No importa que no te crea
cuando le jures
que ya viste pasar
el autobús que leíste ayer,
en la novela de John Steinbeck
que te robaste
de la biblioteca municipal.
Tampoco te sientas mal
Si duda que de su color rojo
o de que la viste atravesar
cada día de tu infancia,
mientras cruzaba en dirección
al mediodía de Palmira
o la noche de San Fernando.
Tú concentrate en lo importante,
que es el recuerdo
de las caras desconocidas,
en esos rostros
que se te pueden borrar
de una manera irrecuperable.
Porque ella puede estar
ahí adentro,
mirando por la ventanilla
o con los ojos cerrados,
tratando de volver
a una tarde que ya no existe
o a un aguacero
que va a caer en su ausencia.
—¡3636! —dile
que era su número
y que tenga que creerte.
Porque de lo contrario todo
se borrará de repente.
Incluso ustedes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario