Uno de los grandes tesoros de Quintas del Bosque son las cascadas del arroyo Cercado. Agua pura, acabada de salir del vientre de las montañas, desciende con rapidez hasta alcanzar el Yaque del Norte. Muy pocas personas tienen acceso a esas cascadas. Aun así, no todas tienen el cuidado de protegerlas.
Hoy recorrí el sendero que va de una cascada a la otra acompañado de cuatro héroes: Yiyo, Alito, El Rubio y Luis Miguel. Ellos nacieron y se criaron en estas lomas, este entorno es su lugar en el mundo. A machete (el arma que los dominicanos le enseñaron a usar a los cubanos) limpiamos la maleza del camino. De regreso, recogimos toda la basura.
Antes, cuando alcanzamos la cascada grande, brindamos con Brugal Extra Viejo por esa satisfacción increíble que produce hacer algo útil. Cuando ando entre cibaeños (sobre todo con los campesinos de la Cordillera) siento que estoy en un lugar que me pertenece.
Si no existiera el Paradero de Camarones, pudiera decir que soy de aquí. El Rubio ni siquiera había almorzado. Entre un trago de Brugal y el otro, se zampó un plato de yuca y cerdo que trajo en su mochila. Hicimos el compromiso de repetirlo cada dos meses, no como un trabajo, sino como un pretexto para juntarnos.
Luis Miguel es el más joven del grupo y aún no conoce bien los palos del monte. Me encantó escuchar a El Rubio cuando le decía qué cortar y qué respetar. El Rubio no es un técnico forestal, su conocimiento es mucho más importante aún, porque se trata de alguien que se relaciona con la naturaleza por instinto.
Vengo de andar por el monte con los héroes del arroyo Cercado. Hemos dejado impecable un sendero que no conduce a Dios, pero que produce una sensación muy parecida a la que deben sentir los que llegan hasta él.
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