16 abril 2024

El primer libro que leí

Hace unos días, en una de nuestras conversaciones por WhatsApp, Salvador Lemis me confesó que el primer libro que leyó fue Cómo entre todos salvaron al chivito, del escritor ruso Serguéi Mijalkov. Después de dar con él, enviárselo en PDF y dejarlo mudo por un buen rato, corrí a buscar el primer libro que leí.
Al repasar sus páginas, pude comprobar que sigo estando en deuda con ese libro rojo (tuvo una sobrecubierta blanca que perdió por culpa de mis primos, que no eran tan cuidadosos como yo). Ahí estaba la primera lección que recibí sobre cómo contar una historia con introducción, desarrollo, clímax y desenlace.
Los Cuentos y estampas de Vladimir Suteiev (Editorial Progreso, 1970), también me enseñaron a imaginarme diálogos muchos años antes de que, en clases de dramaturgia, me dejaran de tarea las obras de Henrik Ibsen, Antón Chéjov, Eugene O'Neill, Tennessee Williams y Edward Albee. 
Mucho antes de enfrentarme a Nora y Torvaldo, Irina Arkádina, Ephraim Cabot, Blanche DuBois, Martha y George; el pollito y el patito, los tres gatitos, el gallo y la gata caprichosa fueron personajes igual de sorprendentes, que me llenaron de inquietudes, interrogantes y, sobre todo, misterio.
Hoy, con esa injustificada felicidad que sólo se halla en la infancia y luego en la nostalgia, volví a leer varias fábulas de Cuentos y estampas. Nunca le había dado las gracias Suteiev, jamás había reconocido mi deuda con él. Y ese es, probablemente, uno de los actos más injustos que he cometido en mi vida.
Aquí estoy, Vladimir, pidiéndote disculpas, a bordo de un barquito hecho con una nuez, una pajita, un hilo y la hoja de un árbol. Gracias por ser uno de los mayores responsables de que yo acabara teniendo imaginación.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Realmente aborrezco a los soviéticos. Les llamábamos despectivamente "bolos", pero el Sapingonauta Mayor vendió su alma al stalinismo y todo se vino abajo. Fuera del cine de fantasía y algún renegado, como Tarkovsky de algunas caricaturas como Plumita de Oro y otras.... Y algunos novelistas y dramaturgos ...Pasados los años siento más rencor contra cualquier cosa que apeste a arenque ahumado y axila sucia de ruso o rusa. Antes de los 20 años ellos son ángeles bellos: después focas blancas asesinas. Para ejemplo un Gran Genocida: Putin. No dudes que nuestros autores de cuentos dulces hayan acabado, como Bajtin y el contendiente del monstruo actual, Navalny, en Siberia: reducidos a esqueleto y llanto

Anónimo dijo...

Leí ese libro de niña incontables veces y el mío conservó la sobrecubierta blanca, azul y amarilla hasta el final, me has emocionado muchachito eres la memoria emotiva de nuestra generación... Besos.

Anónimo dijo...

Lloré al ver el libro de nuevo y al leerte.