“Yo creo en lo que está vivo y cambia”,
ABELARDO ESTORINO
Cuando Diana y yo compramos El Bohío, teníamos una vista panorámica de la ciudad. Pero, en apenas cuatro años, nuestro edificio ha pasado a formar parte de un apretado conjunto. A diferencia de La Habana, donde todo se derrumba, Santo Domingo es una capital en construcción.
Le llamamos El Bohío porque, en el momento en que la constructora nos mostró los planos de lo que sería el edificio, ni nos imaginábamos que podríamos tener también una cabaña en una loma. Ese apartamento, según nuestro cálculos, sería todo el campo que tendríamos. Un cartel de Eduardo Muñoz Bachs nos inspiró.
Hace unos meses nos enteramos de que perderíamos la vista al sur, sobre todo desde la terraza de la cocina y el comedor. Poco a poco, fuimos metabolizando la mala noticia. Nos deshicimos de los cristales y levantamos una barrera de aluminio que dialoga con otro extremo del edificio.
Hoy, después de transformar el espacio en un patio interior, por fin pudimos inaugurarlo. Diana se sirvió un vino y yo un ron on the rocks. Con la ayuda de algunas de las canciones que más nos gustan, fuimos descubriendo que nos encanta cómo quedó todo.
En alguna parte leí que para ser realmente feliz hay que tener una gran capacidad de adaptación... Al menos en los lugares que están vivos y cambian.
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