Dos 31 de diciembre han decidido la suerte de Cuba en 119 años. En el último día de 1958, Fulgencio Batista recibió una terrible noticia: sus tropas estaban totalmente desmoralizadas. Los jefes de un tren militar que permanecía estacionado en Santa Clara, habían sido sobornados y acabaron entregándolo.
Primero, Ernesto Guevara destruyó las vías con un buldócer. Luego, el maquinista recibió la orden de hacer retroceder el tren hasta que se descarrilara. Esa obra de teatro, que fue llevada al cine meses después por Tomás Gutiérrez Alea, marcó el inicio de la dictadura que aún somete a Cuba.
El último día de 1901, con el apoyo de Máximo Gómez, Tomás Estrada Palma ganó las primeras elecciones celebradas en Cuba. Cuando Bartolomé Masó, el otro candidato presidencial, lo recibió con un abrazo en Bayamo, quedó todo listo para que el 20 de mayo de 1902 un cubano gobernara por primera vez en la isla.
En los próximos 56 años, el país tuvo que enfrentar intervenciones militares, golpes del estado, dictaduras y la incurable epidemia de la corrupción, pero nunca dejaron de construir una de las naciones más prósperas de América. Las cifras del desarrollo alcanzado en ese periodo son impresionantes.
Son esas cinco décadas las de mayor prosperidad en toda la historia del país. El ferrocarril unió la isla de extremo a extremo. En apenas cuatro años, se construyó la Carretera Central (la dictadura castrista hace 41 años que labora en la Autopista Nacional y aún no rebasa la región central).
La mayoría de los artistas, intelectuales y escritores más trascendentes de la cultura cubana también se le deben a la República: José Lezama Lima, Fernando Ortiz, Beny Moré, Alicia Alonso, Wifredo Lam, Virgilio Piñera, Alejandro García Caturla, Alejo Carpentier, Celia Cruz y Lydia Cabrera, entre muchos otros.
Por eso yo, como el arco de triunfo de la ciudad que más me gusta a mí, celebro el 20 de Mayo. ¡Felicidades, cubanos libres!
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