Anoche Santo Domingo permaneció bajo un torrencial aguacero.
Las calles de la Zona Colonial se convirtieron en cañadas que se lo llevaban todo
en dirección al mar. Aun así, unos 20 empecinados desafiamos ese vendaval y
acudimos a la Tertulia Literaria de Casa de Teatro.
Lo que debía ocurrir era que Alejandro Aguilar y yo
leyéramos cuentos y poemas. Además, se inauguraría la exposición Moda Lite, de Marethé. Pero quiso el azar
que el poeta dominicano Basilio Belliard se apareciera allí con Eduardo Heras
León. A partir de ese momento lo más importante fue compartir con él.
El Chino Heras ha sido profesor de varias generaciones de
narradores cubanos. A finales de los años ochenta y principios de los noventa,
algunos de los escritores más premiados de la literatura cubana actual, eran
apenas nuevos pinos que descubrieron con él los libros inaccesibles y las técnicas
indispensables.
Tengo muchísimas cosas que agradecerle a Eduardo. Pero de
todas siempre me quedaré con la hermandad de Ángel Santiestéban. En honor a
eso, anoche saltamos por encima de todos estos años para caer en tres o cuatro
recuerdos imborrables. Ayer la literatura era la excusa, pero el hombre que
vino con la lluvia acabó siendo el gran regalo para todos.
1 comentario:
Camilo, dale un abrazo grande de mi parte a Eduardo. Tal vez el piense que no, pero yo le tengo mucho Carinno. un abrazo para tí. arzola.
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