03 septiembre 2020

Retrato de mis suegros

Los Sarlabous llegaron a Cuba cuando la revolución hatiana. Uno de ellos era ingeniero y fue vicecónsul de Francia en Santiago. Él fue quien construyó el cafetal La Isabelica, en la Gran Piedra, un Patrimonio Mundial que recuerda la huella francesa en el Oriente de la isla.
Los Sosa eran canarios. El viejo Miguel llegó sin nada a Cuba y, después de trabajar incansablemente, llegó a tener una finca, una mina de manganeso y una gasolinera en El Cristo. El día que Jorge Sarlabous y Elia Sosa posaron para esta foto, solo querían vivir la vida que habían vivido sus padres. Corría 1962.
Pero la revolución que había triunfado tres años atrás, poco a poco, los fue dejando sin la más mínima esperanza. Al viejo Miguel le fueron quitando todo: la finca, la mina y, en plena calle, el Jeep Willy’s. Un miliciano lo paró y le ordenó que se bajara. “Lo único que me queda es la galosinera, si me la quitan nos vamos”, dijo al llegar a casa.
Cuando Jorge Sarlabous notificó que había decidido marcharse al exilio con su familia, lo condenaron a tres años de trabajos forzados. Durante una crecida del río Tana, fueron abandonados a su suerte. “Toda esta gente se quiere ir, que se jodan”, dijo el militar a cargo de ellos antes de largarse en un camión. 
Jorge tuvo que convirtirse en líder para sacar a sus compañeros (que cumplían la misma condena que él) hasta un alto. Todavía sueña que se está ahogando y no logra salir ni de aquel cañaveral ni de Cuba. Por fin, en 1970, lograron subirse a un avión con destino a México. 
Antes, en el aeropuerto, a Diana le decomisaron sus juguetes. Aún recuerda el rostro de la miliciana que le arrebató su muñeca preferida. Hoy la finca, la mina de manganeso y la gasolinera están en ruinas. Tanto la casa de los Sarlabous, en Songo, como la de los Sosa, en El Cristo, se derrumbaron. 
Si uno entra ahora mismo al apartamento donde viven Jorge y Elia, en Santo Domingo, los encontrará como en esa foto, inseparables. Lo único que se ha borrado es Cuba.

2 comentarios:

Reinaldo Escobar Casas dijo...

Las confiscaciones de propiedades en Cuba ocurrieron en diferentes etapas y bajo distintas leyes o decretos. Cuando empezaron con las propiedades estadounidenses se argumentó que era para devolverle las riquezas a la nación, cuando llegó el turno de los grandes propietarios cubanos se dijo que habían abandonado sus propiedades para irse al extranjero; luego vinieron los comercios, los negocios inmobiliarios que se justificaron ya bajo los preceptos de la lucha de clases y finalmente en 1968 se hizo la tristemente célebre y nunca autocriticada Ofensiva Revolucionaria que arrebató a sus dueños hasta los cajones de limpiabotas. Algún día habrá que hacer el inventario del destino de aquellas propiedades.

Anónimo dijo...

DIOS, CAMILO, QUE MANERA DE DECIR LAS COSAS TIENES!!!!! UNO ACABA LLORANDO!!!!