I.
Viendo en Netflix un documental sobre la Segunda Guerra Mundial, confirmé que el paradigma de Fidel Castro nunca fue José Martí. Él solo se aprovechó del Apóstol para sacar de los cubanos ese infantilismo patriotero que nos llevó a la ruina. Ni siquiera los dictadores de izquierda lo inspiraron tanto como Benito Amilcare Andrea Mussolini.
Lo imitó en todo: en los gestos, en los discursos, en los actos, en las fotos, en las imágenes en movimiento... Vean al Duce dando un discurso, cosechando junto a campesinos o compartiendo con obreros, fíjense en su gestualidad y en las caras de los que le rodean. Luego busquen en YouTube un Noticiero ICAIC y comparen.
II.
Insisto, nunca compartiría una causa con la desfachatez y la doble moral de Pablo Iglesias y sus correligionarios, que son tan impresentables como él. No se puede estar del lado de la libertad y simpatizar con Podemos, porque son conceptos antagónicos. Desde que nací hasta los 33 años, viví dentro de una dictadura.
No pude entender de verdad el oprobio del populismo, el mesianismo y el autoritarismo, hasta que lo vi desde afuera; por eso sería incapaz de volverme a meter en él por mi propia voluntad.
III.
IV.
Si Cataluña fuera parte del territorio de Rusia o Venezuela (los dos países que, de la manera más descarada, han alentado su separatismo), ahora mismo habría allí una carnicería. Más allá de la torpeza congénita de Rajoy (gallego al fin), la paciencia de España ha sido admirable.
IV.
Silvio Rodríguez, que es cubano y adora a una de las dictaduras más viejas y reaccionarias del mundo, apoya el separatismo catalán. Joan Manuel Serrat, que es catalán y ha sido siempre muy consecuente con sus ideales progresistas, defiende la autonomía como parte de España.
Solo en base a esos dos juicios uno puede llegar a su propia conclusión.
1 comentario:
Chapó, Camilo. Ni una letra o coma de más.
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