11 septiembre 2022

Sofrito


Nuestras hijas, Ana Rosario y Paloma, han decidido que seamos familia. Si ellas se tratan como primas, nosotros deberíamos ser hermanos. Así es que Julián Fernández y yo hemos acabado siendo familia. Hoy me escribió para preguntarme cómo seguía en la recuperación de mi fractura.
—Excepto la pierna, que sigue en alto —le respondí—, todo lo demás está en el suelo.
Luego, en la medida que el chat avanzaba, le comenté que justo en ese momento estaba oyendo el disco “Sofrito” de Mongo Santamaría. “Lo oigo muchísimo”, subrayé. Julián aprovechó el pie forzado para contarme que, la primera vez que estuvo en Estados Unidos, Mongo lo acogió como si fuera su hijo.
—Hasta hace poco tuve una camisa Givenchy que él me regaló —agregó—. Siempre iba a su casa a almorzar y a comer. Su esposa Ileana me trataba bien cantidad… ¡Tremendas migas que hice con ese viejo!
Luego me contó que todos esos guiños cubanos que hay en la obra de Chic Corea se deben a la experiencia de tocar con Mongo Santamaría. El tumbador habanero cambió la manera de interpretar y crear del compositor de Massachusetts, agregó Julián mientras sonaba “Spring song”.
—Tengo fotos con Chick Corea —me dijo agustiado—, pero ninguna con Mongo.
Poco después Diana abrió la puerta. Había bajado a buscar la comida que pedimos. “Quita la música para sentarnos a la mesa”, me ordenó. “Harina con quimbombó —pareció responderle el coro de Mongo—, la comida pa’ Changó”.
No respondí el último mensaje de Julián, esta conversación sigue inconclusa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay mucha tela por donde cortar en la historia personal de los músicos cubanos, sólo necesitamos un sastre como Camilo!!