La revolución que se ha producido en las maneras de
comunicarnos, ha trastocado también la distribución y el acceso de la música
que consumimos. El deseo de ir a una tienda de discos y descubrir por azar los
acordes y los versos que nos haría compañía en lo adelante, se sofocó sin que
nos diéramos cuenta, sin que nadie nos avisara.
El disco, no ya como objeto, sino como estructura de un
discurso artístico, también está en peligro de extinción. La manera en que los
músicos dialogaron con sus públicos durante casi todo el siglo XX, ya no parece
funcionar. Por eso se acude cada vez más a las formas más insólitas para
distribuir las creaciones. La más extravagante que he visto hasta ahora fue a
través de las cosechas de Farmville.
No pocos creadores se han desconcertado con este cambio
brusco e irreversible. Esta mañana, en su cuenta de Twitter, Andrés Calamaro
nos alertaba de que Prince había amagado con dejar de grabar discos. “Prince no
puede equivocarse. Deberíamos grabar para nosotros y no compartir la música.
Guardarla como un cuadro en la pared de tu casa”, dijo Andrés.
No puede contenerme y escribí algo en lo que creo
firmemente: Cuando la música no se comparte es todavía silencio; las canciones
existen cuando empiezan a ser de otros. Con gentileza, Andrés no solo le dio un
retweet a mi idea, sino que la respondió con una frase inmejorable: “Sin música,
la vida sería un error”.
Con una humildad escalofriante, Umberto Eco ha comenzado a
reescribir El nombre de la rosa para “agilizar
algunos pasajes y refrescar el lenguaje". El escritor italiano está
empeñado en que su mejor obra sea “más accesible a los nuevos lectores” y se
adecue al siglo XXI.
Algo semejante tendrán que
hacer los músicos que harán la banda sonora de los tiempos por venir (y estoy
convencido de que Calamaro estará entre ellos). Porque cualquier solución que nos conduzca al
silencio, como adviritó el propio Andrés, es un error craso.
2 comentarios:
Si dejas de difundir eres artista muerto, pues como dices la obra comienza cuando alguien, en cualquier sitio la identifica, la lleva a su sueños, sus vigilias o a donde le de la gana ...y la hace suya....en cuanto a ello es errado.....al fin lo decida el artista ....es su muerte....o su ir latiendo en el ritmo de la memoria....
¿De que va a vivir Calamaro si deja de escribir para torturar a otros ?
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