15 septiembre 2020

Cada lugar que traicioné

He perdido demasiado tiempo.
Cuando tenía 20 años
estaba seguro de que haría
muchas más cosas.
La mayoría de los libros
que planeaba escribir
aún están en mi cabeza.
Cada vez es más probable
que nunca salgan de ahí.
He dejado ir
muchos sueños.
Algunos se marcharon
en aquellos viejos trenes
que se internaban
por cada desilusión
de mi provincia.
Otros fueron
abandonados
en la sal
de La Habana,
esa ciudad
ahora ajena
a la que no hallo
cómo renunciar.
También me deshice
de fantasías
en Malasaña,
Mixcoac,
la Candelaria,
los Cerros de Gurabo
y en un autobús
que acabó
perdiéndose
en una novela
de John Steinbeck.

Sí, es cierto, he perdido
muchísimo tiempo,
pero cada día
que comparto contigo
en esta montaña,
aunque no haga nada,
vale más que todo
lo que hice
o dejé de hacer
hasta la tarde
de lluvia
en que por fin
nos encontramos.
No cambio nada 
pendiente
por la felicidad
vista a través de tus ojos.
Dejaría ir otra vez
lo que sea
en un viejo tren
o en cada lugar
que traicioné
por tal de encontrarme.
Si estás conmigo
no hay fracaso
que me haga perder el sueño.

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