Todo lo que querías
era volver a tener
una luz amarilla
en el camino
de regreso a casa.
Aquel breve esplendor,
asediado por la noche
cerrada de la isla,
era el punto
donde por fin
reconocías
las voces
que te rodeaban
y el olor de los tuyos.
Aquel círculo trazado
por mariposas nocturnas
era la señal
de que habías
conseguido volver,
de que Atlántida
te esperaba
con una taza
de leche caliente,
un beso
y el calor inconfundible
de sus manos estrujadas.
Todo lo que querías
era volver a tener
una luz amarilla
en el camino
de regreso a casa.
Esa es la razón
por la que ahora
te alejas en el llano
de hierbas mojadas.
Eso sí,
cada vez que te paras
frente a ella,
no puedes evitar
una rara angustia.
Algo te dice
que todavía tienes
a tu alrededor
la noche cerrada de la isla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario