Mientras
Ry Cooder
tocaba
al final
de
la tarde desierta,
el
silencio
decidió
regresar
a
Houston.
Dobló,
como
le pediste,
a
la izquierda
(128 millas,
decía la señal),
(128 millas,
decía la señal),
y
se perdió
por
ese raro
amarillo
que
simula
al
polvo
en
el Technicolor.
Mientras
Ry Cooder
tocaba
ya
las
cuerdas de la noche,
nosotros
también
decidimos
volver
a la cama.
Eso
es lo peor
de
las películas,
nunca
puedes
quedarte
a vivir dentro de ellas.
a vivir dentro de ellas.
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