10 octubre 2020

Las moscas verdes

Mi escritorio es pequeño 
y está junto a una ventana.
Desde él veo al bosque
lidiar con los elementos.

Todas las mañanas, 

cuando me siento 

a trabajar,

encuentro moscas muertas.

Son verdes y brillan,

de lejos parecen de metal.

Pierden la vida

durante la noche,

mientras luchan por huir 

a través de los cristales.

He observado los detalles

de su morfología

y estudiado sus hábitos.

Se alimentan de materia

en descomposición

y excrementos.

Sobre los mismos libros 

en los que caen,

las llevo a la terraza

y las lanzo al vacío.

Esa pequeña ceremonia

es, de algún modo,

un gesto solidario.

Mis palabras también

se alimentan de muertos,

nada las inspira más

que lo que se ha destruido

o está en descomposición.

En eso tenemos

un gran parecido

las moscas verdes y yo.

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