19 agosto 2024

Extraños como patos en el Manzanares

 
Diana y María estrenando una hamaca en el primer Bohío.

Así era María en noviembre de 2011, cuando nos mudamos juntos al primer Bohío. Ahí comenzó una etapa de la vida de ella, Diana y mía que acaba hoy. Hace una semana que estamos haciendo maletas. Mañana volamos a Madrid para que comience la universidad. 

Eligió hacer una doble titulación en Comunicación Digital y Periodismo, lo cual me tiene feliz y lleno de orgullo. Ya lee más que yo y escribe mejor que yo. El hecho de poder hacer ese viaje con ella, acompañarla hasta su facultad y dejarla en su residencia, me tiene eufórico. 

Lo difícil será acostumbrarnos al nido vacío. Aceptar la idea que ya no llegará a la habitación para quitarnos los que estábamos viendo Diana y yo en el televisor, acostarse entre los dos y poner "una película en familia", es decir, una que a ella le guste. 

O que, a escondidas de su mamá, me busque para pedir pizza, pollo frito o cualquier otra cosa poco saludable, de esas que requieren complicidad y clandestinaje. Una vez, cuando todavía era pequeña, en uno de nuestros primeros fines de semana en la Loma de Thoreau, la encontré caminando por el bosque en medio de una noche muy oscura.

—María, ¿no te da miedo?— le pregunté sorprendido.

—Cuando estoy contigo no le tengo miedo a nada —me respondió y siguió buscando no recuerdo qué con la ayuda de una linterna.

Hoy es el capítulo final de una temporada que duró 13 años. Mañana comienza una nueva que tiene como título provisional “Extraños como patos en el Manzanares”.

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