Muy cerca de la calle donde nació José Martí, Cuba se muere. Al menos la Cuba que él propuso fundar, con todos y para el bien de todos. La Cuba por la que un día llevó el remo de proa. La Cuba por la que dio la cara, encima de un caballo espantado, al sol y a una bala.
A propósito del cerco criminal que la dictadura ha tendido sobre un grupo de jóvenes activistas (que se han parapetado en una casa en ruinas del barrio de San Isidro, armados de libros, ideas propias y del valor que nos ha faltado a tantos), el escritor Joel Cano le hizo llegar unas “palabras a los intelectuales”.
“¿Qué prueba necesitan para darse cuenta de que no es tolerable vivir así? ¿Cuántas muertes y sacrificios? ¿Cuántos éxodos y lágrimas para que salgan de sus cómodos oportunismos y en unánime grito pidan justicia para Cuba y los cubanos?”, les pregunta Joelito.
La mayoría de los escritores y artistas que residen en Cuba siempre evitan referirse a la represión criminal de la dictadura contra los que piensan diferente o manifiestan su desacuerdo públicamente. Eso no quiere decir que sean apolíticos o que no hagan comentarios políticos.
Una prueba de ello fue el reciente proceso electoral de Estados Unidos. Muchos escritores y artistas que residen en la isla no se cansaron de opinar en las redes sociales. A pesar de que nunca han tenido derecho a votar y que jamás han exigido nada al respecto, señalaban a los cubanos libres lo que pensaban diferente a ellos.
“De nada sirven todos los libros que han leído, de nada los que han escrito, de nada los cuadros que han pintado, la música que han compuesto, las canciones que han cantado (…), de nada sus demagógicas opiniones sobre la injusticia cuando en nuestro propio país la libertad es secuestrada cada día en nombre de ideales vacíos”, les advierte Joel.
Abel Prieto ha llamado “marginales” a los que permanecen asediados en San Isidro. Sin quererlo (o, a lo mejor, sin pensarlo) el presidente de Casa de las Américas ha dejado por escrito el desprecio de la dictadura por el arte y la cultura que se produce al margen de sus instituciones y de sus reglas.
Joel Cano piensa todo lo contrario: “Ellos son nuestro hoy, son nuestra esperanza por más imperfecta que les parezca. Mi voto de hombre, de cubano, de artista va para ellos. Y a aquellos que tienen indignaciones selectivas les diría que la historia nos da siempre la oportunidad de escoger, siempre se puede elegir de qué lado nos ponemos para participar de ella”.
Muy cerca de la calle donde nació José Martí, Cuba se muere. De ahí la gran vigencia de las palabras a los intelectuales… Las de Joel Cano, quiero decir.
1 comentario:
Qué vergüenza! Dios los salve, Dios nos perdone. Ya nadie quiere morir. El miedo ha calado muy hondo en los cubanos, todos. Unos, los más, llevamos 60 años forzados a pasar hambre. Nos sentimos débiles y solo con fuerzas para pervivir. Somos un pueblo enfermo de desidia e inercia. El terror nos convirtió en títeres. Vagamos en un infierno rogando por nada, solo nos han dejado fuerzas para eso.
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