De todos los caminos
prefiero esos
que no necesitan
llegar a ninguna parte.
El olor de la hierba
es el único rastro
que suelo seguir.
Me pasaría
el resto de mi vida
dando vueltas
en círculos
alrededor
de esos
aromas salvajes
que se abren
tras las pisadas.
Aquí nunca
se ha escuchado
un violín
y una flauta sonaría
como un animal
extinto.
Toda música
es obra
de las aves y el viento.
Nadie dice nada
cuando anda
por estos parajes.
Si dos personas
se cruzan
(algo que ocurre
rara vez
y con escasas
probabilidades
de repetirse),
apenas se miran
o levantan
los brazos
para señalar
un gavilán
o una tormenta.
De todos los caminos
prefiero esos
que me llevan
de regreso
a mí mismo,
sobre todo
si tú vas a mi lado.
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