Empezaste a decir algo
sobre la angustia
que ha sido
para ti
tener que vivir
sin tu país.
Pero la frase
se cortó por mitad
y te quedaste
mirando a lo lejos.
Afuera no se movía
ni una hoja.
Todos seguimos
esperando un largo rato
tus próximas palabras.
Ya el café estaba servido,
quizás eso fue
lo que nos salvó
de permanecer
en silencio
por mucho más tiempo.
“Tener que vivir
sin tu país”, repetiste,
antes de que pasáramos
a otro tema
y las hojas del monte
volvieran a moverse.
1 comentario:
Recordando a Chanito Isidron:
Salí de mi casa un día
en pos de mi desayuno
y hogares uno por uno
anduve la sitieria... Y digo yo que siempre se encuentra café aunque no sea en el terruño, y buenos amigos de allá y de acá.
Que te aproveche.
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