La noche no existiera
sin las alas extendidas
de la tatagua.
En esa oscuridad,
enorme y sigilosa,
alguien trama
la luz
de nuestros días.
La tatagua
es un recuerdo
que nos persigue
por todas partes.
A veces se anticipa
y nos espera
en los lugares
donde acabamos
huyendo.
Aun en sueños,
pasa agitando
su misterio.
Tenaz
como un ángel
y con el lustre
de un demonio,
sobrevuela
a lo largo
de los años.
La tatagua no existiera
sin ese tiempo extendido.
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