Sergio Vitier retratado por su mejor amigo. © Iván Cañas |
Muchas veces, por razones que no puedo explicar, me vienen ritmos y toques de Sergio Vitier a la cabeza. Aunque suelo oír su música muy a menudo, eso ya me ocurría cuando aún no tenía ningún disco suyo. Crecí viendo documentales y películas con bandas sonoras compuestas por él, me hice viejo poniéndole sus sonidos a cosas que me ocurrían en silencio.
Hablamos una sola vez y fue en casa de sus padres. Yo visitaba a Cintio Vitier y Fina García Marruz con mucha regularidad en su apartamento de Paseo y Línea, en los altos del Potin. Por esos días había muerto mi padre y cuando Cintio nos presentó, él me dio un abrazo. “Papá y mamá te quieren mucho —me dijo—. El viejo tuyo es irremplazable, pero si quieres te presto el mío cada vez que lo necesites”.
Aunque yo estaba muy triste por esos días, tuve que reírme de su ocurrencia. No recuerdo ya de qué hablamos, solo retengo la imagen de Fina saliendo de la cocina con una botella (de un ron innominado que había llegado a la bodega) y tres vasitos. No nos fuimos hasta acabarlo. Bajamos las escaleras juntos, “con un dulce vaivén”, y nos despedimos para siempre. Era 1993.
Luego, gracias a Joaquín Badajoz, conocí a Iván Cañas y, por alguna razón que solo las grandes amistades pueden explicar, le di continuidad a la conversación que tuve con Sergio aquel día. Me recuerdo en el muelle de Iván y Alba, junto a Diana, otra vez con vasos de ron en la mano, riéndonos a carcajadas de las mejores ocurrencias de Sergio.
Antes de ayer recibí un email: “Camilo, acaban de llamarnos y decirnos que Sergio hace unos minutos nos dejó... No te escribo más... No hay palabras... Un abrazo, Alba”. Uno siempre lamenta cualquier muerte. Pero cuando se trata de alguien esencial para la cultura a la que perteneces, el pesar viene acompañado de una angustia indigerible.
Mi homenaje a Sergio Vitier solo podré escucharlo yo y se producirá casi a diario, cada vez que le ponga sus sonidos a cosas que me pasen en silencio. Siempre le estaré agradecido por eso y por el inolvidable gesto de prestarme a su padre, otro gran cubano al que nunca dejaré de echarle de menos.
Hablamos una sola vez y fue en casa de sus padres. Yo visitaba a Cintio Vitier y Fina García Marruz con mucha regularidad en su apartamento de Paseo y Línea, en los altos del Potin. Por esos días había muerto mi padre y cuando Cintio nos presentó, él me dio un abrazo. “Papá y mamá te quieren mucho —me dijo—. El viejo tuyo es irremplazable, pero si quieres te presto el mío cada vez que lo necesites”.
Aunque yo estaba muy triste por esos días, tuve que reírme de su ocurrencia. No recuerdo ya de qué hablamos, solo retengo la imagen de Fina saliendo de la cocina con una botella (de un ron innominado que había llegado a la bodega) y tres vasitos. No nos fuimos hasta acabarlo. Bajamos las escaleras juntos, “con un dulce vaivén”, y nos despedimos para siempre. Era 1993.
Luego, gracias a Joaquín Badajoz, conocí a Iván Cañas y, por alguna razón que solo las grandes amistades pueden explicar, le di continuidad a la conversación que tuve con Sergio aquel día. Me recuerdo en el muelle de Iván y Alba, junto a Diana, otra vez con vasos de ron en la mano, riéndonos a carcajadas de las mejores ocurrencias de Sergio.
Antes de ayer recibí un email: “Camilo, acaban de llamarnos y decirnos que Sergio hace unos minutos nos dejó... No te escribo más... No hay palabras... Un abrazo, Alba”. Uno siempre lamenta cualquier muerte. Pero cuando se trata de alguien esencial para la cultura a la que perteneces, el pesar viene acompañado de una angustia indigerible.
Mi homenaje a Sergio Vitier solo podré escucharlo yo y se producirá casi a diario, cada vez que le ponga sus sonidos a cosas que me pasen en silencio. Siempre le estaré agradecido por eso y por el inolvidable gesto de prestarme a su padre, otro gran cubano al que nunca dejaré de echarle de menos.
Iván Cañas y Sergio Vitier. © Archivo de Iván Cañas |
Sergio Vitier y su hermano José María. © Iván Cañas |
1 comentario:
Gracias Camilo por tu bello recuerdo del amigo por siempre Sergio...Desde mi lejana adolescencia lo incorpore a mi corazon, y aunque nos haya dejado fisicamente, nada ni nadie lo podra sacar del medio de mi pecho...Esperame hermano, guardame un lugar en la cola de la Coronilla para volver a compartir nuestras vivencias de toda la vida....Tu....Ivan Canas
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