv_RWsHq5MjwyA2Kj7J4ai7REt1T4trtJcRD3ZmtNL4w1DTUVrp4fNpDkWExrc9rLYHCXcEHSGDNqs9CaziTFxRUSRjAmOQdDNZt8i5RMRglSZxHDEDW-ldK91TfGxCkECaChlSA3w2TlmANuTZ8FQtUIZJfK5kziAG6h-CRZI/w400-h300/DSC00476.JPG" width="400" /></a></div><br />Fíjense bien en el hombre que está sentado en el banco que hay casi al final de la acera, entre dos de las puertas del antiguo (e irreconocible) Bar Arelita del Paradero de Camarones.</span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">Es el maestro Gustavo Molina, de quien aprendí lecciones fundamentales que aún hoy me son útiles. Él, además, es uno de los protagonistas de mi novela "Atlántida" y uno de los lectores que más deseaba para ella.</div><div style="text-align: justify;">Lamentablemente, no alcanzó a ver el libro. Acabo de recibir una nota de una querida amiga donde me avisa que ha fallecido hoy, a primera hora de la mañana. Con Gustavo pierdo a mi primer maestro y una de las razones más poderosas que me quedaban para volver a mi lugar en el mundo.</div><div style="text-align: justify;">Hace apenas unas semanas falleció Yayiya, otra querida maestra de mi pueblo. A quien siempre recuerdo, tanto por sus enseñanzas como por sus famosas “líneas”. Si uno dejaba de hacer la tarea, al otro día debía volver con la frase “Debo completar mis deberes de estudiante todos los días” escrita cien, quinientas o mil veces, dependiendo de las reincidencias.</div><div style="text-align: justify;">Me gustaría creer en la sobrevida por Gustavo y Yayita. Pocos maestros me enseñaron tanto como ellos. Aún hoy me sigo rigiendo con reglas que ellos le impusieron al niño que fui. Me gustaría puedan seguir educando de la manera que ellos lo hacían, que otros aprendan todo lo que yo aprendí con ellos, así sean ángeles.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-91839798637195000672023-12-06T13:46:00.004-04:002023-12-06T13:46:50.696-04:00Mañana en la Ciudad Corazón<p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia; font-size: medium;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpFhMkpnKZBQPKfpGWIM2x7NMaU9D3-Eavy3gvSh8fGJhPyySQyNz5eA5qEHE4mE86CmLgcvZd7_XA7K54GtrpEKVsXHx1XirASJLvVEJKLGRcuE_SkR90E5wj22OTAOX6N5SR8KV1o5gaJ-fcaHyOLJ4_yhnWQahjOQcOOIg6ZG76H4tvXR11/s1000/3282236106961411011.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="522" data-original-width="1000" height="209" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpFhMkpnKZBQPKfpGWIM2x7NMaU9D3-Eavy3gvSh8fGJhPyySQyNz5eA5qEHE4mE86CmLgcvZd7_XA7K54GtrpEKVsXHx1XirASJLvVEJKLGRcuE_SkR90E5wj22OTAOX6N5SR8KV1o5gaJ-fcaHyOLJ4_yhnWQahjOQcOOIg6ZG76H4tvXR11/w400-h209/3282236106961411011.jpeg" width="400" /></a></span></div><span style="font-family: georgia; font-size: medium;"><br />Mañana vuelvo a mi casa en la Ciudad Corazón.</span><p></p>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-70998500811881499402023-12-06T11:39:00.000-04:002023-12-06T11:39:00.365-04:00Mares de Galicia<span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfYCehB47dSZDGhLtnBWmcenwa1z5VqzaIkDolxLArrdKjNZjo6pRlp2n5RxJSGFKmVKTUbZML0xcg4xlCl0MIMPBjSa_7c4VWUDOZxJgUrQXtk4WK7K07Kbj-Tuq81FH05i5ME3o_7OhOawsPyiF-jWQzeY1N9kwNUGzwTfTF2fISkDZg5U-2/s4032/IMG_1348.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfYCehB47dSZDGhLtnBWmcenwa1z5VqzaIkDolxLArrdKjNZjo6pRlp2n5RxJSGFKmVKTUbZML0xcg4xlCl0MIMPBjSa_7c4VWUDOZxJgUrQXtk4WK7K07Kbj-Tuq81FH05i5ME3o_7OhOawsPyiF-jWQzeY1N9kwNUGzwTfTF2fISkDZg5U-2/w400-h300/IMG_1348.jpeg" width="400" /></a></div><br />Cada vez que el mar y yo<br />nos reencontramos, <br />busco en él a la costa <br />de mi provincia.<br />Huyendo de mí,<br />entre Isla Morada<br />y Matecumbe, <br />mirándonos <br />en el espejo de arena<br />de Sunny Isles,<br />descubriendo al frío<br />en Upper Bay,<br />empujando al mar<br />nuestra barca<br />en Calella de Palafrugell<br />o aquí,<br />en el Atlántico Norte,<br />donde los faros avisan<br />el fin de la tierra,<br />siempre acabo buscando<br />al mar del que vengo.<br /><br />Lo mismo le debió ocurrir<br />a mis antepasados,<br />Venegas y Nodal,<br />Yero y Mosteiro.<br />Cada vez que llegaban<br />a los puertos de Casilda, <br />Isabela de Sagua<br />o Caibarién,<br />siempre que metían los pies<br />en los sargazos<br />de Rancho Luna<br />o se lanzaban al azul sombrío <br />de Pasacaballos,<br />esto es lo que veían.<br /><br />Mares de Galicia,<br />ellos vivieron para recordar<br />esto que mis ojos<br />alcanzan a ver por primera vez.</span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-21019032570610491882023-11-17T07:14:00.002-04:002023-11-17T07:14:20.861-04:00Los mudos de la montaña<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjs7izvSobjpKlPQlUujmmZ3gudmG_wIbvQE980bY3h1fWjjNjarnGrHFzvMmkFVO77FdwyjXWDpz1zqc7FbnMOGa8512g5p3EgqlXXY4H74sE0d5dRqTRjmEFiyEGwkIPNkMBzSXbvL3DhkoaEE-slqxazcG62gNjTsh7_hKlPQB21UTERiMEo/s1148/Captura%20de%20pantalla%202023-11-17%20a%20la(s)%207.05.42%E2%80%AFa.%C2%A0m..png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1148" data-original-width="898" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjs7izvSobjpKlPQlUujmmZ3gudmG_wIbvQE980bY3h1fWjjNjarnGrHFzvMmkFVO77FdwyjXWDpz1zqc7FbnMOGa8512g5p3EgqlXXY4H74sE0d5dRqTRjmEFiyEGwkIPNkMBzSXbvL3DhkoaEE-slqxazcG62gNjTsh7_hKlPQB21UTERiMEo/w313-h400/Captura%20de%20pantalla%202023-11-17%20a%20la(s)%207.05.42%E2%80%AFa.%C2%A0m..png" width="313" /></a></div><br />Esta es la primera página de un nuevo viaje literario en el que me he embarcado y que empezó hace unas semanas. Siempre creí que, terminada <i>Atlántida,</i> me pasaría mucho tiempo sin que se me ocurriera nada. Pero no fue así. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;">Antes de que el libro saliera de la imprenta, ya me había marchado del Paradero de Camarones y, después de una travesía en barco a través del lago Hanabanilla, encerrado en las ruinas de una vieja escuela en El Nicho. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;">Allí permanezco. Es 2023, en un lugar prácticamente deshabitado, donde solo aparecen un traficante de café, el patrón de un barco, un arriero y... los mudos de la montaña.</span></div>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-51091858469285095242023-11-07T20:03:00.005-04:002023-11-08T10:44:10.309-04:00Un talismán<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXWjd5F3pUh1dIr0yzp4KKFDHxOjOIqgbkTm3oTizlnJ_oLRcX7EjhRI6KIrBvdD54sOVYRSV6NdFTKiQm7BsqkLuV9R-YCsehW6iiCER2EJF_RWFJDWNRmwVSw_gvvxwMzNbwu68ZznOyzOFnhmXcYK6f_JhWY3aHvDYivE2My8TP-45Ksy7l/s4032/IMG_1033.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXWjd5F3pUh1dIr0yzp4KKFDHxOjOIqgbkTm3oTizlnJ_oLRcX7EjhRI6KIrBvdD54sOVYRSV6NdFTKiQm7BsqkLuV9R-YCsehW6iiCER2EJF_RWFJDWNRmwVSw_gvvxwMzNbwu68ZznOyzOFnhmXcYK6f_JhWY3aHvDYivE2My8TP-45Ksy7l/w400-h300/IMG_1033.png" width="400" /></a></div><br />Nuestro querido primo Mario José Sosa (a quien Diana Sarlabous Sosa considera su hermanito menor) me envió este bourbon desde Cookeville, Tennessee. Gracias a la generosidad de dos emisarios, por fin hoy llegó a mis manos.