26 julio 2020

Risas y más risas con Sigfredo Ariel

Cada vez que Sigfredo Ariel llamaba a casa para hablar conmigo, pedía que le pusieran a Ernestina Trimiño. “¡Avanzada campesina!”, gritaba cuando yo respondía. Inmediatamente, empezaba a imitar a Plutarco Tuero: “Óyeme lo que te voy a decir, Cheo Malanga, la alcaldesa consiguió una botella. ¡Ven para acá!”.
Cuando Sigfredo y Zaida del Río vivían juntos, solíamos reunirnos muy a menudo. Un día llegué a su casa y encontré una turba de muchachos. Habían tenido una discusión con Cristian y querían caerle en padilla. La cosa se puso fea y tuve que darle un galletazo a uno.
—La suerte es que Cheo Malanga llegó a tiempo —dijo imitando la voz y los gestos de Enrique Santiesteban, ya con un ron en las manos.
Una tarde, Bladimir Zamora y él me llamaron. Iban para casa de Celeste Mendoza a entrevistarla. Insistieron y me uní a ellos. Aunque se habló muchísimo, la entrevista nunca se hizo. Tarde en la noche y muy borrachos, coincidimos en el ascensor con dos vecinas de Celeste. Al ver nuestro estado, una de ellas murmuró: “¡Jum! Seguro que vienen de casa de esa”.
“Chico, oye como se refieren a la Reina del Guaguancó”, dijo Sigfre para sonsacar al Bladi. “Señora —reaccionó—, ‘esa’ es una gloria de Cuba y usted es una piltrafa humana”. Los segundos en que el ascensor demoró en llegar al lobby del edificio, han sido de los más largos y tensos de mi vida.
Cuando salimos al Vedado llovía a cántaros. Pero en aquel país esas cosas no importaban. Caminamos debajo del agua muertos de la risa. De todas las historias que compartí con Sigfredo en aquella época, la más divertida fue en un campamento donde los artistas y escritores iban a trabajar en el campo.
Aunque hacía un frío tremendo, había que quitarse de encima esa tierra pegajosa que tiene la llanura Habana-Matanzas. Al llegar a las duchas, Sigfredo se encontró con Bacallao y Pepe Holmos enjabonados y tal como habían venido al mundo. 
—Qué tristeza más grande, caballeeero —dijo paralizado—, miren lo que nos queda de la orquesta Aragón.
No me da la gana de seguir poniéndome triste. Hoy va a ser un día de risas y más risas con Sigfredo Ariel.

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