Así éramos, en esa luz nacimos.
Nuestras noches
se hacían responsables
de alumbrar
todos esos portales.
En esos bancos
se sentaban
los bohemios,
vestidos de dril cien,
a ponerle música
a nuestra respiración.
Aunque luzca irreconocible
o claramente ajena,
esa es la ciudad
que teníamos
antes
de que todo
lo que creemos ser
se acabara
o, peor aún,
se convirtiera
en una vieja postal,
en la prueba
que enseñamos
para que nos crean
cuando decimos
que así éramos,
que de esa luz salimos.
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