La belleza, honradez y temeridad de Chavela Vargas fueron directamente proporcionales a la calidad y autenticidad de su arte. Y cuando digo arte, refiriéndome a ella, incluyo hasta los momentos en que no hizo ni dijo nada. Cada gesto suyo era un gesto de amor, incluso los más rabiosos y desesperados.
También admiro su decisión de no querer formar una secta ni de abanderarse de nada. Todas sus luchas las llevó a cabo como artista y como ser humano, así de simple... y de estremecedor. Por eso, cuando comenzó a dialogar con el Chalchi, el cerro que veía desde su casa, estuve a punto de ir por un tequila.
Las canciones te enseñan a querer o a odiar, a añorar o a olvidad. Pero cuando las canta Chavela Vargas, te enseñan a vivir. Eso también hace el documental.
1 comentario:
Es una personalidad que siempre me sedujo, precisamente por lo que escribes, una autenticidad única. Gracias por el homenaje que haces.
Publicar un comentario