Ya conocí esos lugares donde se puede simular la tarde
con apenas bajar una cortina de Shiraz
o luces de una sola malta
sobre dos o tres cuerpos desnudos.
Ya viajé en esos vehículos donde el tiempo transcurre
con independencia de los paisajes y la intemperie.
He probado, en los lugares más inverosímiles y absurdos,
placeres y comidas que todavía no logro describir.
Conozco, más o menos,
las cosas con las que me hubiera gustado soñar;
por eso las recuerdo
cada vez que tengo la oportunidad de hacerlo.
Aún así debo confesarte que,
por más vueltas que le doy,
no tengo una respuesta brillante para eso que me preguntas.
con apenas bajar una cortina de Shiraz
o luces de una sola malta
sobre dos o tres cuerpos desnudos.
Ya viajé en esos vehículos donde el tiempo transcurre
con independencia de los paisajes y la intemperie.
He probado, en los lugares más inverosímiles y absurdos,
placeres y comidas que todavía no logro describir.
Conozco, más o menos,
las cosas con las que me hubiera gustado soñar;
por eso las recuerdo
cada vez que tengo la oportunidad de hacerlo.
Aún así debo confesarte que,
por más vueltas que le doy,
no tengo una respuesta brillante para eso que me preguntas.
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