El miércoles 2 de abril de 2003, Lorenzo Enrique Copello, Bárbaro Leodán Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac, junto a otras 7 personas, abordaron la lancha Baraguá (hasta el azar se ha envilecido en Cuba) para cruzar la bahía de La Habana. Pero su verdadera intención era hacer una travesía mucho más larga.
30 millas mar afuera, la lancha se quedó sin combustible y fue remolcada hasta la bahía del Mariel (la dictadura siempre ventila sus trapos sucios lejos de la vista de todos). Finalmente, aquellos muchachos que solo querían ser hombres libres y que ni siquiera habían herido a nadie durante el secuestro, fueron apresados.
Sobre los otros siete cayeron condenas que fueron desde la cadena perpetua hasta dos años de prisión. A Lorenzo, Bárbaro y Jorge Luis los condenaron a muerte. En horas, antes de que se presentara la apelación, fueron fusilados.
Ese día, todas las sábanas blancas que ondearon en los balcones y las ventanas de La Habana lo hicieron como de costumbre. No hay otro lugar donde secarlas. Google localiza de inmediato a los que repudiaron el crimen. También encuentra de una vez a los que lo apoyaron.
Eusebio Leal estuvo entre los últimos. Ser un privilegiado dentro de una dictadura tiene un precio muy alto y él, solícito, siempre lo pagó. Comparaba a Cuba con Cartago y a La Habana con Troya. Nunca se contuvo a la hora de adular a Fidel Castro, el responsable de la destrucción de la ciudad que él remendaba.
Cuando recojan las sábanas blancas que ahora le rinden homenaje, serán aún más intragables tanta palabrería, tanto maquillaje, tanto adorno pueril. Porque quedará al descubierto la verdadera Habana, esa sucesión de ruinas y podredumbre cada vez más difíciles de andar… y de respirar.
Quedará la mierda.
1 comentario:
Al machete y con la luz apagá mi hermano, hacía años que no te visitaba. Ni sabía que la gente aun bloggeaba. Un abrazote!!! No se si te acordarás de mí. elyoyin.blogspot
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