No hace tanto, Miguel Díaz-Canel se refirió a los cubanos que vivimos en el exilio y disentimos del régimen que él encabeza. Nos llamó “mal nacidos por error en Cuba”. Ahora le ha pedido al Ministerio de Relaciones Exteriores que no desconozca “a los muchos cubanos que viven en el exterior orgullosos y nostálgicos de su patria”.
La primera vez me sentí más aludido que en la segunda. Hace muchos años asumí las consecuencias de dejar por escrito mi oposición a una dictadura que arruinó a la nación cubana económica, civil y moralmente. Enfrenté las presiones de enviados y simpatizantes, pagué por los temores de quienes me empleaban.
Según Díaz-Canel, la política migratoria de su régimen debe convidar a todos los cubanos “a contribuir al desarrollo y la defensa de la patria hasta donde cada uno pueda. No tenemos que coincidir en todo, pero podemos sumarnos”. ¿Cómo se puede lograr eso con infames habilitaciones y repatriaciones?
Además de condicionar el regreso y la permanencia en nuestro propio país, el régimen se ampara en disposiciones leoninas para que los exiliados cubanos paguemos el mayor precio posible por nuestra decisión de vivir en un mundo libre.
Desde 2006, año que escribí el primer post de El Fogonero, reconstruyo con ideas, metáforas, dudas, aciertos y errores el lugar al que creo pertenecer. Ya no puedo señalarlo en un mapa, no podría precisar sus límites, solo puedo asegurar que soy plenamente libre en él.
Al país en el que nací y crecí ya solo puedo volver a través de los recuerdos, las palabras y algunos seres queridos. Mi orgullo y mi nostalgia también se fueron de Cuba.
1 comentario:
Hacía tiempo que no te leía. Cómo siempre estoy totalmente de acuerdo. Gracias por seguir escribiendo.
Publicar un comentario