Me pasé gran parte del fin de semana instalando lámparas en las escaleras, pasillos y senderos más oscuros de la Loma de Thoreau. Lograr que una luz se encienda sola y sin necesidad de estar conectada a la electricidad, produce una felicidad muy parecida a la de escribir un poema.
Como la poesía se me da cada vez menos, en mi caso la energía solar ha resultado ser un gran alivio. Decía Nikola Tesla que "nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables, como la fuerza y la materia. Cuando se separan, el hombre ya no existe".
Gracias a estos bombillitos sigo existiendo.
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