05 marzo 2020

Cuando los canallas susurran

Volver sobre esto es, para citar una de sus canciones, llover sobre mojado. Pero su más reciente canallada lo merece. Aunque muchos ya han publicado o compartido exactamente lo que pienso, “me es incontrolable”, como diría John Malkovich en Las amistades peligrosas.
Sin querer, o queriendo (tratándose de alguien que ya no tiene fusibles en el asco, nunca se sabe), Silvio Rodríguez acaba de ilustrar perfectamente el trauma que la dictadura de Fidel Castro ha dejado en cada cubano. Su confesión, releva las pruebas.
Los realizadores de Sueños al pairo, el documental sobre Mike Porcel que el ICAIC acaba de censurar, contactaron a Silvio para que hablara sobre su “ex compañero”. Nunca respondió. En un comentario a un post publicado en su blog, por fin dice lo que antes prefirió callar.
En el primer párrafo, se ocupa de alabar a Mike, pero siempre a través de hechos que lo vinculan a la revolución. Más que reconocer sus virtudes, lo embarra. Algo que ya había hecho con Pablo Milanés, al echarle en cara sus “panfletos”. En eso Silvio se parece a los balcones de La Habana, aunque en lugar de sábanas blancas en él ondean trapitos sucios.
Luego de regodearse en ese ambiente de desconfianza, vileza y chivatería propio de las sociedades totalitarias, entra en materia: “Siempre dije que no estaba de acuerdo en hacer repudio alguno. Y aunque traté de perderme la noche en que acordaron hacerlo, dieron conmigo”, recuerda.
“Alguien, que hoy vive en Miami (¡otro trapito sucio!), me dijo que esperaban por mí (…) —prosigue—. Caminé hasta el portal de la casa y allí susurré una palabra. Después regresé al grupo y dije: ya lo hice. Inmediatamente me marché. Mientras me alejaba, vi como de uno en uno se acercaban a la casa a dejar su susurro”.
Pero el momento de mayor ruindad del comentario de Silvio es cuando recuerda que una obra de Mike, “En busca de una nueva flor”, fue seleccionada como la canción del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes de 1978, y omite que la misma fue censura y sustituida por “Vamos andar”, hecha por él a la medida de la ocasión. 
Cualquier día de estos el Necio nos sorprende con la confesión de que, en 2003, cuando andaban buscando adhesiones al fusilamiento de los muchachos que secuestraron la lancha de Regla, también trató de perderse. Pero otra vez lo encontraron. 
Entonces, no tuvo más remedio que susurrar su firma.


Fragmento del comentario de Silvio Rodríguez
sobre Mike Porcel en Segunda Cita.

2 comentarios:

Jesus F Iglesias dijo...

Cuando los canallas susurran los demonios andan por los templos

Unknown dijo...

La valentía política es un atributo de unos pocos que se elevan sobre los demás, sin creer que ser valiente no vale la pena ,,,