Andén de la estación de Cienfuegos Carga, 1985. Detrás, de izquierda a derecha: Orlando Puerto Mena, María y su hermano, mi tía Caridad Yero y Bernardo Zamora. Delante, Mildred Abreus y Jorge Duarte. |
He conocido de cerca a escritores y artistas que admiro mucho. A veces, cuando comparto con ellos, les confieso mi asombro y les vuelvo a contar lo que significaron sus obras para mí. Les recuerdo lo que pensaba de ellos el Camilo que no tenía ni la más remota sospecha de que llegaría a ser su amigo.
Pero nunca, en ningún sitio del mundo, he llegado a encontrarme con tantos ídolos como en el andén de Cienfuegos Carga, la estación donde mi madre laboró por años y en la que pasé días inolvidables de mi infancia. Por aquel ancho corredor de cemento vi desfilar a verdaderas leyendas de los ferrocarriles.
Hace unos días recibí un email de María Thoukididou, una cienfueguera que vive en Chipre y que es hija de Orlando Puerto Mena, una de los íconos que andaban por el andén dando órdenes y haciendo señales para que los trenes llenos de mercancías partieran hacia diferentes puntos de la isla.
En mi respuesta, le comenté a María que mi madre (Lérida Yero), mi tía (Caridad Yero) y su esposo (Rafael Serralvo) fueron compañeros de trabajo por años de Puerto Mena y que de ellos escuché incontables anécdotas de su padre. “Si me envías fotos de ellos seguro que los reconozco”, me dijo.
Aproveché para preguntarle si conservaba imágenes de la estación de Cienfuegos Carga, en cuyos altos vivió con su familia. Me envió varias. En una, donde ella está junto a uno de sus hermanos y su padre, aparecen Bernardo Zamora (otra leyenda de aquel andén), Jorge Duarte y… ¡mi tía Cary!
Asumo la aparición de Caridad Yero un 8 de septiembre como un verdadero milagro. Sobre todo porque está en un lugar que yo siempre consideré un templo. La risa de mi tía, sus besos, sus abrazos y su apasionado cariño siempre fueron para mí una gran protección. Hoy me di cuenta que lo siguen siendo.
Estación de Cienfuegos Carga, 1985. (Fotos cortesía de María Thoukididou) |
1 comentario:
Camilo, tu entrada en tu Blog El Fogonero 8 de septiembre 2022 me conmovió. También yo asumo la aparición de tu querida tía, Caridad Yero un 8 de septiembre como un milagro. ¡¡¡Coincidencias!!!
Ese andén era como todos los andenes de paraderos de trenes o Estaciones Ferroviarias. Cada uno diferente, y con algo en común, vecinos familia de la época, gente maravillosa con genes ferroviarios. Claro, por esos andenes pasaron muchos de los iconos del Ferrocarril cubano, que han dejado y dejarán un legado, ya mencionaste a algunos. También en esos andenes vivimos momentos de nuestra infancia y juventud inolvidables. Por ser hija de Puerto Mena, nos movíamos de Estación a Estación (en aquella época veía esas casas inmensas y ahora cuando regreso lo veo todo más pequeño, los andenes más bajos). Vivimos en La Isabela de Sagua (Estación La Concha), Casa del Ferrocarril frente a la Estación de Sagua La Grande, Cifuentes, también en una de las casas del Ferrocarril, en Esperanza, en las dos Estaciones y por último en la Estación de Carga de Cienfuegos. También recuerdo, muy pequeña haber vivido por un tiempo en San Andrés, recuerdo pasamos un ciclón en la casa de La Estación, que era como una fortificación. En la Estación de Carga de Cienfuegos vivió mi familia hasta que se derrumbó.
De Isabela de Sagua tengo muchos recuerdos, sobre todo personas que eran todas como parte de la familia. Miguelin, con su uniforme de ferroviario y toda su familia, Marcelino (Pan y Vino así le decíamos mis hermanos y yo, lo queríamos como a un abuelito), seguro Jefe de Estación en aquella época. El médico Arfel, sagüero, que, aunque no era ferroviario como viajaba a diario en el tren para hacer sus consultas en La Isabela, era uno más de nosotros. Las familias alrededor de La Estación, Santico el Enfermero del Policlínico y su familia.
Pudiera mencionar a muchas de los ferroviarios que conocimos y que llevamos en nuestros corazones, pues por una situación especial, mi mamá estaba enferma en esos años, y donde quiera que nos mudábamos, todos nos querían y nos acogían/protegían como a la propia familia.
En la Estación de Carga de Cienfuegos, ya mayor, después de haber regresado de mis estudios, entonces conocí a tu mamá Lérida Yero, tu tía Caridad Yero, entre otros muchos de esas leyendas que mencionaste.
Que recuerdos tan maravillosos.
Comentándole a mi papa tus escritos sobre el Ferrocarril, se emocionó tanto que empezó a contarme también algunas de las anécdotas y vivencias que ha tenido con ferroviarios que eran entre ellos como hermanos. Anécdotas que remontan desde el año 1963, sober todo de cuando pasaron la primera escuela para Ferroviarios en 1967. Ahora, Puerto Mena sigue trabajando en La Estación de Ferrocarriles de Aguada de Pasajeros. Ya casi al cumplir seis décadas en las vías del tren, el oficio que aprendió desde joven y ama aun como el primer día. Entonces por eso creo que hay que tener genes de verdad para ser ferroviario.
Camilo gracias esa entrada en tu Blog.
Un abrazo ferroviario para ti y familia desde una islita, Chipre, ¡¡¡donde no hay vías férreas!!!
Maria del Carmen Puerto Thoukididou
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