No suelo sentir envidia por los grandes escritores. Me hubiera gustado escribir cosas de Sherwood Anderson, Emilio Salgari, Paul Auster, Antonio Tabucchi o Alessandro Baricco, pero no me creo capaz de superar su capacidad de inventiva y, de antemano, me doy por vencido. Sin embargo, admito que envidio a Paul Theroux. Aunque en su caso no son los libros sino su ventanilla.
El autor de El gran bazar del ferrocarril es, sin lugar a dudas, el viajero que mejor ha descrito el arte de dejarse llevar por un tren. “El tren es capaz de infundirte tranquilidad en lugares horribles, no tiene nada que ver con los angustiosos sudores de muerte que provocan los aviones, el mareo de los autobuses de largos trayectos o la parálisis que aflige al que va en automóvil”, define Theroux.
Ayer me regalaron la más importante obra de Theroux. Desde entonces viajo en trenes por Inglaterra, Francia, India, Vietnam o China. Voy a bordo de los nombres más fascinantes: Orient Express, Estrella del Norte o Transiberiano. Estoy feliz, pero muerto de envidia, no puedo dejar de desear ni por un segundo la ventanilla de Paul Theroux.
4 comentarios:
hola camilo, suelo llevarme las cosas del fogonero a mis facebook para compartirlas, espero que no te importe, gracias, sonia
Sonia, puedes llevar todo cuanto quieras. Soy yo el que debo agradecer eso. Un abrazo.
Tienes que lograrlo, hacer un poco de estos viajes, ya has logrado captarlo, sentirte ahí, ahora te deseo que se de esa aventura en tu vida
Muchas gracias. Ahora además de todo lo que leo sobre política y otros asuntos relacionados con Cuba y Washington, me apresuro a leer lo que me envía. Si usted envidia a Teraux, yo le digo que me hubiera gustado poder escribir como usted.
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