A mi Alter Ego, Camilo Venegas
… y quien te quitará los sobresaltos/
bajo el Ocuje feliz, que crece intempestivo/
la larga sombra de su copa en la memoria/
con gorriones cantores y rojos tejadillos/
los nefastos días que fueron y serán/
Tu mano dijo adiós —es tu leyenda—/
y un tren la abruma/
con su cornucopia interminable de vagones y ruidos/
repletos de néctares y azúcar/
que tampoco endulzaran defalco alguno/
Su caravana
que no acaba nunca/
cruza sin cesar por la
memoria/
y hace enardecer los días que atesoras/
y cuentas a escondidas como quien trafica monedas incunables/
juguetes rotos/
recuerdos malheridos/
Aún te refugias en los rostros que allí estaban/
y revives a tu antojo/
dando cuerda a los recuerdos/
con la parsimonia del saber perder/
con la esperanza/
de que un día/
los robustos brazos del Ocuje/
ofrezcan al viajero/
un manto de sombra apagadora/
para calmar las sedes insumisas/
o una desdicha menor/
un sentido menos rombo/
Algo/
Miro la foto/
y yo he estado allí/
En el Paradero de Camarones vi crecer un árbol libre/
clavado en los zapatos de un aprendiz del mundo/
observando los billetes a ninguna parte/
los horarios de nones imprevistos/
el paisaje lunar de la derrota/
las hojas muertas por los andenes de viajeros tristes/
Solo el Tiber quedó/
puedo asegurarte/
y unos Ocujes amarillos/
que sembraron la paz de tus infancias/
tres sueños, por decir un número impreciso/
y tus manos de niño antes de ser encallecidas/
por tanta soledad/
y tan atroz/
por tanto desamor que nunca habías nombrado ni medido/
que es el nombre del amor antes de llamarse catacumba/
olvido bajo la sombras de un suspiro/
de un árbol vergonzosamente ajeno a toda circunstancia/
del gran Ocuje de tus manos infantes/
que ahora es enorme/
faro de todas las tinieblas /
y todo lo perdido/
de un sol abrasador/
que ya está muerto/
Renay Chinea (Mal Tiempo, Cruces, 1967)
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