</span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">Old Crow era la bebida preferida de William Faulkner, mi escritor preferido. Se lo servía en una taza de metal, donde mezclaba el destilado con una cucharada de azúcar, menta triturada y unos cubos de hielo. </div><div style="text-align: justify;">Mint julep, así llamaba a aquel mejunje cuyas propiedades medicinales defendía con vehemencia. También sostenía que el hecho de beber bourbon tenía una “relación muy cercana con la literatura”. </div><div style="text-align: justify;">—Escribo por la noche y el whiskey mantiene en mi cabeza tantas ideas —aseguraba Faulkner—, que luego soy incapaz de recordarlas a la mañana siguiente.</div><div style="text-align: justify;">Después de todo lo dicho, comprenderá que para mí no se trata de una botella, sino un talismán. Y como tal la conservaré, junto a <i>El ruido y la furia, Luz de agosto, Santuario, ¡Absalón, Absalón! </i>y<i> Mientras agonizo.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEignmnOkU_qsl5_oR82Y9aqeoUgfH6yQ2x5j6bLzXSHAisnDm78c3XLBIknnZ1-PlZ0QEKeJA3Haz44dCaSGCQzezxSV6Au3HGTx0iJ2RoQuw195U9MyRceql4yQ3SPCtZDN_OUSVWcIJkFl3o4RuPBv0RyyqjirVyDjKASjVBQYBc9wqIThphD/s4032/IMG_1037.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEignmnOkU_qsl5_oR82Y9aqeoUgfH6yQ2x5j6bLzXSHAisnDm78c3XLBIknnZ1-PlZ0QEKeJA3Haz44dCaSGCQzezxSV6Au3HGTx0iJ2RoQuw195U9MyRceql4yQ3SPCtZDN_OUSVWcIJkFl3o4RuPBv0RyyqjirVyDjKASjVBQYBc9wqIThphD/w400-h300/IMG_1037.jpeg" width="400" /></a></div></div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-33030893.post-78092916238773181902023-10-29T07:53:00.016-04:002023-10-29T10:40:47.226-04:00Mi gallina<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5TRaszwmRFKlUk_vy4zexjS97l4kepUkbrRIXiY6zsTbT_MDIiuoVqtOYtirEMAHBLYhVNquXpuF3j0m6ZYqkmMA7dx8zogaBNebI66pU4a_25gt_ADEWx5-ZzZyXx3h7LeA6zTGKrMRLMuhAI0jsA3tzTZGEJGXsVbWguGSo75HQWYkQfwxL/s4032/IMG_0852.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5TRaszwmRFKlUk_vy4zexjS97l4kepUkbrRIXiY6zsTbT_MDIiuoVqtOYtirEMAHBLYhVNquXpuF3j0m6ZYqkmMA7dx8zogaBNebI66pU4a_25gt_ADEWx5-ZzZyXx3h7LeA6zTGKrMRLMuhAI0jsA3tzTZGEJGXsVbWguGSo75HQWYkQfwxL/w400-h300/IMG_0852.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Me debatía con el frío, los 2,612 metros de Bogotá y un Highland Park a las rocas, cuando grité: "¡Oye a mi gallina!". Diana me miró asustada. Pensó que el mal de altura me había hecho enloquecer. "¡Oye a mi gallina!", insistí. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;">Diana me tomó de las dos manos y, mientras me las apretaba con fuerza, me suplicó que me callara con tal cara de susto, que decidí explicarle. En las bocinas del local sonaba Celina González, acompañada por el Conjunto Campo Alegre, en "¡Qué viva Changó!".</span></div><span style="font-family: georgia;"><div style="text-align: justify;">"¡Por ella nuestra gallina se llama Celina!", dije mirando a las mesas que teníamos alrededor, para que no se quedaran con la idea de que estaba loco. Poco después, Polo Montañez nos sorprendió con "Un montón de estrellas". Luego, Barbarito Diez remató la tarde con "Caballo viejo". </div><div style="text-align: justify;">Es impresionante cómo los colombianos siguen consumiendo lo mejor de nuestra música. Mientras, La Habana se derrumba a ritmo de reguetón.</div></span>Camilo Venegashttp://www.blogger.com/profile/07181058454420500409noreply@blogger.com0