Anoche, cuando llegamos a Casa de Teatro para asistir a la segunda
función de Carlos Varela, nos encontramos a Sonia Silvestre. Estaba sentada
junto a Freddy Ginebra y ambos compartían algunas de las tantas y tantas historias
que han vivido juntos, servidas a las rocas, con trovas cubanas de fondo.
La primera vez que Freddy me la presentó, yo le conté una de las
frases preferidas de mi padre. Cuando alguna mujer, allá en Manicaragua, no le
reía alguna gracia, él se encogía de hombros y repetía entre dientes: “Esta se
cree que está más buena que Sonia Silvestre”.
Desde esa misma noche data la amistad y el cariño que nos tenemos.
Sospecho que en parte le debo eso a Serafín y a la carcajada que provocó su
ocurrencia en la Silvestre. Como llovía a cántaros y el concierto se retrasó, Alejandro,
Popa, Natty, Diana y yo nos asilamos en el refugio de Freddy.
Justo allí, poco después que empezara la cuarta ronda de añejos a
las rocas, Sonia nos confesó su amor por La Habana. Con acento y gestos de
cubana, recordó algunos de los sucesos que la convirtieron en una habanera de
Hato Mayor. Fue entonces que confesó su más grande deseo.
“A veces yo quisiera conseguir una nave que me lleve a conocer habanas
pasadas. Quisiera meterme en El Vedado de principios de siglo, pasar por la
calle Neptuno llena de tranvías y recorrer el mercado de Cuatro Caminos. Pocas
cosas me gustarían más que entrar en el mercado de Cuatro Caminos cuando todo
allí estaba intacto”, dijo con rara nostalgia.
En un momento del concierto, la cabeza de Sonia me cayó en el
hombro. Aldo López Gavilán hacía el solo “Habáname” y ella lloraba sin
consuelo. Entonces advertí que el artefacto del que hablaba también podía ser
una canción. La abracé y le di un beso en la frente. Esa fue mi manera de
decirle que me dejara subir a bordo.
Anoche, cuando salimos de Casa de Teatro, de la segunda función de
Carlos Varela, Sonia Silvestre y yo volvimos de La Habana. Alejandro, Popa,
Natty y Diana son testigos.
5 comentarios:
Emocionante...
Camilo, yo no conoci la Habana de Cain, pero conoci una Habana que amaba profundamente y en cuyo seno me sentia la persona mas feliz del mundo; el Vedado me lo conozco hasta cada brizna de hierba que nace por las agrietadas aceras. Cuando llego el momento de partir jure que nunca me habanizaria. A veces me agrede la nostalgia, pero entonces pienso en la falta de libertad, las fosas inundando las aceras, y entiendo que ya el Huron Azul, Zumbado, Pedro Luis, Capitanes Generales no existen para mi, no en esta vida.
Felicidades por el post y por este dia.
Camilón, muy hermoso esto. Te abrazo.
Dale mis quieros a Ale, Marianela y Diana.
¡¡¡¡¡GRACIAS POR ESCRIBIR!!!!!!!!!!!
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