Ángel Santiesteban dice adiós desde una prisión de La Habana. (Foto: 14yMedio) |
En
una entrevista que le hizo Amaury Pérez, en junio de 2011, Silvio Rodríguez
admite que siempre disfrutó de libre acceso a internet en Cuba. Fue en una
pregunta acerca de su blog. Según él, estaba navegando en una web que le habían
recomendado cuando advirtió que en la parte superior había una preguntica:
¿Quiere hacer un blog?
—Pinché
y me abrió una página —cuenta el trovador—. Ponga su nombre, puse el nombre.
Pinche aquí. ¡Ya usted tiene un blog! No, espérate, no puede ser así. Y fue
así. Entonces hice un primer escrito, que le llaman post en el mundo de los
blogs, y ya, y de pronto empezó a meterse gente, a decir cosas, a dar
opiniones, a participar y bueno, de pronto ya hay más de…
Esa
experiencia tan simple está vedada para la inmensa mayoría de los cubanos. Si a
Silvio, que ha viajado el mundo entero y ha disfrutado dentro de la dictadura
de toda clase de privilegios, llegó a sorprenderlo, imaginen cómo será para los
cubanos comunes y corrientes, esos que solo tienen acceso a la zona más
asfixiante de su realidad.
En
2008, Ángel Santiesteban vivió unas semanas en mi casa de Santo Domingo. Esos
días nos sirvieron para poner al día nuestra hermandad, que es fruto de una
amistad que tuvieron nuestras madres en su infancia. En algún momento, hablamos
de la gran revolución que se estaba produciendo con la web 2.0 y las redes
sociales.
Al
principio le costaba trabajo entender eso de que la comunicación había dejado
de ser un monólogo y se había convertido en un diálogo plural. Luego hicimos
una larga exploración por los blogs de asuntos cubanos. Discutimos largamente
sobre una sola pregunta: ¿para qué sirve tener una bitácora en un país donde
nadie o casi nadie tiene acceso a Internet?
Minutos
después nació la idea de Los hijos que nadie quiso. Luego, desde la distancia, empecé a ver cómo aquel “juego”, en
manos de Ángel, se fue convirtiendo en un admirable acto de fe. Post tras
post, el escritor fue colgando todas las verdades que llevaba por dentro… hasta
que fue condenado.
Mientras
Silvio presta su blog a los más retorcidos conservadores de su generación y lo
pone al servicio de espías y perseguidores de cualquier nacimiento; Ángel solo lo
hizo para un final y eso le costó ir la cárcel. Desde entonces, el hijo que
nadie quiso disfruta de una gran libertad tras las rejas.
1 comentario:
Estupendo. Hago lo que esta a mi alcance: distribuyo tu relato.
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