17 julio 2020

La caída del zorzal

Diana estaba sirviendo el primer Bustelo de la mañana cuando oímos el golpe seco, inconfundible. levanté la vista rápido y alcancé a ver el cuerpo en caída libre. Sin saber de quién se trataba, salí corriendo para evitar que los perros le hicieran daño. A fuerza de duros regaños, logré llegar primero que ellos.
No ocurre con tanta frecuencia, pero varias aves han chocado contra los cristales más altos de la cabaña. Que tengamos constancia, una paloma ceniza, un carpintero, dos colibríes, un pegapalo y el de hoy, un zorzal (Turdus plumbeus). La paloma y uno de los colibríes murieron en el acto. Los otros lograron sobrevivir.
Hace unas semanas, Mario Dávalos me hizo notar cómo ha crecido la población de chua chuá (así le llaman los dominicanos al zorzal) tanto en Santo Domingo como en Quintas del Bosque, donde se encuentran la Loma de Thoreau y Quinta Rosa (la propiedad de Mario). “¡No sé de dónde han salido tantos!”, exclamó.
Como en Cuba, que le llaman zorzal real, el Turdus plumbeus es residente en La Española y se adapta con facilidad a una gran variedad de hábitats. Me encanta verlos saltando por el césped, bien atentos, con la cabeza inclinada para escuchar los sonidos de gusanos y pequeños insectos. 
Aunque se dejó atrapar sin ofrecer resistencia, alertó al resto de los zorzales de que estaba cayendo prisionero. Lo subí a la cabaña, le mojé las patas (un remedio infalible de los guajiros cubanos) y le di de beber. Luego lo puse sobre la baranda de la terraza.
Con mucha torpeza, logró volar hasta un caimito cercano y allí se quedó un buen rato. Ya anda por el césped, bien atento, tratando de escuchar el silencio del subsuelo para no se le escape ni un solo gusano. Al final de la tarde y mañana a primera hora, su canto será lo más hermoso de la Loma de Thoreau.

1 comentario:

luis dijo...

y el libro pa cuando ? este género se ha perdido.