Se puede estar de acuerdo o no con el Movimiento San Isidro. Se puede estar de acuerdo o no con sus maneras de exigir libertad y de clamar por una Cuba diferente. Pero no se puede estar indiferente ante el criminal proceder de una dictadura, que ha llegado al extremo de envenenarles el agua.
Se puede estar de acuerdo o no con el Movimiento San Isidro. Pero mantenerse callado ya no es una opción. Cuba ha forjado a muchos artistas y escritores bilingües. No es que hablen dos idiomas (aunque algunos lo hacen), es que hablan con dos lenguas.
Por ejemplo: cuando van a hablar de Donald Trump, dicen Donald Trump y punto. Ahora, cuando se van a referir a la dictadura o a uno de sus desmanes, empiezan a bordar parábolas y a tejer metáforas ininteligibles. Se enredan tanto, que al final uno no sabe de qué coño están hablando.
Por eso cada día admiro más a cubanos como Carlos Lechuga o Mario Guerra, porque ejercen con responsabilidad ese oficio tan necesario hoy que es el de llamar a las cosas por su nombre. Se puede estar de acuerdo o no con el Movimiento San Isidro. Pero hasta el más cobarde merece ser valiente en este momento.
Por una vez, llamemos a las cosas por su nombre.
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