Demoró en acercarse.
Al principio el agua
le pareció una trampa.
Desconfiaba
de ese espejo
donde se refleja su sed
y la cansada luz de la tarde.
Demoró en acercarse,
pero al final
no pudo resistir
la tentación.
Ahora lo único
que sigue sin entender
es al ave que bebe
del otro lado.
Con tanta sed
como él,
repitiendo cada uno
de sus gestos.
Una súbita brisa
acabó espantándolos.
El colibrí voló hacia lo alto;
su reflejo,
al interior de la vasija,
como si en el fondo
fuera posible
borrar cada evidencia.
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