15 abril 2024

Michel Camilo: "sólo que el guaya la yuca cosecha el éxito"


(Publicada originalmente en Diario Libre, el 10 de febrero de 2004)

Michel Camilo apenas ha dormido y está prácticamente afónico. Aún no se recupera de una de las noches más felices de su vida. El pianista dominicano declinó asistir a la gala de los Grammy para dar un concierto en el Festival de Jazz de Boston. Por ello, recibió un diploma de gratitud a nombre del senado de Massachusetts. Un minuto antes de que empezara el concierto llegó la noticia. Primero oyó una ovación. Luego supo que era por él, por su Grammy. El auditorio estuvo varios minutos de pie. No contentos con eso, muchos hicieron una larga fila para saludarlo en persona.
 

¿Cómo pudo empezar a tocar después de una algarabía semejante?

Ni yo mismo lo sé. Tuve apenas unos minutos para recuperarme de la euforia. El público no cesaba de aplaudir y sólo pude callarlos con el sonido del piano. Luego supe que se habían agotado todos los discos en apenas una hora. Fue un concierto muy emotivo y la fiesta duró hasta el amanecer. Creo, sobre todas las cosas, que ese premio es la prueba de que ha valido la pena tanto sacrificio.

 

¿Lo esperaba, creía que tenía posibilidades?

Todos los trabajos nominados son muy buenos. Uno de mis maestros y uno de los músicos que más admiro, Chucho Valdés, estaba en la lista. Es muy difícil pensar en las posibilidades que uno tiene si sabe que se enfrenta a un verdadero dios del jazz latino. Cuando se recibe algo así enseguida se piensa en ellos, en los que lo han influido, por eso no trataba de no darle mucha mente a lo de las posibilidades.

 

¿Qué significó para usted hacer un disco en vivo en el Blue Note?

No lo puedo decir con palabras, es demasiado. Hay cosas que prefiero decirlas delante de un piano, las palabras no me alcanzan para resumirlas. El Blue Note es un templo, es la catedral del jazz. Allí sólo toca lo mejor de lo mejor. El que se me permitiera tocar allí ya es un premio, poder hacer el disco es un premio doble. 

 

¿Cómo es el público del Blue Note, ese que se oye aplaudir en el álbum?

Es un público exquisito y extremadamente exigente. Los que van al Blue Note saben muy bien lo que es el jazz, no se les puede timar. Ellos saben cuándo hay que aplaudir, reír, llorar o hacer silencio. El público del Blue Note ha sido testigo de noches verdaderamente inolvidables. Muchos de los hitos del jazz moderno han sucedido allí. Noche a noche, improvisación tras improvisación, en el Blue Note se escribe la historia del jazz de hoy en día.

 

¿Cómo ve al jazz latino en estos momentos?

Muchos pensaban que cuando los precursores del jazz latino desaparecieran, caeríamos en una crisis irreversible. Pero han surgido jóvenes muy talentosos y los que llamábamos jóvenes hasta hace poco ya se han convertido en maestros, en figuras claves.  El jazz latino está en un momento de esplendor. Cuando digo esto pienso, para sólo poner un ejemplo, en David Sánchez, el saxofonista boricua que a pesar de su juventud se ha convertido en un referente obligatorio.

 

Siempre hace referencia a su deuda con Paquito D'Rivera. ¿Qué significó realmente su encuentro con él?

Paquito, allá en Nueva York, debe haber celebrado este premio como si fuera suyo. Él fue esencial en mi formación. En el tiempo en que yo formé parte de su agrupación se convirtió en un perenne tutor, en un padre.  Paquito fue mi padrino en la diáspora. Él vive en carne propia eso de estar lejos de la patria y me ayudó muchísimo. Su ejemplo, su rigor, determinaron mi desempeño posterior. 

 

Además de Paquito, ¿tuvo algún otro padrino?

Sí, don Mario Rivera, el único dominicano que hacía y hace jazz latino en Nueva York. Mario también jugó un papel muy importante en aquellos años tan duros.

 

¿Por qué escogió el Centro León para presentar su disco aquí?

Porque me conmovió descubrir que en mi país ya había una institución como esa. Cuando entré me llené de orgullo. Me dije: caramba, esto está en República Dominicana.

 

¿Cuándo vuelve al país?

Vuelvo para el Casandra. Ojalá que pueda tocar ese día. En esa fecha estaré cumpliendo compromisos en México, pero volaré a Santo Domingo para estar con los míos y celebrar con los míos.

 

¿Podría enviarles un mensaje a los más jóvenes músicos dominicanos, en especial a los que hacen jazz?

Sí, claro. Este premio no es un regalo, es una recompensa por mucho, muchísimo sacrificio. Por eso le pido de corazón a los jóvenes músicos dominicanos que trabajen duro, muy duro, que estudien y toquen todos los días. Sólo que el guaya la yuca sin descanso es el que cosecha el éxito y los aplausos.

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