26 enero 2020

Ojalá estés a la altura de tus canciones

© Alen Lauzán.
“Ojalá” (1969) y “Chan Chan” (1984) son dos de las canciones más universales que se han producido en Cuba en los últimos 61 años. Además de sus autores, Silvio Rodríguez y Francisco Repilado, respectivamente, muchísimos intérpretes han hecho versiones de ellas.
Ambas, también, suelen estar presentes en los espectáculos para turistas que se ofrecen en la isla, tanto de manera oficial como por cuenta propia. A diferencia de “Chan Chan”, que menciona en la letra a los protagonistas de la canción, la destinataria de “Ojalá” no es llamada por su nombre.
El hecho de que muchos no supieran que el “disparo de nieve” estaba dirigido al corazón de Emilia Sánchez, convirtió a “Ojalá” en una canción subversiva. No pocos cubanos siguen pensando en Fidel Castro cuando escuchan o tatarean “Para no verte tanto, para no verte siempre,/ en todos los segundos, en todas las visiones”.
Esa es la razón fundamental por la que Orishas la citan in extenso en su tema “Ojalá pase”. Mientras Roldán, Ruzzo y Yotuel se dirigen al régimen y a ese tranque que se ha producido en el dominó de la Cuba actual, Beatriz Luengo recuerda las estrofas de “Ojalá” que los cubanos siempre han malversado.  
Como era de esperarse de ese hombre que, por hechos o por dichos, Silvio se ha convertido, la reacción no se hizo esperar: “¿Qué me parece esta vulneración flagrante de mis derechos como autor de ‘Ojalá’, cosa notoria desde hace 50 años? Me parece un lamentable acto de parasitismo”.
Cualquier anciano compositor, como es el caso de Rodríguez, se sentiría orgulloso de que su música fuera revisitada por los jóvenes. Sobre todo tratándose de un propósito tan digno como el de denunciar a una dictadura parásita (en la correcta acepción del término) que ha arruinado un país, una cultura y una nación.
La semana pasada, hicimos el viaje de Santo Domingo a la Loma oyendo a Silvio. Diana y yo aún logramos abstraernos de la deleznable persona en que se ha convertido y volvemos a su música a menudo. No podemos desprendernos de ella, fue demasiado importante en la conformación de las personas que somos hoy.
“Es una pena que Silvio no esté a la altura de sus canciones”, me dijo Diana en un momento. “A lo mejor un día, aunque sea con alzhéimer…”, le respondí. “¡Ojalá!”, dijo mi Cucha mientras entonaba la estrofa que habla de la cobardía en “Dibujo de mujer con sombrero”.
—Que el ridículo acaba, implacable, conmigo/ y yo, de perro fiel, lo transformo en canción —siguió cantando el trovador cuando nosotros ya nos habíamos callado.
Diana lo dejó terminar. Luego extendió su brazo y buscó "Chan Chan" en el iPhone. 
Empezábamos a subir la cuesta de Guayacanes cuando se oyó la geografía que ella perdió de niña. "¡Ojalá!", repitió, ya entre Alto Cedro, Marcané, Cueto y Mayarí.

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