28 agosto 2020

Las biajacas

Llegaban en la época de lluvia. Cualquier día, entre mayo y octubre, alguna podía picar en aquellos anzuelos que hacíamos con imperdibles, alfileres y agujas de coser. Como carnadas siempre usábamos lombrices de tierra. El Chiqui y yo nos pasábamos mañanas enteras en el puentecito del potrero de Felo López.
La mayor emoción de nuestra infancia era ese momento en que sentíamos el jalón. Nos veo en cámara lenta. Descalzos, sin camisas, con los cuerpos empinados hacia delante y los pies anclados en los raíles de la línea de Cumanayagua. Luego, sobre las piedras y los travesaños, las biajacas daban sus últimos coletazos.
Una vez corrí con una hasta el tanque de agua de lluvia de mis abuelos. Fue mi mascota por un largo tiempo. Mi abuela me dio varios plazos para sacarla de allí. Atlántida era muy escrupulosa y usaba el agua de aquel tanque para ablandar los frijoles. Un día me hizo un almuerzo riquísimo. Congrí y filete de pescado empanizado.
Aurelio no podía contener la risa mientras yo, con un apetito feroz, no paraba de comer. Varias veces le pregunté de qué se reía, pero no me lo confesó hasta que dejé el plato limpio. “Te acabas de comer tu biajaca”, me dijo mi abuelo y soltó otra de sus estruendosas carcajadas.
Me dicen que ya no hay biajacas en el Paradero de Camarones. Las largas sequías y las clarias (ese monstruo que ha provocado una catástrofe en las cuencas cubanas) están a punto de extinguirlas. Me sé su nombre científico desde que lo descubrí en un libro de texto de primaria.
Nandopsis Tetracanthus, me decía a mí mismo cuando las veía nadando por el arrozal de Aurelio. En nuestro pequeño mundo, ellas parecían enormes. Si las comparábamos con los guajacones y los renacuajos, eran ballenas, ¡leviatanes! 
Llegaban en la época de lluvia. Nunca faltaron a su cita con nuestra imaginación.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Fogonero, me llamo Manuel y soy medio paisano tuyo. Nací en Santo Domingo, Villa Clara en agosto de 1963,soy hijo de la crisis de octubre, movilizan a tu padre y cuando vuelve a casa pasa lo que pasa. Pesqué ésas biajacas en una Presa, en la Habana " campo ".Mampostón, todavía existe..la presa, pero ahora con clarias. Con esos alfileres jorobados a falta de anzuelos. En la seca las cañadas, que alimentan la presa,se quedaban bajas de agua y se podían cojer en las cuevas. Estudié ingeniería en la Cujae y me mandaron a un Central en Matanzas, España Republicana. Con 24 años fui Jefe de tráfico ferroviario. 120 km de vías, 240 carros jaulas y 6 locomotoras, dos TGM8-La 38199 y la 38200 y cuatro TGM4 , una de ellas 37075.Fyeron años duros, período especial incluido, pero tengo buenos recuerdos del material y de los ferroviarios. Vivo en Madrid, hace 20 años y con la edad me estoy haciendo muchas preguntas sobre mi vida y me parece que en tu blog ,puedes dar muchas respuestas a todos los cuerpos te lean.
Saludos.
Manuel Barciela.