En Cuba estudiábamos
la geografía del mundo
en un atlas alemán.
Aquellos mapas
desplegaban
los únicos colores
que teníamos
a nuestro alcance.
Los océanos
y las cordilleras
resplandecían
en la oscuridad del aula.
Los amigos
eran señalados en rojo
y los enemigos
en azul.
Cuando ya no tuve
que elegir
entre un tono y el otro,
me costó superar
aquella convención.
Muchos de los países
que aparecían
en aquel enorme libro
ya no existen.
Empezando por la RDA,
donde fue impreso.
Cuba tampoco
es la misma.
Como el aula,
se ha puesto
aún más oscura.
Cada vez
es más difícil
señalar algo en ella,
elegir
entre un tono
y el otro.
Ya nada es igual
cuando desplegamos
algún mapa color.
Nunca más hallaremos
todo lo que perdimos
en aquella cartografía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario