Hoy, por aquel Concordato que
suscribieron el antiguo dictador de Ciudad Trujillo y el Vaticano, es
feriado. Gracias a eso nos levantamos muchos después de las cinco, que es la
hora en que regularmente lo hacemos. Hice el café. Regué las orquídeas.
Desayunamos.
Luego caminamos por el barrio, nos desperazamos, le compramos donas a María, a mi madre y a mis suegros. Después, ya de regreso
a casa, pasamos a buscar una mata para el tarro que compramos
ayer y, en una tienda tapizada de ladrillos, Diana pidió un aceite para que mis
libros tengan olor a bosque.
Es jueves, pero lo hemos vivido
como si fuera sábado. No sé cómo me puede servir esto para mi columna de
la revista Estilos. Por eso lo pongo aquí, junto a una foto de la nueva mata que
ahora vive en nuestra cocina.
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