Carlos Boyero, el implacable crítico de cine de El País, todavía no lo puede creer, pero ya lo afirma: “Es curioso que los dibujos animados, concretamente los que hace Pixar, se hayan convertido en el mejor cine narrativo actual. Nunca pude creerme que yo estuviera suspirando porque se estrena una película de animación y que eso me iba a provocar las mismas sensaciones que el cine que me ha gustado toda la vida”, afirma.
Él no está solo, le acompañan millones de espectadores en todo el mundo que piensan de una manera idéntica. Cuando se estrenó Toy Story, se estrenó también una nueva manera de soñar. Algo que parecía infalible y sempiterno, la fórmula secreta de Disney para encantar generaciones, envejeció en un abrir y cerrar de ojos. Desde entonces, los niños son mucho más incrédulos, porque sus ideales son más asequibles y se parecen mucho más a su realidad.
John Lasseter, el genio que se esconde detrás de las aventuras de Pixar, logró algo todavía más difícil, sus obras borraron la línea divisoria que había entre las películas para niños y las de adultos. No hay edad para ver Toy Story 3, aunque sí es indispensable verla. Gracias a esa factoría de genialidades, ir al cine, pagar una entrada y soportar los no siempre agradables contertulios, vuelve a ser una experiencia reconfortante.
Cuando comienzan los créditos de Toy Story 3 uno solo tiene dos opciones: llorar de la felicidad y delante de todos, o desear, como Carlos Boyero, que Pixar viva muchos años, que los que hacen estas películas no se mueran nunca, para que lleguen hasta el infinito y más allá, para que alcancen a todas las generaciones por venir y las marquen con sus genialidades.
2 comentarios:
Me siento acompañado en ese gusto.
No sólo la magia es compartida por nosotros, los que nos creemos adultos. ¿Te fijaste en el mensaje político? ¿A quién te recuerda el viejo Lotso?... Esas cosas también me emocionaron mucho, porque mi chamaco, sin teque, también va a prendiendo a no dejarse dominar por las jaulas que desde afuera lucen bonitas.
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