Un dicho muy popular en Cuba dice que la envidia es peor que la brujería. Hay algo peor que la envidia, la ignorancia. En la prensa dominicana hay tres o cuatro dinosaurios (no más de ahí, afortunadamente se han ido extinguiendo) que hablan de la realidad cubana con un desconocimiento absoluto. Su visión del vecino país se reduce a lo que leen en el Granma y lo que les cuentan en la embajada, cuando los invitan a tamales y Havana Club.
Uno de ellos publicó recientemente un artículo donde celebraba la decisión del pueblo cubano de rechazar la ayuda ofrecida por el gobierno de Estados Unidos. “(Eso es dignidad)”, acabó diciendo en un entre paréntesis tan disparatado como los siete párrafos que componen su columna. Además de ignorante, suena cínico. Porque ni para él debe ser un secreto que esa decisión la tomó un solo cubano.
El cien por ciento de esos dinosaurios son antibalagueristas acérrimos (creo es el único punto en común que tenemos. Ah, no, a uno de ellos le gustan las canciones de José Alfredo Jiménez). Durante sus últimos años, Balaguer siguió decidiendo cosas sin levantarse de la cama. Balaguer era ciego. Actualmente, Fidel tampoco se levanta de la cama y su poder de decisión es absoluto. Encima de eso, es sordo y mudo.
En la única oportunidad que Raúl Castro le ha dado la cara a los cubanos después del paso de Gustav e Ike, hizo una queja. “Hace falta que las personas sientan la necesidad de trabajar, y no la sentimos”, dijo en el municipio de Las Palmas, el sitio exacto por donde salieron al mar los dos huracanes, el 30 de agosto y el 9 de septiembre.
Por lo regular Raúl siempre le habla a los cubanos como si se dirigiera a una tropa. Es comprensible, se ha pasado toda su vida acuartelado. Los tres o cuatro dominicanos que aún hoy le escriben antiguas loas a la revolución, hablan de los cubanos como si fueran la tropa de Fidel y no un pueblo sumergido en una forzosa y humillante pobreza.
Raúl lo hace por instinto de conservación. Los tres o cuatro dominicanos por ignorancia… y por cinismo.
Uno de ellos publicó recientemente un artículo donde celebraba la decisión del pueblo cubano de rechazar la ayuda ofrecida por el gobierno de Estados Unidos. “(Eso es dignidad)”, acabó diciendo en un entre paréntesis tan disparatado como los siete párrafos que componen su columna. Además de ignorante, suena cínico. Porque ni para él debe ser un secreto que esa decisión la tomó un solo cubano.
El cien por ciento de esos dinosaurios son antibalagueristas acérrimos (creo es el único punto en común que tenemos. Ah, no, a uno de ellos le gustan las canciones de José Alfredo Jiménez). Durante sus últimos años, Balaguer siguió decidiendo cosas sin levantarse de la cama. Balaguer era ciego. Actualmente, Fidel tampoco se levanta de la cama y su poder de decisión es absoluto. Encima de eso, es sordo y mudo.
En la única oportunidad que Raúl Castro le ha dado la cara a los cubanos después del paso de Gustav e Ike, hizo una queja. “Hace falta que las personas sientan la necesidad de trabajar, y no la sentimos”, dijo en el municipio de Las Palmas, el sitio exacto por donde salieron al mar los dos huracanes, el 30 de agosto y el 9 de septiembre.
Por lo regular Raúl siempre le habla a los cubanos como si se dirigiera a una tropa. Es comprensible, se ha pasado toda su vida acuartelado. Los tres o cuatro dominicanos que aún hoy le escriben antiguas loas a la revolución, hablan de los cubanos como si fueran la tropa de Fidel y no un pueblo sumergido en una forzosa y humillante pobreza.
Raúl lo hace por instinto de conservación. Los tres o cuatro dominicanos por ignorancia… y por cinismo.
3 comentarios:
Exacto. Así hay millones de mexicanos. Ahora mismo circulo este fogonazo. Un beso grande.
Peor que los mexicanos o los dominicanos que apoyan la dictadura de Fidel, son los propios cubanos emigrados que por no perder el derecho del volver a cuba se convierten en unos misrables. Ellos prefieren el lenguaje cómodo de la elegancia y la tolerwncia. Como si los Castro fueran elegantes y tolerantes.
Camilo, los peores son los propios cubanos quedaitos, los que no tienen ovarios para vivir en Cuba ni cojones para denunciar la dictadura que oprime a su país.
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