Yunior García ya hizo mucho más de lo que muchos de nosotros hemos hecho y haremos. Creo en él y en todo cubano que tenga la valentía de enfrentarse, al menos por un minuto, a ese monstruo que nos ha dejado sin patria. Guardo mi odio, mi rencor y cada una de mis críticas para la dictadura y para los represores.
2.
Cada vez que me hablan de un líder que abandonó a sus hombres, siempre pienso en el mismo. La madrugada del 26 de julio de 1953, Fidel Castro se perdió en Santiago de Cuba, una ciudad que se sabía como la palma de su mano, y nunca llegó al cuartel Moncada. No lo agarraron tratando de reunirse con los sobrevivientes, sino huyendo.
Años después, durante el desembarco del Granma, también se “perdió”. Y apareció mucho después, sano y salvo, en la Sierra Maestra, de donde no bajó hasta que Camilo y el Che avanzaron tomaron el centro de la Isla, después de sobornar al líder del tren blindado y lograr que lo entregara.
En Girón, no salió del central Australia hasta el final, para hacerse la foto del tanque. Siempre tuvo tan buena suerte, que todos los que eran tan líderes como él (Abel Santamaría, Frank País, Camilo Cienfuegos…), acababan cayendo.
3.
Cuba no necesita héroes. Cuba necesita que cada vez más cubanos se manifiesten contra los militares y su títere. Que los que saquean al país hoy, condenando a la pobreza extrema a la inmensa mayoría de nuestros compatriotas, acaben derrotados y respondan por cada uno de sus crímenes.
Ayer apresaron a un niño de 15 años por salir a la calle vestido de blanco y con una rosa blanca en la mano. Solo les faltó ponerle un grillete y condenarlo a picar piedras en una cantera. Solo por ese niño debemos seguir luchando. No nos ataquemos entre nosotros.
Concentremos en el cruel que nos arranca el corazón con que vivimos, odiemos solo a quien nos tiene en el oprobio sumidos.
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