"Venga guano, caballero, venga guano,
estamos en el caballete y hay que acabar temprano",
Dúo Los Compadres
Disfruto muchísimo cada etapa de la construcción, desde las reuniones con el arquitecto o el momento en que se da el primer picazo (el real, no el simbólico), hasta el día en que por fin puedo empezar a poner las lámparas y armar los muebles. Pero si tuviera que elegir un solo momento, me quedo con el día en que se pone el techo.
Ayer en la tarde cayó un aguacero torrencial. El resto de la noche se mantuvo lloviznando y con una neblina impenetrable. Por un momento perdí la confianza en los pronósticos del tiempo que aparecen en las aplicaciones y pensé que hoy sería un día lluvioso. Pero amanecimos con un sol espléndido y pudimos poner el techo tal y como lo teníamos planificados.
A las 3, cuando se fueron los constructores (son muchachos que viven en las comunidades cercanas a la Loma de Thoreau, prefieren empezar y acabar temprano), estuve un largo rato disfrutando el techo ya terminado. Soy guajiro, eso de llegar al caballete me emociona profundamente.
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