“¿De dónde tú vienes?”, me preguntó al oír mi acento. “Vine de Cuba, pero hace tiempo”, le respondí. “Yo llegué ayer”, me dijo como si nos conociéramos hace mucho. En el dorso de la mano derecha le nacía una serpiente de tinta. Dibujada hasta el más mínimo detalle, la cobra se enroscaba en su brazo y se perdía dentro de su t-shirt.
En la mano izquierda tiene el nombre de una mujer y un corazón que sangra sobre otra serpiente que permanece enroscada sobre sí misma. “¿Este whisky es bueno?”, me preguntó mientras levantaba una extraña botella. Aunque lo he bebido y me gusta, no quise correr el riesgo de quedar mal.
“Éste es el mío”, dijo poniendo la botella en el carrito. “Un placer, Cuba. Yo soy marinero, vine ayer de Irak y estoy por darme un jumo”, dijo y se alejó por un pasillo, mientras apretaba la cabeza de la serpiente contra las nalgas de una morena. Era uno como otro cualquiera. Lo único que lo diferenciaba del resto, era la necesidad de empezar a olvidar que tenía.
3 comentarios:
camilo te quería preguntar si alguien te ayuda a la hora de elegir las imágenes que acompañan a los textos, porque siempre son muy buenas. Parecería que hay un editor fotográfico detrás de eso, ¿o es que también eso lo haces tú? Tu blog es muy bueno. No es algo para el gran público pero para una cubana como yo que no se acostumbra a estar lejos es increíblemente lindo.
Me gusta muchisimo este escrito... puedo sentir que estoy ahi y veo la serpiente enroscarse en el brazo del marinero... mientras todavia siente los sabores que le quedan de su estadia en Irak.
Me gusta muchisimo este escrito... puedo sentir que estoy ahi y veo la serpiente enroscarse en el brazo del marinero... mientras todavia siente los sabores que le quedan de su estadia en Irak.
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